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Ana, mi amor (2017)

Ana, mi amor
122 min.
6.0
830
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Tráiler (RUMANO con subtítulos en ESPAÑOL)
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Sinopsis
Los jóvenes Toma y Ana se conocen en la universidad, se enamoran y se casan. Toma cuida de ella y parece estar al mando de la situación, cuando, en realidad, únicamente está gravitando en torno a una mujer a la que no puede comprender. Cuando Ana vence sus miedos y logra triunfar, Toma permanece aislado, intentando comprender el torbellino que ha sido su vida con ella, enmarcado en la profunda represión y los tabúes de la sociedad rumana. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Enfermedad Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Rumanía Rumanía
Título original:
Ana, mon amour
Duración
122 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2017: Festival de Berlín: Contribución artística sobresaliente (montaje)
7
Dependencia, Independencia
El cine rumano que se está estrenando en España – en cuentagotas, pero de forma regular – suele tener mucho interés, ya que adopta una mirada fría, desapasionada, casi clínica sobre los problemas cotidianos de sus conciudadanos. Y ese enfoque en apariencia epidérmico y ecuánime le añade un barniz y lustre que lo convierten en una exploración y denuncia de una realidad social pobretona, inhóspita y gris que podría haber permanecido oculta si no hubiera obtenido el foco de atención de unos cineastas apegados a los problemas cotidianos de sus semejantes, sin afán de denuncia, sino con el objetivo de ser notarios de una existencia al borde del anonimato y del olvido. Recuperando así la tradición de la cosecha neorrealista italiana de antaño: documentar las carencias diarias sin olvidar los ensueños cotidianos.

Y ahora llega una versión asfixiante y menesterosa de ‘Dos en la carretera’ que más bien debiera llamarse ‘Dos enamorados urbanos y necesitados’. Porque en realidad estamos ante la autopsia egoísta y angustiosa de una historia de amor basada en la exigencia implícita de sumisión y dependencia y el afán disolvente y periódico de independencia, es decir, la obligación de ser amado para ahuyentar los fantasmas y terrores de la soledad, para exorcizar el sentimiento de inferioridad, para espantar el trauma de la falta de amor, para conjurar la condena del fracaso. No hay peor comienzo para una historia de amor que la fantasía de erigirse en príncipe azul salvador de princesas menesterosas: castillo de naipes, falacia suprema.

Y además se suelen encajar piezas en apariencia disímiles que encuentran un provisional acomodo en sus mutuas carencias y miserias: dos caracteres dependientes en busca de un refugio protector en el que acallar sus inquietudes y temores. Pero basta con que uno de ellos – por lo general, el que a primera vista era el más necesitados de los dos –se mueva y trate de soltar lastre y desanudar las amarras que lo ataban al amparo del mojón protector, para que todo se venga abajo y se cambien las tornas… y el independiente se vuelva dependiente, desvalido y exigente. La necesidad de ser necesitado es un cáncer que correo las relaciones humanas y provoca el naufragio de cualquier romanticismo. La sensiblería inoportuna e indigesta provoca hastío y rechazo, garantizando el fracaso del querer.

Cinta desapacible y amarga, que juega con destreza con los saltos temporales, que muestra la cara y la cruz del afecto, que desvela las mentiras inconfesables de las relaciones, que denuncia las tretas y ruindades del despecho… Quizás no nos guste vernos reflejados en este espejo doloroso, pero es lo que hay.
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19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Pequeño comentario de cine. Ana, mon amour.
Interesante película rumana de Cãlin Peter Netzer premiada en la Berlinale de este año con el oso de plata. El argumento investiga en los vínculos emocionales que los afectos pueden establecer en las relaciones de pareja. Se une a Amar de Esteban Crespo en esta indagación. Para poder escenificar su neurosis, Ana elige a Toma. La elección no es gratuita pues Toma es una excelente pareja para esta follie a deux ya que le aporta su mundo neurótico personal. La posible causalidad que se propone es común a las historias de los dos aunque esta búsqueda de los orígenes de las conductas es irrelevante y anclada a una doctrina de la causalidad traumática que no se sostiene. Reflexiones profanas, psiquiátricas, teológicas y psicoanalíticas pueblan los diálogos de la cinta mientras las vidas de los protagonistas siguen un curso evolutivo convencional de matrimonio, paternidad y estabilidad laboral. Pero el juego neurótico se consume cuando uno de los participantes da un salto cualitativo y quiere vivir otra vida para la que el acompañante no está preparado. La pareja ha sido una estación en la maduración de la persona, un instrumento de entretenimiento, un peldaño en la escalera de subida o de bajada, nunca un objetivo de cuidado y respeto. Aturdimiento y despecho son las sensaciones finales de este desencanto. Esto ocurre en otras relaciones como la amistad, el compañerismo laboral, la fraternidad de las asociaciones y en las relaciones paterno-filiales. Qué difícil y aburrido es estar sano.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
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