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Zatoichi's Vengeance (1966)

Zatoichi's Vengeance
83 min.
6.9
68
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Película completa (JAPONÉS con subtítulos en ESPAÑOL)
Sinopsis
Decimotercera de las veintiséis películas basadas en el personaje de Zatoichi interpretado por Shintarô Katsu. Zatoichi llega a una población en la que unos yakuza recién llegados están extorsionando a los empresarios locales. Nuevamente, Zatoichi tratará de ayudar a los más desfavorecidos. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Drama Japón feudal Samuráis Secuela
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Zatoichi no uta ga kikoeru
Duración
83 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Zatoichi
7
El muy oscuro peregrinaje de Zatoichi
El ronin y masajista ciego más famoso del feudo continúa vagando por los polvorientos caminos sin fin del país hasta encontrar su sitio.
Ahora, en este punto de su peregrinaje, no sólo debe enfrentarse a males externos, sino a los suyos propios...

Kenji Misumi, quien había comenzado la longeva serie de Zatoichi, entregaba a los fans una interesante aventura con "Jigoku Tabi", sin embargo para la siguiente entrega, ya la 13.ª, se volvería a contratar al hábil Tokuzo Tanaka, responsable de la 3.ª ("Shin Zatoichi Monogatari", que trajo el color) y la 4.ª ("Kyojo Tabi"); un punto a favor del cineasta fue contar con la ayuda del legendario Kazuo Miyagawa, un maestro de la luz y el encuadre que había servido bien a Ozu, Kurosawa, Mizoguchi y muchos más (además de haber participado ya en la saga).
La presencia de éste último como operador es palpable desde ese magnífico y violento inicio filmado en la penumbra de la madrugada donde se nos lanza a la cacería de un pobre hombre a través de un campo de alta maleza. La entrada del protagonista es de nuevo a través del humor, y su duelo (final, claro) con el antagonista ya está servido; Hajime Takaiwa (que escribió la gran "Historia de una Prostituta") vuelve a una fórmula conocida: por medio de un encuentro trágico, el masajista-ronin es guiado por el destino hacia una villa donde mediará en las vidas de varios personajes, y la injusticia, el cinismo y la perdición vuelven a ser los temas principales.

Pese a presentar una estructura narrativa muy explotada, en "Uta ga Kikoeru", como en la mayoría de entregas, son los personajes secundarios que pivotan alrededor de Zatoichi los que aportan la verdadera fuerza dramática al conjunto, por muy extravagantes que sean descritos a veces y por mucho que sus encuentros con aquél y su participación en la trama tienda a suceder por mera conveniencia. Ahora el masajista adopta el papel de padre-tutor sustitutivo del niño (Taichi) cuyo progenitor es asesinado al principio, enzarzándose en la típica trifulca con los yakuzas que controlan el pueblo, y sabiendo qué futuro les espera tras enfrentarse a él.
Pero la sensación de puro entretenimiento se empieza a dejar a un lado para elaborar un retrato triste, melancólico y oscuro de unos personajes encaminados hacia la destrucción emocional y espiritual. Un monje, narrador omnisciente disfrazado y homólogo de Zatoichi con el que se encuentra en el bosque, viene a representar la imagen especular de su conciencia siempre dubitativa, su conflicto moral constante por usar la violencia para sobrevivir y reconducir las vidas de otros y sobre todo su imprecisa existencia ("No estás cómodo ni entre los ciegos ni entre los normales; eres un extraño ser que pertenece a ambos mundos...").

Así que ahora vemos cómo el protagonista se cuestiona sus métodos y su filosofía hasta el punto de traicionar, en cierto modo, a aquellos que dependen de su fuerza; Tanaka, pese a tener que manejar un guión otra vez repleto de personajes secundarios, casi nunca da tregua a la acción, pero sobresale su atención para modelar ese clima de desasosiego, dolor y brutalidad permanente que asfixia al pueblo y a sus habitantes. En un ejemplo por llevar el film hacia terrenos más serios, será introducida una pobre prostituta (Shino) y su ex-marido Kuroda, casualmente (ahí juega la susodicha conveniencia) el antagonista de la historia.
Pero este villano, llamado a ser gran adversario de Zatoichi, no deja de ser retratado como un otrora samurái de prestigio a quien el alcohol y las mujeres transformaron en ronin pobre y desgraciado (nótese una situación tan inusual para este tipo de films en la que le vemos suplicando ante una Shino completamente rota por culpa de su corrupta forma de vida); en este caso el villano sólo desea la recompensa de los yakuzas para liberar a la que fue su mujer de esa vida de esclavitud, pero la fatalidad, como siempre en la saga de Zatoichi, adquiere una importancia mayor.

Con el guión de Takaiwa, "Uta ga Kikoeru" vuelve a demostrar la compleja elaboración y caracterización de personajes de la que goza dicha saga...pero en una terrible decisión, quizás de los productores, todas estas subtramas no llegan a resolverse del todo y se dejan en incógnita lo sucedido a muchos secundarios: ¿qué hizo en realidad el padre de Taichi para ser asesinado?, ¿qué ha sido de la joven Oharu?, ¿qué sucederá con Shino?, incluso se nos oculta dónde fue el monje ciego (aunque esto importa menos por tratarse de una figura de proyección del propio Zatoichi).
La veterana Kanae Kobayashi, un convincente Kei Sato como el oyabun Gonzo y un sorprendente Shigeru Amachi dando vida a un villano con mucha más profundidad psicológica y emocional de la que podríamos atisbar a simple vista, siguen a ese genial Shintaro Katsu que vuelve a dejar patente su habilidad para equilibrar el drama y el humor (de lo más negro y ácido). Lo previsible del argumento y de las situaciones restan credibilidad a la película, sostenida finalmente gracias a ciertas secuencias autónomas que magnifican el conjunto, entre las que destacan la de Zatoichi y el monje en el bosque siendo observados por Kuroda, la pelea entre éste y Shino y en especial todo el tramo final, cuya estructura se divide en cuatro actos (descrito en la Zona Spoiler).

A efectos técnicos, Tanaka roza la perfección estética, visual y formal, como el trato de los colores y la luz por parte de Miyagawa, quien es un apoyo fundamental para el anterior a la hora de modelar las atmósferas y los espacios. La despedida, como otras veces, es triste, pero la esperanza, pese al cinismo y la corrupción, sobrevive.
Así Zatoichi vuelve a emprender la marcha, alumbrado por las primeras luces del amanecer, consiguiendo este colofón una belleza de tal fuerza, casi pictórica; ¿encontrará nuestro héroe realmente su lugar en la tierra o deberá seguir vagando por siempre? Esta aventura le ha servido, y a nosotros, para conocer un poco más su espíritu y su condición...
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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