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Todo es cierto (2018)

Todo es cierto
100 min.
6.0
540
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Sinopsis
Corre el año 1613. William Shakespeare es reconocido como uno de los mejores escritores de su tiempo, sus obras son aclamadas y sus malos momentos económicos parecen haber quedado atrás. Sin embargo, todo cambia cuando el popular Globe Theatre se quema dejando tras de sí poco menos que sus cenizas, obligando al dramaturgo a volver a su ciudad natal, Stratford, donde debe enfrentarse a un complejo pasado y su propia familia, a la que no le une nada más que sus lazos sanguíneos. Perseguido por los recuerdos de la muerte de su único hijo, Hamnet, Shakespeare hace todo lo posible por arreglar la relación con su mujer e hijas. No será fácil, dado que para ello primero debe aceptar su propio fracaso como padre y marido, además de lidiar con los problemas familiares que quiso dejar atrás en el pasado. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Literatura Teatro Siglo XVII
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
All Is True
Duración
100 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Shakespeare: Biopics
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7
Sobre cómo el cine (que es público) asume lo privado de un hombre público
Vi “All Is True” (“El ultimo acto”, 2018, RU), dirigida y protagonizada por Kenneth Branagh [1960-] –reconocido como uno de los actores y directores que mejor conoce las obras shakesperianas–, y con guion de Ben Elton. El reparto es de lujo: Kenneth Branagh (aplausos), Judi Dench
(aplausos), Ian McKellen (aplausos) y Jack Colgrave Hirst, entre otros. La película narra los últimos años de la vida del mejor escritor en lengua inglesa: William Shakespeare, quien se retira a su hogar, con su esposa e hijas, luego de que su teatro, el famoso Globe Theatre, se quemara en 1613. En dicho retiro con su familia, Shakespeare intenta cerrar el duelo por la muerte de su hijo y reencauzar la relación con su esposa e hijas. Ahora bien, la cinta se caracteriza por estar entre el drama romántico y el biopic. Pero no crea el espectador que es un filme histórico de uno de los personajes más controvertidos (a la vez del que no se conoce tanto como se cree) de la historia de las letras, sino que es una versión libre, con algunas conjeturas y especulaciones, del período menos conocido de Shakespeare. Desde el plano estético, hay méritos importantes como las interpretaciones estelares. Por ejemplo, es magnífico el diálogo entre el Conde de Southampton (Ian McKellen) y Shakespeare (Branagh). Aplausos merece, además, la fotografía, responsabilidad de Zac Nicholson. En cuanto al contenido, ya aclarado que la obra no pretende darle al espectador una verdad sino una interpretación especulativa en tono dramático –como le hubiera gustado al propio Shakespeare–, podríamos mencionar el relevante toque de humor y los matices de ternura que terminan por humanizar al ídolo. A fin de cuentas, toda gran persona no deja de ser eso, una persona, sometida a intrigas públicas como privadas, con problemas que pueden ir desde lo digestivo hasta asuntos de Estado. Aquí Shakespeare está representado como alguien atravesado por el drama del autoexilio (el retiro de un hombre exitoso a sus aposentos privados), las tragedias familiares y los traumas personales, como cualquier mortal de la era isabelina, aunque resalta la narración es que son problemas intensos –aunque comunes– de un ídolo universal. Es que un daño de estómago no será retratado igual si quien lo padece es un soldado o un mariscal. Con base en lo anterior, quisiera invitar a meditar lo que significa reconocer la humanidad del deificado, en este caso, la dramaticidad (que supone la cotidianidad y la normalidad) de la vida privada de un hombre público. Empero, poner las luces del cine (que son públicas) sobre esa cotidianidad-normalidad de los grandes hombres, sigue siendo la lógica de pensar como público lo que es privado o personal. Solo si la película pudiera mostrarnos que los padecimientos personales son comunes en dicha época, pero no por ello menos intensos para quien los sufre, podría el espectador entender la humanidad del ídolo. Tristemente, esta cinta centra demasiado su lente, que es público, en la vida privada de un hombre más que público, una persona que, como Aquiles, ya es universal. La recomiendo entonces. 2020-01-27.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Acto final de una vida fascinante
Kenneth Branagh vuelve una vez más a su gran obsesión y objeto de estudio, Shakespeare y su obra, para meterse esta vez él mismo en la piel del autor de Hamlet en esta encantadora película.
Muy controlado como actor (algo que no siempre sucede, ya que el protagonista de Frankenstein tiene mucho al exceso y a los manierismos, a veces hasta extremos bastante irritantes), Branagh aborda los últimos e interesantes años de la vida del bardo de Stratford, incluyendo su complicada relación con su esposa Anne Hathaway y la interesantísima herencia que dejó a sus dos hijas Susanna y Judith, y la complicación que ésta revistió debido a los problemas legales del marido de Judith. Branagh nos cuenta toda esta problemática con mucho entretenimiento, el sabido buen hacer técnico de las producciones británicas (cuantísima elegancia, por favor...), y por supuesto un reparto de lujo. Judi Dench está como siempre fabulosa, Ian McKellen deja huella pese a lo breve de su personaje (ver cuando le dice a Shakespeare que Londres lo necesita), y no conviene olvidar a Lydia Wilson y Kathryn Wilder como las dos hijas del bardo, sin achantarse ante tamañas leyendas con las que comparten pantalla y dando vida a dos mujeres en muy distintas circunstancias vitales.
Una pequeña joya a descubrir, encantadora e ilustrativa.

Lo mejor: Su enorme encanto, su descripción de los últimos años de vida de Shakespeare y la interpretación de Branagh y Dench.
Lo peor: Nada, salvo que es sin duda una obra "menor" en la carrera de todos los implicados.
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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