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La provocación

Drama. Romance Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers) es un ambicioso y joven profesor de tenis con escasos recursos económicos. Gracias a su amistad con Tom Hewett (Mattew Goode), consigue entrar en la alta sociedad londinense y enamorar a su hermana Chloe (Emily Mortimer). Tom, por su parte, sale con Nola Rice (Johansson), una atractiva americana, de la que Chris se encapricha nada más verla. El azar, la pasión y, sobre todo, la ambición llevarán a ... [+]
Críticas 515
Críticas ordenadas por utilidad
23 de octubre de 2006
334 de 400 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película de Allen rodada integramente fuera de NY. Escrita y dirigida por el autor, la filmación se inició en julio de 2004 y se prolongó 7 semanas, en Londres y alrededores, una casa de campo en Buckingham y los estudios Ealing. Nominada a un Oscar (guión original), ganó el Goya y el David de Donatello (película extranjera). Se estrenó el 18-XI-2005.

La acción tiene lugar en Londres durante algo más de un año (2003/04). Narra la historia de un joven tenista, retirado de la competición internacional, establecido en Londres como profesor de tenis de un club de clases altas. Movido por la ambición, contrae matrimonio con Chloe (Emily Mortimer), hija de un rico empresario, pese a la pasión obsesiva que siente por Nola Rice (Scarlett Johansson), norteamericana, de 20 años, excéntrica, neurótica, fascinante, frustrada por el fracaso de sus deseos de triunfar como actriz, con pasión compulsiva por el sexo.

La película muestra cómo un joven irlandés, Christopher "Chris" Wilton (Jonathan Rhys Meyers) aprovecha todos los medios a su alcance para prosperar, ayudado por la suerte. Miente, engaña y simula, en un intento desesperado de combinar el estatus social que le da el matrimonio y la pasión obsesiva que siente por Nola. La obra glosa la importancia de la suerte en la vida, convertida en diosa pagana que rige el destino de las personas. El imperativo del azar plantea dudas inquietantes al protagonista, que se siente desolado porque no sabe si en el mundo existe la Justicia, la que debería castigarle para poder recobrar la fe perdida en el trabajo, el sacrificio, el esfuerzo y el talento. Si la suerte reparte, de modo caprichoso e inapelable, prosperidad e impunidad, ¿qué sentido tiene para la Humanidad la honradez, la amistad, el amor, la solidaridad? A destacar la acertada referencia a "Crimen y castigo", de Dostoievski, y al film argentino "Diarios de motocicleta" (2003), de Walter Salles.

La música sustituye el jazz por fragmentos de arias de óperas italianas ("Rigoletto", "La Traviata", "Il Trovatore"), francesas y portuguesas, que marcan el desbordamiento de la pasión, la tragedia y la fatalidad. No hay arias de Wagner. La fotografía se apoya en un dibujo sólido, de gran belleza, y en una paleta de colores crema y pastel que realzan la belleza rubia y clásica de Nola. El guión, muy trabajado y cuidado, desarrolla un crescendo dramático de gran fuerza, que culmina en una escena terrible. El humor, caústico e irónico, está presente a lo largo del metraje, aunque en menor medida que en otros films del autor (los policías, los proyectos de viajes, la tropeza manual de Chris, la reiteración de llamadas telefónicas, la errónea referencia a Cerdeña, el enfretamiento de Nola con Chris en la calle, etc.). Johansson encarna brillantemente seducción y pasión, celos y desesperación. La dirección trabaja con convicción y apasionamiento.

Película que conmueve y emociona. Obra mayor de Allen.
Miquel
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25 de noviembre de 2005
190 de 247 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé que poción mágica se ha tomado Woody Allen que ahora que tiene casi ochenta años, de repente y sin previo aviso, se ha convertido en Patricia Highsmith (mutación a la altura de esa que le sucedió en 1978, cuando se levantó con mal pie y creyó ser Ingmar Bergman)...

Algo raro le debe pasar al viejo judío para que, tras más de 30 películas de noventa minutitos con música jazz super chachi nos haga ahora un peliculón de dos horas con sólo música ópera de lo más enervante!
Pero es que encima al hombre se le ve menos recatado de lo normal, y, sin ser tampoco un Tarantino, creo que casi por primera vez en su filmografía nos muestra alguna escena de sexo y alguna escena de violencia y también una escena con Scarlett Johanson corriendo entre el maiz con una blusa blanca empapada por la lluvia!

Pero lo más flipante es que... ¡NINGUNO DE LOS PERSONAJES TARTAMUDEA!

El primer peliculón de Woody Allen protagonizado por machos alfa en lugar de mequetrefes difícilmente puede calificarse de "más de lo mismo"; e incluso podría pensarse que lo ha escrito o dirigido otra persona, si no fuese por la belleza y talento que transmiten todos sus fotogramas.
Y los personajes son todavía más pijos y asquerosamente ricos de lo normal, pero como la moraleja viene a decir que los ricos son unos cabrones que no se merecen lo que tienen, pues se perdona.

Y no cuento más para no chafarles la peli, que ya tardan a ir a verla.

Nota: matrícula de honor.
Listocomics Puntocom
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7 de junio de 2007
145 de 182 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Woody Allen? Los historiadores del futuro lo negarán. Pero lo ha hecho él.

No tiene apenas chistes. No sale ningún patoso con gafas. Todos son jóvenes y guapos, con las ideas claras. Nadie balbucea. No está ambientada en Nueva York. Canta Caruso. Woody Allen corrije a Dostoievsky: Dios no existe, sólo el sexo y la ambición, el sexo y la supervivencia. Este es nuestro mundo.

Allen ha leído mucho, sin duda, sobre todo a Freud. Éste (y no Dostoievsky o Strindberg) explican esta historia.

A mí me ha conmovido mucho.
Macarrones
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26 de julio de 2008
122 de 136 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí, una de las mejores de Woody Allen, entre las 3 mejores. Mientras otras suyas acusan el paso del tiempo, sobre todo las primeras de su filmografía, ésta se mantendrá en el ranking de las mejores.
Es elegante, como en el tenis, va por juegos y por sets y está relatada con un dirección a los actores maestra. Las interpretaciones son geniales, de escándalo, auténticas; los modales son los exactos que se usan en la jet set. Luego el argumento: Bien trazado, creíble. Ahí está la manzana, la tentación: ¿Cómo va a dejar un joven una vida de lujos por una aventura aunque sea con la número uno de las Master Series?
Primero el juego: las presentaciones de las estrellas, los pases en paralelo y las voleas. Es un auténtico y bello panorama de tentación, irresistible hasta la locura.
Fantástica en sus tiempos. Mantiene el suspense muy bien dosificado, sin prisas. Un lujo absoluto de puesta en escena, con una curiosidad tremenda por no llamarlo error, y es que los detalles son importantísimos para el espectador entusiasta cuando una película toma el cariz policial.
Ver el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
floïd blue
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4 de mayo de 2008
87 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ella, sensual, apasionada, tremendamente sexy. Él, serio, sereno, sobrio.
Y a partir de ahí, una arrebatadora relación capaz de sacudir, hipnotizar y despertar complicidad.
Una relación de esas que no se palpan, que avanza en miradas y gestos, pero nunca en caricias y palabras, una relación en la que se respira una tensión sexual brutal, plano a plano, momento tras momento... hasta que llega el día, el primer encontronazo, y a partir de ahí, el arrebato y el impulso se apoderan de la pantalla con vehemencia y una fuerza que nos harían arrancarnos de nuestro cómodo escondite, de la plácida posición desde la que les observamos, con un sencillo revolcón o con una simple conversación.

Y Allen traza la línea sobre el terreno, desembocando el conjunto en un relato sobrio, contenido, pero de aquellos que sabe hacer saltar la chispa en el instante necesario e inesperado. Así es como avanza una historia que nos habla sobre los miedos, las frustraciones y las dudas de dos personas que encajan, hacen saltar la complicidad por los aires, pero nunca se atreven a dar un paso más, un paso preciso y arriesgado que les llevaría a desatar por completo su pasión.

En "Match point" sorprende no sólo la capacidad de sosiego que imprime el neoyorkino sobre cada una de sus secuencias, ni la elegancia con que se mueve la cámara, sino un trabajo actoral que, encabezado por un brillante Rhys-Meyers que te hace palpitar de inseguridad con cada paso y cada gesto, y culminado por Penelope Wilton que otorga un contrapunto perverso al film, destape a una Johansson antológica, una Johansson que no sólo desataría furor en cuanto se cruzase con cualquiera, sino haría arder también ese pequeño órgano latiente situado en el pecho... y lograr que estallase, si es necesario. Irrepetible.
Grandine
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