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Conducta (2014)

Conducta
108 min.
7.2
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Sinopsis
Cuenta la historia de Chala (Armando Valdés Freyre), un niño de once años cuya vida transcurre en un ambiente de violencia, con una madre adicta a las drogas y al alcohol, y perros de pelea que entrena para sostener su hogar. Este niño, que acude a la escuela sin despojarse de su marginalidad y conflictividad, tiene una relación especial con su maestra Carmela (Alina Rodríguez). (FILMAFFINITY)
Género
Drama Infancia Colegios & Universidad Enseñanza Drama social
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Cuba Cuba
Título original:
Conducta
Duración
108 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2014: Premios Goya: Nominada a Mejor película hispanoamericana
2014: Premios Ariel: Nominada a Mejor película iberoamericana
2014: Festival de Málaga: Mejor película iberoamericana
2014: Festival de La Habana: Mejor película, Mejor Actor (Valdés Freire), SIGNIS
2015: Premios Platino: 8 nominaciones incluyendo mejor película y dirección
10
Un film con camino por recorrer
Notable la actuación de los protagonistas, especialmente de Armando Valdés Freyre (Chala), la muy cuidada fotografía de Alejandro Pérez y el montaje. Es un film que enorgullece, emociona, no baja la guardia de la tensión, saca lágrimas. Su estreno en Cuba ha sido de un formidable éxito de público y buena acogida por la crítica. Su argumento convence, aunque evidencia, de inicio a fin, lugares comunes de frívolas y machacadas historias. Es predecible, pero llega al corazón destacando por encima de todo, como decía al inicio, el excelente trabajo actoral.
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17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El rescate de los valores revolucionarios
Todos sabemos de la dilatada trayectoria y de los quilates del cine cubano. Esta conciencia entraña un doble riesgo: el de cifrar demasiadas expectativas en cada muestra y el de llegar a ser muy severos en la crítica. “Conducta” de Ernesto Daranas no solo cumple acabadamente con las primeras sino que neutraliza cualquier pero y nos arrincona: con todas las reglas del arte, con la actuación excepcional de actores profesionales y de vecinos del barrio en el que se rodó la película, nos habla del rescate de valores esencialmente humanos, que no son sino los que animaron la propia Revolución cubana: la solidaridad, la rectitud y el respeto a la dignidad.

El relato devela una crítica que por momentos abandona los límites estéticos de la metáfora para tomar cuerpo en el discurso que se queja -como el gozne algo oxidado de la puerta al herir la madera- de un estado de cosas en el que las burocracias y las normas fueron haciendo un sistema cada vez más intrincado y obtuso, y denuncia su anquilosamiento frente a una realidad de contornos cada vez más dramáticos que habla de pobreza, de carencia, en donde sólo lo que tenemos de humano puede servir para oponernos a la exclusión moral, a la violencia de la derrota que significa el abandono, la discriminación, el desclasamiento.

Chala es un niño de once años con serios problemas de conducta, cuya infancia fuga con el peso de la responsabilidad de ocuparse de una madre alcohólica y adicta (Juliet Cruz) y de llevar el pan a la mesa, trabajando en la cría de perros de pelea y de palomas. Los problemas de Chala se evidencian en esa arena simbólica privilegiada que es la escuela, donde se juegan y reproducen conflictos familiares y sociales. La salida mas sencilla para estas “patologías” es la de enviarlas a escuelas de re-educación, prueba del reconocimiento de la derrota, a lo que Carmela, una veterana docente y maestra de Chala se opondrá terminantemente, aun a riesgo de jugarse el puesto. Es Carmela (en la excelente y memorable actuación de Alina Rodríguez)quien encarna la voz de los valores revolucionarios que parecen haber quedado solamente en las canciones patrias.
A la historia de Chala se suma la de Jeni (Amaly Junco) , compañera de escuela de Chala y de la que él está enamorado, y su padre, Pablo (Héctor Noas), que son “palestinos” -como empezaron a llamarse con connotación peyorativa a quienes dejaban el Oriente del país para dirigirse a La Habana en busca de un mejor destino-, que habla también de otro fracaso, que asocia marginalidad con migración interna y la condena a la discriminación y a la segregación.
Con todo el dramatismo que en si mismo envuelve la trama, Daranas propone una salida digna. Hay un “precio” que pagar éticamente. Es que en el sentido de Walter Benjamin, todo monumento de cultura –de civilización- es, también, uno de barbarie. Y es aquí donde la historia da un giro. Hay un retoño. Alguien finalmente “entiende”. Sigue siendo un maestro quien nos devuelve una tímida esperanza.

Cada minuto de “Conducta” es un placer estético y visual. El impecable montaje y fotografía hacen, además, que la historia fluya sin fisuras. Una escena impacta al comienzo de la película: la de Chala, masculinamente serio, echando una paloma a volar en el cielo de una Habana que se ha ido destiñendo, lo que no le quita un ápice su particular belleza. Las palomas van a estar presente a lo largo de la película, llenas de significado. En la imagen inicial, Chala sostiene una en alto y el animal aletea peleando por zafar de la prisión de la mano. La cámara registra la lucha y esos segundos descalifican el grito de libertad con el que usualmente se identifica a las palomas. Evocarán, después, otra metáfora, más relacionada a la tristeza y decepción - como aquellas de Rodoreda en la Plaza del Diamante-, de quien aun ante un cielo diáfano, sin fronteras, no tiene en su mano –porque no puede tenerla- la posibilidad de una salida. Pero la paloma también alude a las virtudes espirituales sobre las que la película discurre: la piedad, el candor, la caridad, la mansedumbre, y también –por qué no-, una tímida alegría. De todo eso nos habla “Conducta”.

A más de la destacada actuación de Rodríguez y del Armando Valdés Freire como Chala, es ponderable la del grupo de niños y niñas que hacen de compañeros de clase de aquél, como amigos y antagonistas, sin ninguna experiencia actoral.

Hay oficio en el trabajo de Daranas, que se hizo a partir de mínimos recursos y solo demandó siete semanas; sensibilidad en la mirada, en el manejo del tempo del drama y en el hecho de que se gana al espectador, despacito, sin apelar a golpes bajos.

“Conducta”, galardonada en su país y candidata a los premios más importantes de la cinematografía, abrió la Edición 2014 del Festival Iberoamericano de Cine de Nueva Inglaterra. Sin duda alguna, el cine de nuestra América - como decía Martí-, no podía estar mejor representado.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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