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La jaula de oro

Drama Cuenta la historia de dos adolescentes que salen de su aldea y a los que pronto se suma un chico indígena. Juntos vivirán la terrible experiencia que padecen millones de personas, obligadas por las circunstancias a emprender un viaje lleno de peligros y con un final incierto. En el camino aflora la amistad, la solidaridad, el miedo, la injusticia, el dolor. (FILMAFFINITY)
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
28 de diciembre de 2013
39 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde Guatemala a Guatepeor, desde el infierno al abismo más tenebroso… Es encomiable que un director español, burgalés para más seña, nos ofrezca en su primera cinta un relato de unos ilusionados guatemaltecos en busca de una vía de escape a su pobreza y chato horizonte y emprendan una odisea poco gratificante de superación personal y ambición adolescente hacia ámbitos más propicios. Y como ya dijo el sabio, lo interesante de todo ese ajetreo es el viaje en sí mismo y no el mero punto de destino.

Y los hitos del camino serán los peores monstruos que imaginarse pueda: atrás quedaron las sirenas, los argonautas, las bestias o los cíclopes, quedan por sortear otros seres humanos, que tratan de hacer negocio de la miseria ajena, que explotan, secuestran, humillan, roban y sojuzgan a cualquier persona que trate de buscar un mundo mejor, trate de alcanzar una playa más cálida y grata que le que conocen. Y no hay bajeza, indignidad, vejación, ofensa y vergüenza que los ¿semejantes? no estén dispuestos a infligir a aquellos otros que muestran un poco de iniciativa y coraje por salir del lodazal en el que se encuentran inmersos.

Ingrata cinta de escasos diálogos, frenéticos movimientos de cámara, estilo documental, imágenes pedregosas, narrativa lineal y poco propensa al entretenimiento, angustiante relato de un loco peregrinaje por tierras americanas, de exuberante belleza y desleal afecto… Hay mucho que alabar en esta recia cinta hecha con amor hacia los personajes y odio hacia la sociedad, pero resulta difícil recomendar ésta más que lograda cinta que le puede a uno indigestar su próxima comida (trata de blancas, tiro al hombre como si fuera tiro al plato, expolio y oprobio del débil hacia el más exánime aún), porque no es para nada agradable ver lo que ya sabemos y comprobar que tenemos muchas suerte por vivir en un mundo reglado, ordenado y bastante pacífico…

Potente cinta de imágenes poderosas y desenlace descorazonador. Para espectadores curtidos, optimistas irredentos y espíritus concienciados sin resquicio para el desaliento.
antonalva
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15 de diciembre de 2013
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay veces que la modestia y las buenas intenciones de una película que se acerca a temas sociales de dolorosa actualidad, nos puede llevar a confundir una vulgar y olvidable colección de tópicos con el buen cine. Este era el temor principal ante una película como La jaula de oro, ópera prima del español Diego Quemada-Díez, que comienza su andadura como director tras muchos años trabajando como operador de cámara para gente de tanto renombre como Ken Loach, Oliver Stone o Alejandro G. Iñárritu.
Afincado en México desde hace muchos años Quemada-Díez ha querido acercarse en su primera película a un tema tan espinoso como es el de la inmigración. Un asunto que siempre está de triste actualidad, bien sea en las costas del sur de Europa, o en la frontera entre México y los USA. En este caso, y con un notable conocimiento de la situación, La jaula de oro se acerca al problema de los emigrantes guatemaltecos que quieren llegar a Estados Unidos, pero para ello tiene que vivir previamente otra odisea, tanto o más peligrosa, como es atravesar el territorio mexicano.
La historia comienza en un suburbio guatemalteco, cuando tres adolescentes deciden emprender el duro viaje hacia la (supuesta) libertad, que ha de llevarles hasta los Estados Unidos , atravesando primero todo México. Uno de ellos es una chica que debe hacerse pasar por chico para que su camino sea más fácil. Uno de los tres decide abandonar el viaje ante los primeros contratiempos. Por contra, se suma al grupo otro chaval de origen maya y que no habla español. De esta forma Juan, Sara y Chauk emprenden un viaje tan duro como, por momentos, aterrador, en el que la lealtad y la amistad serán definitivos a la hora de mantener la ilusión por un futuro mejor al otro lado de la frontera. Un futuro tan esperanzador como, en el fondo, imposible.
Diego Quemada-Díez, que además es uno de los tres autores del guión, se acerca a la historia con una dureza extrema, mostrando, sin concesiones, todas las penurias por las que estos tres chavales tienen que pasar antes de alcanzar su objetivo. Pero su visión, lejos de caer en un dramatismo extremo, más sensacionalista que necesario como ocurre en otras historias, resulta casi pudorosa, y de una honestidad que llega a conmover. Es cierto que los protagonistas sufren, pero la película no se regodea en ello, más bien al contrario, nunca abandona un tono de esperanza, triste, pero ilusionante. La jaula de oro es una película cuyos personajes, apenas adolescentes, siempre miran hacia delante, y con ellos, nosotros, los espectadores, no podemos evitar contagiarnos de esa fuerza que los impulsa, pese a todo, a conseguir su objetivo.
Sin grandes alardes, el director pone la cámara a la altura de los ojos de sus protagonistas, para mostrar una tremenda realidad, de la que solo en alguna ocasión se permite el lujo de extraer unas pequeñas, pero necesarias, gotas de poesía que dicen mucho de su sensibilidad como cineasta. De esta forma La jaula de oro se convierte en una ópera prima madura y serena, sin excesos ni estridencias, que consigue dejarte conmovido en la butaca.
ernesto
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14 de diciembre de 2013
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una película tranquila que cuenta la historia de dos chicos y una chica, que se unen en su camino hacia el norte. Hay dos aspectos clave que conmueven sin compasión, la escasa necesidad de diálogos entre los personajes y la excesiva naturalidad de todo el filme.

Sin necesidad de hablar, la intensidad de las aventuras y el modo de contarlo mantendrán pegado al sillón incluso al espectador más despistado. Hay que ver la película para enterarse de todo.

La naturalidad en el modo de mostrar todo lo que ocurre es aterrante. Ya no hay rabia ni denuncia social, lo que se ve en tan habitual y está tan metido en los genes de la sociedad que lo vemos y degustamos con total conformidad. Asumiendo que es así, que tiene existir sufrimiento y dolor humano, que no hay nada que hacer, que si se tiene la suerte de llegar a alcanzar nuestros sueños, será para barrer los despojos de los sueños que otros rompen.
Moisés_Garrido
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21 de abril de 2014
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera prima del joven director español Diego Quemada-Díez, luego de algunos cortometrajes. “La Jaula de Oro” filme mexicano, fue una de las películas lationamericanas que estuvieron en el FICCI en la sección de “Gemas”, y que llegó al festival siendo una de las producciones más premiadas y alabadas en el 2013, en su paso por distintos festivales alrededor del mundo, entre ellos Cannes, donde volvió con el premio a Mejor Reparto en la sección “Una Cierta Mirada”.

El filme tuve la oportunidad de verlo en presencia de su director Diego Quemadas-Díez, como proyección del programa “Cine bajo las estrellas”, en el Patio de Banderas del Centro de Convenciones. En donde a pesar de que cerca del centro amurallado había un sonido muy alto que en ocasiones interfería, el poder visual del filme se imponía con el pasar del metraje. Yo sentado en mi lugar en un buen puesto en la parte delantera, cerca del director, me disponía a ver este filme con expectativas medias. Pronto empezaron a aparecer las primeras imágenes y empecé a meterme en esa maravillosa historia de dolor, sobre un tema tan tratado como es el de la inmigración, pero que Quemada-Díez presenta de forma tan artística, original, retratando sin censura y contención la belleza y el dolor, en donde incluso tiene el humor cabida dentro de ese intenso drama.

“La Jaula de Oro”, dirigida por Diego Quemada-Díez y escrita por él mismo en compañía de Lucía Carreras y Gibrán Portela, nos relata la historia de dos adolescentes Guatemaltecos Juan y Sara (quien se ve obligada a vestirse de hombre), quienes pronto se cruzan en la travesía con un joven indígena, que emprenden un viaje con el objetivo de migrar a los Estados Unidos y cumplir el sueño americano, a través de una ruta donde les esperan muchas aventuras y experimentarán el terrible drama que muchas personas sufren en ese viaje de incertidumbre y peligros donde no vuelta atrás. Pero en todo ese trayecto, nuestros protagonistas un poco alejados del terror y miedo que los envuelve en cada paso que dan, pueden sortear la aventura fortaleciendo los lazos de amistad, comprensión, tolerancia, diversión y amor… aunque esto no sea garantía de la absoluta felicidad.

Todo este trabajo que realiza el director con su equipo, que además hay que mencionar el excelente trabajo de dirección y de fotografía, entre otros aspectos técnicos, y la dificultad que debió suponer filmar en esos escenarios reales, es totalmente solventado por un mangífico trabajo de los jóvenes actores, quienes actúan de forma muy natural, el mismo director mencionó que todo el reparto estaba conformado por novatos, pero aún así mantienen una buena química y trasmiten con veracidad todas las emociones por la que pasan en toda su travesía.

El director también mencionó antes de la proyección, que todas las escenas y las historias que se muestran en el filme son relatos reales de personas que lo han vivido, y esa veracidad la podemos experimentar en las misma locaciones, por lo que en muchas oportunidades podemos tener la sensación de estar viendo un documental.

La película me gustó mucho, sus 110 minutos de metraje se pasan volando, y el ritmo que maneja el director es muy bien medido, creciente con buenos intervalos, muchas escenas me divirtieron, me pusieron nervioso al punto de entrecerrar los ojos, me conmovieron enormemente, me dejaron impresionado con los ojos abiertos de par en par y todo en todo ese drama cuasi documental, encontré planos y encuadres muy buen realizados, que sorprenden a todo cinéfilo que admire la belleza y la poesía en imágenes. Por todo esto, la primera reacción que tuve al ver el filme fue que estaba viendo sin dudas una Obra Maestra, pero mencioné que tenía que meditarlo un poco más. Ya lo he meditado lo suficiente y puedo afirmar con seguridad que “La Jaula de Oro” es una Obra Maestra. Una de las mejores películas proyectadas en el FICCI, y la mejor latinoaméricana que he visto en los últimos años.

http://asbvirtualinfo.blogspot.com/2014/04/comentario-pelicula-la-jaula-de-oro.html
Alejandro
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5 de diciembre de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera en solitario de Diego Quemada-Díez ha estado dedicada, hasta ahora, al cortometraje. Reino semi-desconocido en el que logró hacerse un nombre sobre todo gracias a 'I Want to Be a Pilot', en el que se recogía el desesperado deseo de ser piloto por parte de un niño keniano seropositivo. El factor patetismo, obviamente, estaba presente, pero bien entendido, pues no había otra manera de recoger dicho testigo si no era a través de una carga emocional que en ningún momento hacía falta inventarse, sino más bien saber apreciar. Emocionado es precisamente cómo subió este director al escenario de la sala Debussy para presentar su primer largometraje. La voz temblorosa y los ojos llorosos eran más que comprensibles... no todos los días se consigue debutar en el certamen cinematográfico más prestigioso del mundo.

De modo que ahí estábamos, en aquella superdotada 66ª edición del Festival de Cine de Cannes. Aquel mismo día habíamos tenido ocasión de despertarnos con la -extraordinaria- película que a posteriori cosecharía el Premio a la Mejor Interpretación Masculina. También habíamos podido seguir con las buenas sensaciones (¡y de qué manera!) con el filme que acabaría conquistando ni más ni menos que la Palma de Oro. El listón no estaba precisamente bajo. Aun así, después de la proyección de 'La jaula de oro', que así es como se titula la ópera prima de Quemada-Díez, la Debussy estaba en pie, aclamando a todos sus protagonistas y pidiendo a grito pelado que lo que acababan de ver estuviera representado en el Palmarés de la sección Un Certain Regard... sin dejar de preguntarse si no hubiese sido mejor empaparse de esta gran ración de cine en la Sección Oficial a Competición.

Más allá de posibles mosqueos con la organización, quedó en el espectador el imborrable recuerdo surgido de la descubierta inesperada de un talento que, a pesar de su poco rodaje, presentaba un avanzadísimo estado de eclosión. 'La jaula de oro' es, en cuanto a planteamiento, una repetición de la celebrada -y algo sobrevalorada- ópera prima de Cary Fukunaga, 'Sin nombre'. Los interminables itinerarios ferroviarios de América Central como camino a seguir para abofetearnos con el también interminable drama de la inmigración. Sin concesiones y con una crudeza que pone los pelos de punta. Como se ha dicho unas líneas más arriba, antes de la presentación oficial, Diego Quemada-Diez estaba visiblemente emocionado, pero más que por el abrumador honor de presentar su obra en un escenario tan impresionante como aquel en el que se encontraba, lo estaba por aquello que transmitió a la audiencia: por la posibilidad de contar la historia olvidada (por insoportablemente atroz) de una gente olvidada.

Misión cumplida, gracias sobre todo a un trío protagonista entregado a la causa (merecidísimo Premio al Mejor Reparto de la sección Un Certain Regard), a una técnica de filmación excelsa (el director y co-guionista tiene poca experiencia como capitán de barco, sí, pero se ha empapado directamente en numerosas ocasiones del trabajo súper-dotados de la talla de Alejandro González Iñárritu) y a un tono tan cruel como el destino... y tan justo que aflora, de manera terrorífica, la más cruel de las injusticias. En esa ocasión nos tocó acompañar a tres chavales que ni siquiera se acercan a la adolescencia, pero su historia es en realidad la de miles de personas que cada día se queda sin escribir. La de Juan, Chauk y Sara (esas tres almas que se convirtieron en simples trozos de carne desde el mismo momento en que decidieron emprender el viaje de Guatemala a los Estados Unidos) queda brillantemente inmortalizada merced a un compromiso inquebrantable que sabe apoyarse sin miedo alguno en un uso magistral de la técnica cinematográfica.

La ficción (?) más intensa se mezcla brillantemente con el documental más desgarrador y en esta trepidante odisea, cada respiro o breve momento en que asoma la bondad humana es rápidamente compensado por un horror que, directamente (y no queda otra) clama al cielo. No se puede hablar de golpes de efecto porque éstos no están ahí para noquear a la audiencia (aunque éste sea efectivamente el efecto causado) sino para estamparnos, muy honestamente, una situación que, por mucho que le demos la espalda (en esto estamos) sigue estando ahí. Hablamos, por supuesto, de la insoportable indefensión del ser humano ante el propio ser humano. No es que haya monstruos -que también- es que todo en sí es una monstruosa monstruosidad. El oro, queda claro, se lo quedan unos pocos... en cambio en esta jaula cabe todo el mundo. Diego Quemada-Díez, queda claro también, lo sabe; se ha empapado de ello, y por esto se pone tan doloroso como -nos guste o no- necesario.
reporter
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