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Cuando un extraño llama (2006)

Cuando un extraño llama
92 min.
4.4
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Jill Johnson (Camilla Belle), una estudiante de bachillerato, se prepara para trabajar de canguro una noche más en una casa situada en una lejana colina. Una vez dormidos los niños, Jill asegura la puerta y conecta la alarma. Pero la tranquilidad de la joven se transforma en miedo cuando unas misteriosas llamadas telefónicas insisten en que compruebe si los niños se encuentran bien. Su miedo se convierte en terror cuando, gracias a la policía, localiza las llamadas y comprueba que proceden del interior de de la casa. (FILMAFFINITY)
Género
Terror Thriller Remake
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
When a Stranger Calls
Duración
92 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
"Una idea modestamente inteligente ejecutada de forma mediocre. Es otro remake más grande pero más flojo de un 'supuesto' clásico del cine de terror de los 70"
[Variety]
"El argumento y las actuaciones son demasiado prededibles e histriónicas para ser tomadas en serio (...) Puntuación: ★★ (sobre 4)."
[Premiere]
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Negativa
5
HITCHCOCK TRES DELÍCIAS
Fred Walton realizó sendas películas, “When a Stranger Calls” (1979), y “When a Stranger Calls Back (1993), que Charles Durning interpreta con una maestría envidiable, aunque ambas cintas no lograron alcanzar el lugar de culto que les correspondía.

En vez de seguir con una tercera entrega, que habría sido quizás demasiado repetitiva como para presentarla como continuación del argumento de las precedentes, Simon West dirige una nueva con idéntico título que la primera, pero no como “remake” tal y como entendemos este concepto (o debería entenderse).

El denominador común de todas ellas es la innegable mimética formal y estilística que en su tiempo utilizara Alfred Hitchcock, teniendo esta que nos ocupa, tres ingeniosas referencias al catálogo del maestro británico, y que comentaré más adelante.

Para nada se puede comparar esta con la franquicia de “Scream”, “Halloween” u otras del llamado “slasher”. Ni mucho menos pretender que bebe o adapta formas usadas por los advenedizos de los últimos cuatro lustros. Hay que remontarse más allá en el tiempo, para buscar en los “psicothrillers” que rayan la frontera del terror, de las décadas de los 60, 50, y hasta incluso los 40, una adecuada analogía.

Pero debido al hecho de que la audiencia, especialmente los palomiteros, los que se supone que llevan un cierto bagaje, o incluso los que estudian o se dedican al séptimo arte, son grandes desconocedores, o desmerecen, todo producto anterior al siglo XXI por esa estúpida creencia de que “lo de antes” está superado y no sirve para nada, pues pasa que nos hallamos con sacrílegos de primer grado, que comparan el trabajo de Simon West con el de Wes Craven, o analizan en clave de terror (el barato, el de sustos y vísceras), lo que en su esencia es otro tipo de película (usen el anglicismo que sea para etiquetar).

Aparentemente se trata de una historia de adolescentes para adolescentes, pero el hecho de que la protagonista, la víctima acosada y su círculo de iguales estén ubicados en la franja de edad de los bachilleres, puede que sólo responda al hecho de que el guion quiera reforzar la supuesta vulnerabilidad de las presas del anónimo asesino.

Ya antes de centrarnos en la top del elenco (Camille Belle, que hace honor a su apellido por lo guapa y atractiva que es), la escena introductoria con la que empiezan los títulos de crédito nos pone en antecedentes: al lado de un parque de atracciones, desde la perspectiva del exterior, ya somos testigos del juego del villano, acosando por teléfono, y masacrando a una familia, cuyos restos encuentra y saca de la casa la dotación de la policía que acude a la mañana siguiente, al lugar de un atroz asesinato, silenciado por el estruendo de las norias y de los autos de choque.

Por lo tanto, el espectador ya sabe algo que va a suceder, y que la joven Jill ignora cuando su padre la trae a la casa donde trabajará como canguro durante la noche, y en la que vivirá una terrible experiencia. En ello, observamos una cinta de suspense sin paliativos.

A tenor de lo visto en los primeros minutos, tenemos la información de un peligro que acecha (el asesino), y una joven estudiante que, muy previsiblemente, tendrá que habérselas con él. Lógicamente, no importará tanto la identidad del malo, ni su relación con el resto de los personajes, o que sea uno de ellos, como ocurre en las de misterio, que detrás de una trama de la que sólo tenemos pistas, igual que el protagonista, nos identificamos con él para descubrir quién es el criminal.

Simon West propone un proceso de tensión emocional en el que unas víctimas potenciales, sin saberlo, están metidas en la boca del lobo, y sólo es cuestión de tiempo de que el monstruo salte sobre ellas, con el añadido de que primero se dedica a juguetear por teléfono con su presa.

Este hilo de presión que irá en progresivo augmento, ya empieza nada más ver como el padre de Jill la trae en coche a la casa de los Mandrakis. Mientras, en la conversación que mantienen, el guión nos justifica la razón por la que la muchacha se quedará sola en un escenario que se nos hará sobrecogedor, por su siniestra inmensidad y lo lúgubre que se configura, a pesar de ser de lo más molona y moderniqui.

Así, la impresión de soledad y desamparo de Jill quedará mucho más realzado (con los agravantes de que apenas aparecerá la criada, los niños que cuida, que supuestamente duermen en su habitación, y el propio Dr. Mandrakis; sólo veremos a su mujer dando alguna instrucción básica a la novata canguro). Para postre, la chica acaba de cortar con su novio, al que representa que pilló besando a otra (nos quedaremos pues sin héroe salvador), y al que, igual que al resto de los compis, no podrá ver en la fiestuqui que organizan aquella noche, porque su papi la ha castigado por pasarse de minutos al móvil (nada más que 800, pero comprensible si los usó para echarle el puro a su infiel maromo). Como buen progenitor que es, la sanción consiste en ganarse unas perras vigilando a unos chiquillos en una mansión de lujo, pues parece que el hombre es de los que creen no sólo en el valor punitivo, sinó también educativo de las sanciones (así la niña sabrá la pasta que cuesta mantener una cuenta telefónica).

El decorado principal en el que se desarrollará casi toda la acción, exceptuando el preámbulo y el epílogo, es esta opulenta vivienda, con todas las pijadas tecnológicas habidas y por haber (como por ejemplo las luces de encendido automático, apertura de puertas y cristaleras, y un largo etecé… ). Como si Jill estuviera en uno de esos inexpugnables castillos de la Edad Media… ¿¡Cómo podría imaginarse lo que iba a suceder!?.

La inmensidad del lugar, la constante luz apenumbrada de diferentes tonos (azulados con el reflejo del exterior, amarillentos en el interior), que cuida la fotografía de Peter Menzies Jr., el tiempo ventoso que se gira en el exterior, la vista a lo lejos de la casa de invitados donde se enciende una luz…
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Cuando llame un tal Simon West, no contestes
La filmografía de Simon West ya es lo suficientemente digna como para incluirle en la lista de criminales fílmicos del mainstream americano. La última de este elemento se titula "Cuando llama un extraño". Aunque lo de extraño debería sustituirse por pesado. ¡Venga llamar!
No es el único, la cosa es darle la noche a la pobre y monísima Camilla Belle.
Toda la humanidad se ha puesto de acuerdo en llamar a la casa en la misma noche y Camilla debería plantearse cambiar su oficio de niñera por teleoperadora.
¡Qué maestría contestando el teléfono! ¡Qué pose perfecta para un anuncio! ¡Qué conflicto! ¿Lo cojo o no lo cojo? ¿Me cogerá o no me cogerá? ¿Me lamará mi Bobby para volver? ¡Jo, qué dificil es ser la heroína de una peli de terror americana!

El que también debería replantearse cambiar de oficio es Simon West. Que intenta por todos los medios y pretendidamente hacernos creer que todo este artificio de terror efectista puede colar como tensión. Intentar mantener durante casi ochenta minutos una supuesta tensión en un único escenario a base de llamaditas nada obscenas, sustos gatunos, visitas a la despensa y paseitos por una lujosa casa no es cine de terror. O al menos yo no lo conozco como tal.

Todo se reduce a diez minutos donde "Cuando llama un extraño" se confirma como hija ilegitima del último Wes Craven, de su destrucción de mobiliario, correteos y persecuciones varias y sus mil recursos que no sorprenden a nadie.

Bastante mala.
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30 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
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