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Siete contra la muerte (1964)

Sinopsis
Tras un bombardeo, un grupo de personas se refugia en una cueva. El problema es si serán capaces de colaborar entre sí y sobrevivir. (FILMAFFINITY)
Género
Bélico Drama Aventuras
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Sette contro la morte
Duración
94 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-Alemania del Oeste (RFA)-Estados Unidos;
Links
6
Prisioneros de la montaña
Los siete celebran la Navidad de 1.944 bajo los restos de un Mundo cuyo desarrollo desconocen. Fuera suceden muchas cosas, pero dentro también, y ya es suficiente problema.
Entre cajas y paredes infinitas de piedra, ¿cómo sobrevivir sin perder la cordura o la esperanza?...

Él también seguía, seguía infatigable. Un Edgar Ulmer que ya se acercaba a los 60 años y que no podía haber descendido más en el fango de la ignominia, aferrándose a producciones escasas en Italia ejerciendo de codirector para salir a flote; tras su peripecia histórica con Giuseppe Masini se embarca en un proyecto soñado, sin saber que iba a ser el último de su vida. "Siete Contra la Muerte" lucha contra las suposiciones, los rumores y las leyendas urbanas; al parecer Dalton Trumbo, aún en la Lista Negra de Hollywood, se encarga del guión pero le reemplazan Jack Davies y Michael Pertwee en los créditos (más por negación del propio guión).
El austrohúngaro imagina la historia mucho tiempo atrás, pero carece claramente de fondos; sin embargo en esta coproducción italo-germánico-norteamericana asume un riesgo que no puede permitirse: si los sobrepasa deberá pagar de su bolsillo las diferencias. No le importa porque puede filmar con un presupuesto mucho mayor de lo que jamás hubiera esperado, y además con actores reconocidos de diferentes nacionalidades, una empresa dichosa en apariencia, desgraciadamente no en su ejecución, pues la presión del rodaje y la fatiga mental hacen mella sufriendo el equipo innumerables retrasos.

El escenario es la Italia de la 2.ª Guerra Mundial, y como el tiempo no es que fuese precisamente uno de los aliados del cineasta, los personajes no gozarán de una presentación muy extendida. Soldados norteamericanos se cruzan en el camino con soldados alemanes, mientras los nativos discuten sobre los malos tiempos que corren, todo narrado de forma muy escueta, pero la clave está en que sus personalidades y maneras se irán desarrollando con el paso de los días, las semanas y los meses, en esa caverna en la cual todos coinciden y quedan atrapados tras el derrumbe de la montaña provocado por los bombardeos.
El resto del film estará dominado por la oscuridad de las profundidades. Harto de los numerosos problemas que sufre rodando en cuevas auténticas en Yugoslavia, el equipo regresa a Italia y Ulmer trabaja en un estudio construido, más acomodado (sin ello garantizar un rodaje cómodo; sus ataques de histeria y lagunas de memoria son pronunciados y desconciertan a los demás). Así contamos a dos americanos (Cramer y Wilson) junto a un comandante inglés (Braithwaite), un alemán (Hans), un aviador canadiense recién huido de un campo de prisioneros (Carter), una muchacha de un pueblo vecino (Anna) y el guardia de la gruta (Mario), siete personas muy diferentes entre sí.

Siete, igual que en la anterior "El Día del Fin del Mundo" de Corman, pero cambiando el escenario fantasioso exterior por la amarga contienda, regresando al tema tan utilizado de un puñado de individuos atrapados en un lugar y obligados a la fuerza a olvidar sus diferencias para subsistir un día más. A la referencia mencionada hay que añadir la de la mítica "Patrulla Perdida" por el origen militar de los hombres, mientras la presencia femenina que crea tensiones recuerda en la distancia a la "Anata-han" de Sternberg; en este caso Akemi Negishi es sustituida por una bella e impetuosa Rosanna Schiaffino, sin miedo a defender su lugar como mujer y no como esclava en el grupo de hombres.
Ulmer y (según los rumores) Trumbo nos hunden con sus personajes en el infierno de la desesperación, dejando a la luz las miserias más repelentes de la condición humana cuando se trata de subsistir junto a enemigos y aliados, si bien el trato de los caracteres no es muy acertado, ya que el juego de las nacionalidades resulta estereotipado (el héroe americano (un duro John Saxon en su época de esplendor) es de lo más americano, el inglés es irritantemente inglés y la chica italiana es muy viva e italiana, claro...). Pero no cuesta acercarse a ellos y empatizar con su desgracia.

El director ignoraba que éste sería su último film, pero parece que algo intuía. Como él, sus personajes sucumben a la degeneración mental entre las paredes viscosas de esa cueva sin salida que era su propia vida profesional, y aun así, a pesar de todo el cinismo, de los constantes actos de traición que suceden, la esperanza persiste debajo de alguna piedra, esperando a que alguien la levante y la encuentre, a pesar de que en el exterior sigue persistiendo el odio, la lucha, la violencia. Quizás Ulmer quería salir de su propia cueva, pero tenía miedo, y ese miedo le condenó a la desestabilización emocional, del mismo modo que les ocurre a los siete miembros del grupo.
Con el intento de huida de Hans, la demencia de Braithwaite, el alcoholismo de Wilson asomando y los cada vez más destructivos celos de Mario hacia Cramer, la áspera atmósfera modelada por el operador Gabor Pogany produce un intenso malestar, abriéndose paso a esferas de pura abstracción, regresando a los orígenes expresionistas del cineasta, quien utiliza las luces y las sombras de una forma muy poco realista, provocando sensaciones, acorralando a los personajes en un cuento de terror donde Lugosi o Karloff habrían sido una buena amenaza tras alguna esquina oscura.

Por tanto no se explica la existencia de esa resolución que no se cree nadie. En última instancia Ulmer planeaba salir de su cueva, abogaba por la esperanza, plasmando su deseo en pantalla a la espera de poder hallarla en la realidad. Esto no sucedió. Los pequeños derrames cerebrales que venía sufriendo acabaron con su vida a los 68 años.
Poco antes confiesa a su esposa Shirley el temor a que su obra se olvide para siempre; pero gracias al empeño de muchos se ha preservado, contra el paso del tiempo y la tiranía de los estudios. La obra de un soñador sin medios para soñar, pero que luchó hasta las últimas consecuencia para hacer posible sus sueños...
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