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Twin Peaks: The Return (Serie de TV) (2017)

Twin Peaks: The Return (Serie de TV)
60 min.
7.8
7,771
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Sinopsis
Serie de TV (2017). 18 episodios. Continuación de la serie de culto "Twin Peaks", que vuelve a contar con gran parte del reparto original además de nuevas incorporaciones. La historia continúa alrededor de los personajes de Dale Cooper (Kyle MacLachlan) y Laura Palmer (Sheryl Lee), pero 25 años después. Mientras el agente sigue atrapado en la habitación roja, su alter ego macabro y sanguinario imparte el terror a su alrededor. Un nuevo asesinato será determinante para que Cooper pueda "ser liberado"... pero mucho antes, en un sótano de un rascacielos en Nueva York, "alguien" se le ha adelantado. ¿Eres tú, Bob? (FILMAFFINITY)
Género
Serie de TV Intriga Thriller Drama Surrealismo Secuela
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Twin Peaks: The Return
Duración
60 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Twin Peaks
Links
Premios
2017: Globos de Oro: Nominada a mejor actor miniserie/telefilm (MacLachlan)
2018: Emmy: Nominada a mejor dirección y guion
6
La pérdida del equilibrio
¿Sabéis esas obras que requieren más esfuerzo y paciencia por parte del espectador que la recompensa que uno va a recibir a cambio? Eso es lo que me ha parecido la tercera temporada de Twin Peaks.

Me encanta Lynch. Lost Highway y Blue Velvet están entre mis películas favoritas, y Twin Peaks es sin duda mi serie favorita. Lo que ha ocurrido en este nueva temporada para mí es evidente: el universo de Lynch ha absorbido totalmente Twin Peaks, perdiendo el equilibrio que hacía tan especial a la serie.

¿Qué equilibrio? El que encontrábamos en los contrastes surrealismo-realidad en la serie original. En una película de dos horas quizás no necesitamos tanto conectar con los personajes y las situaciones, y puede ser mucho más disfrutable dejarse llevar por el juego de la distorsión espacio-tiempo, las realidades paralelas, los doppelgängers y todos los elementos recurrentes en la filmografía de Lynch.

En una serie de cerca de 18 horas, seguir una trama codificada a conciencia, distorsionada y que da lugar a mil y una teorías requiere paciencia, y para mí la fórmula necesaria es tan evidente como difícil de conseguir: dame motivos para disfrutar el viaje.

El viaje de 18 horas es en ocasiones divertido, sorprendente, aterrador. El problema, sin embargo, es que en gran medida el viaje es frío, inconexo y poco cautivador: parece más bien un puzzle caótica e intencionadamente desordenado al que no solo le faltan piezas, sino que además parece que han roto muchas de ellas.

Todo lo que transmitía la Twin Peaks original, la fuerza de sus imágenes, de sus personajes, de sus situaciones, está totalmente diluido en esta tercera temporada.

Y claro que puedo disfrutar leyendo teorías sobre esta tercera temporada, y ver cómo encajan y le dan sentido, pero eso no cambia una diferencia primordial con la serie original: no necesitaba entenderlo todo para amarla.
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124 de 182 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
The Man from Another Place
Después de ver los episodios iniciales, sé que está volviendo a suceder: el aire huele a abetos Douglas.

“La sensación de lugar es un aspecto crucial en el cine, porque deseas entrar en otro mundo. Cada historia tiene su mundo propio, su propia atmósfera, su tono. Tratamos de ensamblar las piezas –cada pequeño detalle– para crear esa sensación de lugar.”

“El sonido y la iluminación son esenciales. Los sonidos que se perciben en una habitación pueden ayudar a crear un mundo en ella y hacerlo más completo. Aunque muchos decorados resultan apropiados para tomas de conjunto, yo considero que también deberían ser lo suficientemente buenos como para ser observados desde cerca, mostrando sus detalles. No importa que nunca se vayan realmente a ver, tienes que sentir que están ahí, sentir que estás en un lugar real, un mundo verdadero.”

Twin Peaks es, ante todo, un mundo; un lugar de cine vertebrado en torno al mito de una chica ausente, Laura Palmer, misteriosa y salvajemente asesinada. Es un lugar de cine cerrado y acotado, enriquecido por la presencia beatífica y genial de Kyle MacLachlan, que encarna al singular agente Cooper. Recorremos la serie convencidos de que el Mal y sus metástasis jamás podrán con semejante paladín. Y el desenlace, en la Habitación Roja, nos deja desolados.

(25 años después)

El reto al que se enfrenta ahora David Lynch es formidable. Tras desvelar la identidad del asesino, el mundo de Twin Peaks se vino abajo. En palabras del propio director “It killed the thing”. A pesar de ello, el último episodio culminaba con una promesa de reencuentro. Hasta dentro de veinticinco años, le decía Laura a Coop. Y mientras tanto…

David Lynch se encuentra con un pueblo que ha vivido dos décadas y media de pura oscuridad. Sus habitantes han envejecido (tenemos la impresión, al menos en los primeros capítulos, de que los 51.201 pobladores del cartel siguen siendo inamovibles) aunque observan los mismos ritos que hace años, en la oficina del sheriff, en el The Great Northern Hotel o el Bang Bang Bar, con lo que queda amplificada la extrañeza. Especialmente conmovedora es la aparición de Catherine Coulson, la mujer del leño, con sus gafas de oxígeno y su cabeza despoblada.

Como ya hiciera en ‘Twin Peaks: fuego camina conmigo’, David Lynch ensancha el universo geográfico de la serie original. ‘Twin Peaks: The Returm’ desborda las fronteras de Twin Peaks. Nos muestra un mundo en que podrían encajar los mundos de ‘Cabeza Borradora’ –el árbol de la Habitación Roja, en que ha mutado, al parecer, el Hombre de Otro Lugar–, ‘Mulholland Drive’, ‘Carretera perdida’ y el de la fascinante ‘Inland Empire’:

“...carecía de guion. La fui escribiendo escena a escena, sin demasiadas pistas de hacia dónde me estaba encaminando. Pese al riesgo, tenía la sensación de que, al existir un campo unificado que todo lo contiene, las ideas de aquí y de allá acabarían conectadas.”

Pienso que ese proceder –apuntes, intuiciones, detalles muy precisos, exactitud y libre asociación– está en la base de esta ‘Twin Peaks: The Return’ que tiene trazas de ir a ser, si nada lo remedia, el testamento del más grande artista de la actualidad.

No se puede ir más allá con el sonido y su edición (el zumbido electrónico, el viento entre los árboles, la música o atmósfera). El humor surrealista, el tempo, la infección que se propaga. David Lynch pretende conjurar un mundo fractal que son todos sus mundos; llevar al límite su genio creador. Concibe un ortoedro transparente que bien podría ser lugar de encarnación para los seres torturados que pinta Francis Bacon; un recinto difícil de olvidar. Una televisión vacía y lista para el virus.

Estos primeros balbuceos no están exentos de asperezas: habré de acostumbrarme al Doppelgänger del agente Cooper, tiznado y melenudo, y al irritante iluminado Dougie Jones; tendré que digerir la ejecución violenta, no sé si necesaria, de tanto secundario; será preciso, en fin, entrar en este nuevo mundo y ver si, fatalmente, su campo unificado nos empapa.

El reciente documental ‘David Lynch: The Art Life’ se centra en sus pinturas. Y sin embargo, por lo visto hasta el momento, me atrevería a decir que esta serie es su trabajo más decididamente pictórico: en la composición, la luz y los encuadres; en la inmovilidad de algunos planos. Como ya hiciera en sus inicios, hay aquí pintura en movimiento.

“Eran las tres de la tarde. Pintaba el cuadro de un jardín nocturno, que contenía mucho color negro y plantas verdes emergiendo de la oscuridad. De pronto, las plantas empezaron a moverse y pude oír un viento que soplaba (...) Pensé, ‘¡Oh, qué maravilla!’ Y empecé a preguntarme si el cine sería una manera de hacer que las pinturas se movieran.”

Como en un bucle, su cine retorna a la pintura.

Intuyo que ‘Twin Peaks: The Return’ es un viaje de regreso. Confío en que, como en ‘Inland Empire’, al final del trayecto esté la redención. Deseo que el agente Cooper encuentre la salida y venza al monstruo que le mira en el espejo. Llegará a la barra, pedirá una tarta de cerezas y un café; y como si de un rito tibetano se tratara, ofrecerá sus donuts al espectador.

“Me encanta ver a las personas saliendo de la oscuridad”, escribe David Lynch. Y no hay placer más grande que vivirlo en la pantalla.

===

Cuando estuvo en Madrid, en la presentación del desastroso pase de ‘Cabeza Borradora’ y sus bobinas en desorden, le pregunté si iba a rodar alguna otra película. Su respuesta: “Tal vez”, me dejó frío –como si la novia dudara en el altar.

Me resistí a aceptar que sopesara interrumpir su matrimonio con el cine. Acto seguido, le regalé ‘Amberes’, de Roberto Bolaño. Quién sabe si lo habrá leído desde entonces. Pocas veces lo que uno ha urdido sucede luego como estaba planeado. Me complace pensar que algo de ese libro –una mota, un mínimo detalle– podría estar en esta nueva entrega de ‘Twin Peaks’.

La realidad, con David Lynch, jamás supera a la ficción.
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