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Ese oscuro objeto del deseo (1977)

Ese oscuro objeto del deseo
103 min.
7.3
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Trailer (francés, subtitulado en inglés)
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Sinopsis
Durante un viaje en tren, de Sevilla a Madrid, el otoñal caballero Mathieu cuenta a sus compañeros de vagón la historia de sus infortunios amorosos con la bailarina Conchita. A partir de su primer encuentro en París, Conchita juega con la obsesión de Mathieu, haciéndolo pasar del deseo a la frustración y del amor al odio más furibundo. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Celos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Cet obscur objet du désir
Duración
103 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-España;
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Premios
1977: Oscar: 2 nominaciones: Mejor película de lengua extranjera, guion adaptado
1977: Globos de Oro: Nominada a mejor película extranjera
1977: Premios César: Nominada a mejor director y guion
1977: Círculo de Críticos de Nueva York: 4 nominaciones, incluyendo mejor película
1977: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor película extranjera
9
Humor para analizar el horror
Confiesa Buñuel que la última escena de esta película le conmueve: una mujer zurce un desgarrón en un encaje ensangrentado. Y él mismo no sabe la razón. A mí también me conmueve, y tampoco sé la razón. Buñuel ha llegado hasta aquí en su filmografía y yo también he llegado hasta aquí haciendo una pequeña crítica de cada una de sus películas, con una admiración creciente por una obra que me parece, en su conjunto, absolutamente genial.

En “Ese oscuro objeto del deseo” hay una síntesis de todo lo mejor de sus películas: está el sexo como poder absoluto de la vida, como arma para negociar, como esclavitud permanente mientras duran sus influjos. No recuerdo la frase exacta pero Buñuel vino a decir en sus memorias que cuando dejó de sentir la pulsión sexual se sintió más libre y reconfortado. Al personaje de Fernando Rey le ocurriría lo mismo. Lo suyo era un “sinvivir”, valga la expresión, detrás de una mujer, o de varias mujeres que, en el fondo, para él son la misma.

El otro tema recurrente: la realidad y el sueño. Los vasos comunicantes que existen entre ambos. Tema que proviene de los comienzos, de su etapa surrealista. Planos diferentes, pero entrecruzados.

Otro: la vulnerabilidad de los seres humanos, expuestos siempre a circunstancias que ellos mismos provocan, y que ellos mismos no controlan. Esos poderes toman diferentes formas: el egoísmo, la ambición depredadora, el llamado terrorismo.

El último: la religión como gran invento, y la iglesia como gran negocio. El pensamiento religioso crea coartadas, proporciona una serenidad ficticia. Los curas y las monjas, los obispos, los monaguillos, el mismísimo Jesucristo, los santos, las vírgenes, todo un ejército de impostores, de charlatanes profesionales.

De eso habla Buñuel en su obra. Con un lenguaje lleno de paradojas. Con una falta de respeto por las convenciones cinematográficas. Con una fidelidad extrema a sus propias preguntas. Con una alarmante ausencia de respuestas. Cine del desasosiego, cine del abismo, cine hecho en la oscuridad y que la ilumina fugazmente, con unos destellos poderosos, pero conscientemente limitados.

Cine de humor, cine posible para explicar lo imposible.
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84 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Las fluctuaciones del IPC
Los cinéfilos documentados descubrirán (metidos por ahí, entre lineas, supongo) los habituales retratos de una burguesía decadente, o símbolos sobre la ceguera que sufren los poderosos al intentar ver más allá de sus propias narices, o presagios sobre los últimos días del sistema capitalista...
Pero los cinefílicos despistados se toparán de morros con una grotesca (y un tanto misógina) caricatura del calientapollismo encarnado en una moza enervante y caprichosa que se enamora (y se desenamora y se vuelve a enamorar y así sucesivamente) de un patán que basa sus técnicas de seducción en el viejo método de ofrecer dinero y bienes materiales.

Resulta gracioso que la actriz protagonista se identificase tanto con su personaje que a medio rodaje se dio cuenta de que la película no le gustaba y abandonó el proyecto.
El cachondo Buñuel, pragmático y gandul como los buenos comunistas, se negó a rodarlo todo otra vez con una nueva actriz y contrartó a una chica nueva sólo para las escenas que faltaban.
De manera que Carole Bouquet y Ángela Molina interpretan el mismo personaje a ratos, alternándose ahora una ahora la otra, deconstruyendo el personaje de Conchita en periodos en apariencia caprichosos, y los enteraos tampoco pueden resistirse a esta provocación del azar y le encuentran simbolismos intencionados sobre las fluctuaciones del IPC o el ciclo menstrual o la violencia contenida o las fases de la luna o qué se yo.

Nota: notable.
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123 de 183 usuarios han encontrado esta crítica útil
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