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Obediencia perfecta (2013)

Obediencia perfecta
99 min.
5.5
215
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Sinopsis
En el viaje de crecimiento espiritual que es necesario emprender para alcanzar la obediencia perfecta, el joven Julián es adoptado por el fundador de la orden en la que ha ingresado, Los Cruzados de Cristo; el padre Ángel de la Cruz enseguida muestra un especial favoritismo por el recién incorporado seminarista. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Basado en hechos reales Religión Abusos sexuales Años 70
Dirección
Reparto
Año / País:
/ México México
Título original:
Obediencia perfecta
Duración
99 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
2014: Premios Ariel: 3 premios incluyendo Mejor actor (Juan Manuel Bernal)
2014: Festival de Montreal: Mejor película
5
LA ELOCUENCIA DE UNA MIRADA.
Ignoro la manera en que hubiera podido tratarse tan delicado, oscuro y siniestro asunto. Pero en Obediencia Perfecta, faltan elementos que nos impliquen en la grave trascendencia de la pederastia. Me pareció que atraviesa, mostrando con suaves pinceladas, los zarpazos de un desolador asunto, del que tanto se ha hablado.
Una película muy reciente con un fondo clásico y tal vez trasnochado de planificación y desarrollo, que resolutivamente, se ha quedado a medio camino... A excepción de los últimos diez minutos que se resuelven brillantemente, con un flujo de miradas, gestos; todos ellos muchos más elocuentes que cualquier diálogo.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
El crimen de la mala educación
Obediencia perfecta se basa en los conocidos casos de pederastía perpetrados por Marcial Maciel, líder y creador de la congregación católica Los legionarios de Cristo, que en la ficción aparecen con el nombre de los Cruzados de Cristo, y el sacerdote con el nombre de Ángel de la Cruz.

Siendo ya un anciano, el padre De la Cruz recibe un mensaje del Papa donde lo invita a retirarse de la vida sacerdotal y llevar una vida de oración y penitencia por los pecados carnales cometidos, esto da paso a un flashback eterno y sin retorno, que terminará siendo el resto de la película, donde se narra como el cura (Juan Manuel Bernal), seduce a sus víctimas, centrándose el relato en el caso del joven Julián.

Cuando Julián llega al seminario, es recibido por un grupo de sacerdotes que de tan solo mirarlos cualquiera saldría huyendo despavorido: todos lo miran de forma lasciva y con deseo, alguno con un amaneramiento demasiado subrayado, y así, un desfile de obviedades que se suceden una detrás de la otra. Por otro lado, todos los seminaristas son galanes, como salidos de alguna telenovela juvenil.

La “importancia” del delicado y controvertido tema que se narra termina por aplastar la nula puesta en escena de Urquiza, que más que mover a una reflexión de los hechos sucedidos, su propuesta se queda en meramente generar incomodidad y desagrado en el espectador ante un hecho que lo contiene ya en su propia insana naturaleza.

Es así como escenas que se pretenden polémicas y provocadoras terminan siendo ridículas y vacías, como ejemplo, ante la visita de una mujer, el chico espía al cura y los sorprende en el acto sexual, el chico confundido sale al patio y al regresar encuentra sólo al Padre Ángel, bebiendo whisky y bailando frenéticamente al ritmo de, obviamente, Sympathy for the Devil de los Rolling Stones.

Mención aparte se merecen las interpretaciones de Juan Manuel Bernal y Juan Ignacio Aranda, que hacen uso y abuso de todos los clichés habidos y por haber en cuanto a personajes malvados, en el caso del primero, o personajes afeminados en el caso del segundo.
Además, un uso inadecuado de la voz en off que cuenta lo que deberíamos ver en pantalla, una música de Alejandro Giacomán, chirriante y que resulta molesta ya que nunca se termina por integrar al relato, y la fotografía de Serguei Saldívar Tanaka, tan preciosista como inadecuada para un film de temática tan escabrosa.

Al final, el período de gracia de Julián habrá de terminar y otros chicos lo sucederán en la posición de privilegio con el cura, y es aquí donde está la parte más grave de la película, las víctimas quedan minimizadas, sin voz, apenas rabietas de celos al saberse relevados. El último plano de la película parecería aducir a la concupiscencia de los chicos.

Obediencia perfecta se pretende una película de denuncia y no denuncia nada, por el contrario, termina dejando en una peor posición a las víctimas respecto a sus victimarios.
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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