Flor silvestre (1943)

Tan solo tenía dos películas en su haber: La Isla de la Pasión (1941) y Soy Puro Mexicano (1942), pero, a la productora, Films Mundiales, le pareció que, éste, era suficiente material como para presentir que en, Emilio Fernández, había un hombre con talento. El jefe de la empresa, Agustín J. Fink, era todo un visionario y tenía bien claro que, para hacer cine en grande, había que asegurar calidad en la producción, contratar directores de indudable talento y tener una nómina de renombrados actores. Al contar con Emilio Fernández, consiguió que trabajaran para él la gran actriz, Dolores del Río -quien ya había hecho una notable carrera en Hollywood y quería ahora trabajar en su patria natal- y Pedro Armendáriz, renombrado intérprete que venía acompañando al director desde su primera película. Se contrató entonces a, Gabriel Figueroa (¡Que Viva México!, Allá en el Rancho Grande, ¡Ay, qué tiempos señor don Simón…) para que asegurara una cinematografía de comprobable calidad… y el propio Fernández -con la valiosa colaboración de Mauricio Magdaleno- aportaría el guion, basado en la novela, “Sucedió Ayer”, que, Fernando Robles, publicara en 1940.

Por entonces, el melodrama mexicano era ya de los géneros más exitosos en las taquillas, y con <<FLOR SILVESTRE>>, no solo se le estaba dando altura sino que se comprobó que, con suma eficacia, se podía entremezclar con el cine sociopolítico que reclamaban las nuevas generaciones. Así las cosas, La Revolución Mexicana (1910-1917 y más), fue el telón de fondo para recrear una trágica historia de amor donde, las clases sociales y la discriminación, son motivo de unas cuantas infamias, trágicas pasiones… y amores inolvidables.

José Luis Castro, pertenece a “los de arriba” y Esperanza (su apellido a nadie importa), hace parte de “los de abajo”… pero, José Luis, es un hijo desobediente (de esa desobediencia que significa conciencia, aptitud renegada y compromiso con los excluidos), y no solo se enamora con fervor de esta bella y digna muchacha, sino que toma partido por la revolución que aspira a tumbar al dictador Porfirio Díaz, quien ya tenía al pueblo hasta el cuello y aspiraba a lanzarse para una ¡10ª reelección!

Surgirá de aquí un choque familiar que dejará fuertes sinsabores… y la revolución en macro de los marginados contra la poderosa sociedad mexicana, se verá en micro cuando se trata de impedir que una humilde muchacha pueda entrar en la familia.

Fernández, consigue puntos muy altos en su historia: La humillación de don Francisco a su nuera en público… La visita de doña Clara a Esperanza accidentada… La renuncia al trabajo que presentan, Nicanor y su compadre “Conejo”… La escena cumbre… y al final uno siente que, <<FLOR SILVESTRE>>, es de esa suerte de cine que fue hecho para trascender y, no por nada, a estos años se les conoce como, La Época de Oro del Cine Mexicano.

Películas como esta convirtieron al cine mexicano en el rey de toda Latinoamerica, compartiendo y luego quitándole el puesto al cine argentino que con los años lo fue perdiendo, mientras México se consolidaba y le duraba su reino unos cuantos años más.
La historia que se cuenta es sencilla, primero un melodrama con todos los tintes del romántico folletín, donde una chica pobre se enamora del hijo del estanciero más rico, es para mí la parte más mediocre de la película, la más predecible, llenos de clichés, que los padres de él no aceptan su amor, que la humillan, que padre e hijo se enfrentar por este rebelarse, etc.
Luego cuando se centra en el período inmediatamente posterior a la revolución, donde todavía primaba la anarquía y delincuente pescaban en río revuelto con hordas de hombres zaqueando, matando y violando, terminan afectando al protagonista y llevándolo a una venganza de la que no saldrá inmune.
Interesante retrato de época, hecho con cuando los hechos eran todavía relativamente recientes, apenas 30 años después de que triunfara la revolución.
Lo mejor: ese estilo de melodrama intenso, con interpretaciones acordes cercanas a la sobreactuación pero sin caer en ello, claro por poquito, pero es que en ese borde o delgada línea estaba también la historia.
Lo peor: los diálogos declamatorios y cursis, se entiende porque en ese tiempo todo el cine adolecía de lo mismo, y más los melodramas, pero en momentos se torna insoportable y le quitan naturalidad a ciertas escenas.