La letra escarlata (1973)

Aunqe no es la mejor adaptación de la obra de Nathaniel Hawthorne escrita en 1850 , la película del entonces, muy joven director Win Wenders tiene su interés en el tratamiento visual y estético de este encargo alimenticio que el cineasta alemán siemre ha detestado, al parecer por no estar de acuerdo con el montaje final. Producto atípico dentro de su filmografia que le sirvió para descubrir a la niña actriz Yella Rottländer, protagonista de su siguiente film "Alicia en las ciudades". Otro de los valores a destacar es su denuncia del puritanisrmo más atroz, la hipocresía más contumaz, desarrollada en una comunidad de colonos europeos en tierras de Nueva Inglaterra durante el siglo XVII, siemre extrapolable a una dimensión universal.

La bella austríaca Senta Berger, es la destacada protagonista que encarna a Hester Prynne, la mujer marcada por la defensa de sus convicciones, que también han interpretado Lilian Gish en la versión de Victor Sjöstrom; o Demi Moore en la versión de Rolland Joffé. "La letra escarlata" no es sólo la obra más popular del escritor norteamericano, sino una de esas novelas que el cine adapta periódicamente adecuándola a las características técnicas del momento y al correspondiente contexto histórico de periodos muy diversos. Al menos esta coproducción hispano-alemana rodada en Galicia tiene la virtud de ser breve (poco más de 75 minutos) y concisa, va directamente al centro de la cuestión.

Esa letra A mayúscula grabada en rojo, la marca del adulterio y de la vergüenza, el estigma de la mujer adúltera por lo que es repudiada en su comunidad y desterrada a la isla de los condenados. Un drama sobre la intolerancia y la cerrazón, la superstición y los prejuicios morales, el amor furtivo y la cobardía a plantar cara por parte masculina. Un fresco dotado de un espíritu mesiánico, de prácticas inquisitoriales, que aboga por un claro discurso progresista en el mejor sentido de la palabra, tantas veces pervertida. En definitiva, la superación del ser humano por abandonar su pasado oscuro y poco alentador e incorporarse a una nueva vida con esperanzas de futuro.

Nunca termino de creerme este tipo de historias pero el caso es que empecé a verla con pocas expectativas y salí gratamente conmovido. Algo debe de tener esta cinta cuando no me dejó indiferente y eso que a mí Wim Wenders no me emociona tanto. Pienso que nuestra mirada sobre el pasado no puede ser limpia puesto que está cargada con el peso de nuestra ignorancia. Si en el pasado se quemaba a gente nosotros no podremos llegar a entenderlo porque aquel clima y aquella mentalidad han muerto en la actualidad. Por eso plantearse estos viajes al pasado resulta chocante a día de hoy. Rasgarse las vestiduras por un tema como la paternidad de una criatura me parece hipócrita y machista pero claro, yo hablo desde la óptica actual, habría que ver en aquel tiempo.

El eterno mito del adulterio pero enjuiciado desde una óptica muy masculina y al final, claro, siempre pagan las mismas. Ser padre no debería ser un hecho tan trascendente y hasta que no rompamos con estos tabús seguiremos viviendo con miedo, como en la Edad Media. Ser víctima de las habladurías ¿a quién puede agradarle? Pero vivimos en comunidad y hay errores que no se perdonan. El espíritu de la Santa Inquisición ¿acaso sigue vivo entre nosotros?

No quiero exagerar con mi crítica pero para ser de Wim Wenders opino que la película no está nada mal. Buena factura y correctas interpretaciones, no se hace larga ni pesada pero reconozco que es un film para paladares especiales. VOY A SUBIRLE LA NOTA A SIETE.