Maratón americano (1979)

Esta divertida y sorprendente sátira política, muy de aquella época de fines de los 70 en que, tras la Guerra de Vietnam, terminaba la presidencia de Jimmy Carter, antes de que Ronald Reagan devolviera a su manera a los norteamericanos el orgullo patriótico que habían perdido, merece un visionado de cualquier cinéfilo curioso.

Y más si es un mínimo observador y conocedor de la historia y políticas recientes de este planeta. Pues no deja de ser chanante contemplar cómo se pensaba entonces, siquiera fuese a través de la hipérbole de una sátira, el futuro próximo que hoy es pasado reciente. Y constatar en que se acertó y en qué no en ese pronóstico, por distorsionado por lo satírico que fuera.

En 1998, veinte años después de la producción de la peli, los indios norteamericanos se han hecho ricos vendiendo zapatillas 'Nike' y reclaman al Gobierno norteamericano una deuda de 400 millones de dólares que no puede satisfacer, porque el Tesoro está en bancarrota. La enésima crisis del petróleo ha eliminado la gasolina y el tráfico rodado, por lo que la gente utiliza la bicicleta o el 'jogging' como principal medio de transporte y hay un importante sector de la población que utiliza los los viejos coches como vivienda.

Para satisfacer la demanda del pueblo indio, el presidente Chet Roosevelt (John Ritter) decide organizar un telemaratón, ya que la tele sigue siendo el gran entretenimiento del pueblo norteamericano, para recaudar fondos.

A todo esto, Vietnam se ha convertido en una especie de paraíso turístico, como antaño la Riviera francesa, para las elites económicas mundiales, y las dos principales potencias mundiales son una China renacida gracias al capitalismo y la nueva república hebreo-arábica, después de que los creyentes en Yaveh y Alá olvidaran sus rencillas. Europa y Rusia han sido reducidas a la mínima expresión y el Reino Unido es un estado más de Estados Unidos en la que las principales autoridades son, no obstante, la exReina Isabel y el Gobernador Carlos. Por supuesto que nadie conoce ni sabe lo que es internet.

El filme, con momentos muy divertidos, es también en gran medida un musical, gracias a algunas de las actuaciones que tienen lugar en el telemaratón, entre las que hay que destacar las de Elvis Costello y Meat Loaf.

Rodada sin grandes alardes técnicos por un habitual de la comedia como Neal Israel ("Despedida de Soltero, 1984), la peli transpira por sus poros (la fotografía, el diseño de producción, la ambientación, el vestuario) horterismo setentero. Y aunque va un poco de más a menos, y tiene sus altibajos y absurdeces, en ningún momento se hace larga.