El príncipe y el mendigo (1977)

A pesar de estar dotado este filme con color, tecnología más avanzada y actores de gran fama mundial, no supera a la versión primera en blanco y negro de William Keighley (USA 1937). Aquella primera tenía más dinamismo, pasión y el enorme carisma de Errol Flynn, además del buen hacer de los dos protagonistas del intercambio, quienes eran verdaderamente hermanos gemelos, Billy Mauch (que hacía del mendigo Tom Canty) y Robert J. Mauch (que hacía del Príncipe Edward). Por contra esta versión de Richard Fleischer que nos ocupa hoy, resulta más monótona y aburrida, entre otras cosas porque Mark Lester tiene poca gracia y menos salero en su doble rol de personajes.

Eso sí, Charlton Heston hace un papelazo interpretando al rey Enrique VIII y deja patente una vez más de su genialidad o inmortalidad como actor.

La historia es preciosa, educativa, forjadora de carácter. Y ya sea en esta o en la primera versión de 1937, merece la pena verse y que la vean los niños y jóvenes.

No puedo, por más, que dedicar esta crítica a mis padres, allá donde estén...

Como prologo decir que es una de las películas de mi infancia, vista siempre desde un VHS, grabada en video de una vez que la pasaron, allá por mediados de los 80 del siglo pasado en TVE, una tarde de Sábado; todavía resuena en mi cabeza la B.S.O tintineante y sin duda ese olor a pipas viéndola (ese cuarto de pipas que mi madre me mandaba a comprar por la mañana sabiendo que era nuestro snack preferido para estos eventos, los Sábados era día y tarde de cine y noche de cine, muchas veces), un trabajo que inevitablemente me trae recuerdos eternos...olores, sabores y colores difíciles de olvidar y que ya no volverán, tampoco esas Navidades mágicas...

Por otra parte, un magnífico trabajo de ambientación y también de interpretación, destacando un MIMÉTICO e irreconocible Charlton Heston, brillando como Enrique VII de una forma más que bárbara, un magnético Oliver Reed, como siempre, caracter y eficiencia, y una serie de estupendos actores y actrices de reparto para acompañar un relato, si no brillante, si sumamente entretenido y resultón; emoción en una fábula histórica, rompiendo reglas y acontecimientos históricos que sin embargo resulta agradable de ver, Richard Fleischer condensa de modo eficaz la novela de Mark Twain y narra con sobriedad y contundencia, sin complicaciones y esto es de agradecer en un género indefinido para este título, en el que la aventura es su mayor atribución.

Buenos momentos, buen vestuario, estupenda fotografía a manos del maestro Jack Cardiff, aplicando a cada escena su caracter y tonalidad. Una historia de espadas, celos y venganza que, sin duda, mereció mejor crítica y éxito en su momento, quizá una cinta que se revaloriza poco a poco, pero alejada en la memoria de muchos y el desconocimiento de otros, un trabajo a revisitar y disfrutar...aunque solo sea para recordar.

Saludos