arrow

Buenos días, tristeza (1958)

Buenos días, tristeza
94 min.
6.8
2,334
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Disponible en:
Alquiler
Compra
Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Un verano radiante en la Riviera francesa. Cécile (Jean Seberg), una adolescente difícil y malcriada, ve con disgusto la relación entre su padre (David Niven), un atractivo y mujeriego viudo, y Ann (Deborah Kerr), su amante. El temor a perder el cariño de su padre y los celos que le inspira Ann, la llevarán a hacer todo lo posible por separarlos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Celos Melodrama Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Bonjour tristesse
Duración
94 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Reino Unido-Estados Unidos;
Links
Premios
1958: Premios BAFTA: Nominada a mejor guión británico
7
El culto al placer
Película de Preminger, basada en la novela de Françoise Sagan, que levantó en su día una gran polémica y obtuvo un gran éxito de ventas. La película se presenta como la evocación en blanco y negro por parte de la narradora y protagonista Cécile (Jean Seberg), de 17 años, desde un París invernal, de los recuerdos del último verano en la Riviera francesa, que se insertan en forma de diversos flash-back. Éstos están rodados en color y cinemascope en escenarios naturales de gran belleza y de presencia gradiosa y espectacular. La narración constituye una exposición sincera y desgarrada de una sociedad acomodada que aprovecha las vacaciones para rendir culto al placer. Lo hace desde una perspectiva de despreocupación, indolencia y sensualidad, en un marco natural en el que el sol, el mar, los deportes náuticos, la pesca deportiva, los paseos en lancha, el baile, la buena cocina, la bebida abundante, el juego y el clima social invitan a gozar de los sentidos sin inhibiciones y en plenitud. El culto al placer es el tema central de la novela y de la película. Su tratamiento se hace desde una perspectiva seductora y, a la vez, ambiguamente crítica, ya que se explica que la envidia, los celos, los temores, el resentimiento y la defensa de los propios intereses, generan enredos, maquinaciones y engaños tendentes a la marginación o al desplazamiento de aquéllos que quieren poner límites al deseo y a la pasión de otros. Los resultados, vistos por la protagonista desde la perspectiva que ofrece el paso del tiempo, la ubicación en un lugar diferente, los sentimientos de culpabilidad y la contraposición entre invierno y verano, generan en ella una sensación suavemente ácida de tristeza. La interpretación de Deborah Kerr (Anne), David Niven (Raymond) y Jean Seberg realzan y engrandecen la película. El entonces crítico de cine Jean-Luc Godard quedó prendado de la actuación de Jean Seberg hasta el punto de hacerla protagonista de su primer largometraje, "Al final de la escapada" (1959).
[Leer más +]
51 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
¡Muera la inteligencia!
Dice Robert Bresson en un coloquio a varias bandas: “La mayor dificultad radica en que todo arte es abstracto y al mismo tiempo sugestivo. No hay que mostrarlo todo. Cuando se muestra todo, no hay arte. El arte va de la mano con la sugestión. La gran dificultad que plantea el cinematógrafo, es precisamente no mostrar. Lo ideal sería no mostrar nada en absoluto, pero eso no es posible. Hay, por tanto, que mostrar las cosas desde un cierto ángulo, uno solo, que evoque el resto de los ángulos pero sin llegar a mostrarlos. Hay que dejar que el espectador adivine poco a poco, que quiera adivinar, y mantenerlo siempre en una especie de espera… Hay que conservar el misterio. Vivimos en el misterio. El misterio ha de permanecer en la pantalla. El efecto ha de venir antes que las causas, como sucede en la vida. Desconocemos la causa de la mayor parte de los sucesos que presenciamos. Sólo vemos su efecto y, más adelante, descubrimos su causa.”

Estas palabras, exactas y admirables, que bien pudieran haber sido pronunciadas por el mago del suspense, me sirven para señalar el principal defecto de ‘Buenos días, tristeza’. En esta película de Preminger, sin grandes defectos y rodada con oficio, no hay misterio. No hay lugar para el esfuerzo ni la participación activa del espectador. Todo queda balizado y subrayado con la fina brocha gorda del artesano estilista. La voz en off, las actuaciones relamidas, el obvio simbolismo de la luz, el blanco y negro y el color, un guión preciso y previsible, que lo pregona casi todo y nos mantiene al margen.

La historia ha envejecido mal, también su moraleja. Hay algún destello de arte cinematográfico –la canción; el aprovechamiento del espacio en ciertos planos generales; la escucha en fuera de cuadro del penoso y alegre galanteo; el rostro embadurnado de Cécile…– pero la cinta es aburrida. No ha conseguido interesarme el devenir de esta cuadrilla de pijos suntuosos.

Reniego de esta forma de hacer cine y, sin embargo, el Hollywood de hoy ya está varios peldaños por debajo de lo que aquí se nos ofrece. Como Simone Weil, tengo la certeza de que “cualquier ser humano, incluso si sus aptitudes naturales son casi inexistentes, es capaz de penetrar en el reino de la verdad reservado al genio, siempre y cuando desee la verdad y haga un esfuerzo permanente de atención para alcanzarla.”

No se precisan élites ni espectadores sobrehumanos, sino un uso activo de la sensibilidad.
[Leer más +]
41 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre Buenos días, tristeza
Fichas más visitadas