El grito de la muerte (1959)

En el folclore hispanoamericano la Llorona es un espectro, el alma en pena de una mujer que ahogó a sus hijos y que, arrepentida y maldecida por todos, vaga en su busca por las noches asustando a las gentes que escuchan su llanto desgarrador en la oscuridad.
En "El grito de la muerte", pena el alma de la tía Clotilde cuyos dos hijos se tragaron las arenas movedizas de la ciénaga del Esqueleto. Pena su alma y, misteriosamente, desaparece también su cadáver del panteón que la familia tiene en los sótanos del rancho.
Estamos en 1916, pero es igual. Para evitar en estos casos que los muertos insepultos deambulen por los bosques y los campos hay que clavar un cuchillo en el reloj cuando marca exactamente la hora en que murió. De esta forma se evita que regresen al lugar donde vivieron.
Es la tradición de las ánimas mexicanas que cumple al pie de la letra Dª María Vargas (Santoveña), hermana de la tía Clotilde que, incluso, establece una alarma en el féretro para alertar de la posible manipulación del cadáver. Para su sobrina, la joven Mª Elena García (Duval), se trata de meras supersticiones y supercherías.
La trama se complica con una serie de asesinatos que se cometen y que trata de resolver el comisario Gastón (Santos) y su caballo Rayo de plata.
El Doctor (Raxel), antiguo enamorado de Clotilde que ahoga en el alcohol sus pesares, tratará de ayudarlo. Extrae algunas balas en la camilla de su consulta previo lavado de manos y de cara, lo primero para desinfectarse y lo segundo para despejarse. Hay por allí montones de inyectables, fonendoscopios e, incluso, un cráneo humano. "Quiero morir cerca del lugar donde estuve a punto de ser feliz".
El tono de la cinta es tétrico desde los mismos créditos iniciales. Un asunto de terror desarrollado a través de un buen guion y de una dirección bastante digna. Incluso el color parduzco refuerza los tonos oscuros de las sombras alargadas que proyecta la luz de las antorchas sobre las paredes. Luces y sombras, música de terror, espectros que atraviesan paredes, lápidas que se descorren, ulular de gritos sobrehumanos ... es la maldición de la Llorona.
Pocos personajes, escenas casi siempre de interiores, iluminación expresionista, gritos de ultratumba, misterio y miedo, velatorios con muerta bien amortajada, rezo acompasado de las letanías del Rosario ...
Un western de terror gótico bien hecho, original, el espectador no adivina el desenlace. Tal vez sobre el "simpático" de turno, en este caso el bobalicón Coyote loco (Aguillón), el compadre de Gastón. Personajes regularmente trazados, ritmo un tanto lento, correctas interpretaciones.
En resumen, una buena película, original y desde luego recomendable a los aficionados al cine de terror y de misterio.