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La dimensión desconocida: Las horas posteriores (TV) (1960)

La dimensión desconocida: Las horas posteriores (TV)
25 min.
7.0
224
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Sinopsis
Marsha White está buscando un dedal de oro en unos grandes almacenes. Al no encontrarlo, la envían al piso noveno. Allí se encuentra un lugar que parece abandonado. Después de ser atendida, se da cuenta de que el dedal que compró está rayado y acude al departamento de quejas pero allí le informan de que el edificio no tiene un noveno piso. Su sorpresa será mayor cuando descubra que quien le atendió se parece mucho a un maniquí en exhibición... (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Terror Fantástico Episodio de TV
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Twilight Zone: The After Hours
Duración
25 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Grupos
The Twilight Zone (Serie de TV 1959-1964)
9
34: La novena planta
Marsha White quiere regalar a su madre un dedal de oro. Pero cuando llega a unos grandes almacenes para adquirirlo empieza a percibir sucesos inexplicables.

Capítulo memorable, de los imprescindibles, que nos introduce en un mundo onírico, mágico, un mundo que parece convivir con el nuestro y que amenaza con atraparnos en sus garras. Consigue un clima opresivo cargado de tensión con escenas aterradoras. De nuevo está presente el miedo a perder la identidad, a que nuestra realidad se resquebraje. Posee un final extrañamente hermoso y poético.

Hubo muchas dificultades a la hora de rodar el episodio, y estuvo envuelto de sospechas de plagio -de “The Thirteenth Floor”, de Frank Gruber, y de “Evening Primrose”, de John Collier-, pero nada de eso nos impide disfrutar viéndolo.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La novena planta.
153/02(01/06/20) Atractivo episodio 34 de la primera temporada de la serie de culto antológica creada por Rod Serling para la CBS, bueno en el modo de crear una atmósfera opresiva, por momentos asfixiante, ello gracias a una dirección ingeniosa Douglas Hayes (anterior director en la serie de “And Whenthe Sky Was Opened" y "Elegy"), en crear un estado de ánimo tenso e inquietante, maximizado esto por la imaginativa cámara de George T. Clemens, con angulaciones singulares y jugando dramáticamente con la iluminación, con tomas originales como esa en la que vemos a la protagonista tras una puerta de vidrio esmerilado, o planos de grúa para sentir la desazón del aislamiento de Marsha, o primeros planos turbadores de los maniquís, ello en un entorno de contrastes que llegan a producir escalofríos, como es unos grandes almacenes atestados de gente para en otros momentos verse el escenario desierto, marco artificioso plagado de seres de plástico con rostros humanos, los maniquís, que inducen a momentos de terror, ello asistido por un gran manejo del audio para generar nervios (en medio de los almacenes vacíos el modo siniestro de oírse: “Marsha, Marsha, Marsha!”), esto sin empujarte con música extradiegética.

Marsha White (Anne Francis), buscando un regalo para su madre en una tienda por departamentos, decide un dedal de oro. Ella es tomada por el hombre del ascensorhasta el noveno piso, aunque el indicador de piso del elevador solo muestra ocho pisos. Sale al noveno piso y se da vuelta para quejarse al operador del ascensor de que no hay nada allí, pero la puerta se cierra abruptamente, dejándola reflexionar sobre su situación. Mientras deambula confundida, una vendedora se le acerca y la guía al único artículo en el piso: el dedal de oro exacto que Marsha quiere.

Lástima que este clima de zozobra y de generar preguntas se venga un poco abajo con un final que, aunque indaga en la búsqueda constante de la identidad, en nuestra inanidad en el mundo, en que somos figurantes de un gran teatro, pero me queda muy forzado y pueril en su simplismo mágico, con lo que mayormente es uno de esos capítulos donde lo cautivador es el camino y no el destino. Estos aciertos apoyados en un ingenioso guión del propio Serling (tuvo mucha polémica al ser demandado por con el escritor Frank Gruber por plagio de su obra "The Thirteenth Floor"), creando un desarrollo de increscendo de intensidad, de misterio claustrofóbico (ello sin que realmente ocurra nada aterrador), provocando en el espectador intriga y ganas de saber el porqué. Todo esto potenciado por una estupenda protagonista como Anne Francis como la enigmática Marsha White, en un rol con muchos paralelismos con la protagonista de otro capítulo de la serie, "The Hitch-Hiker", dirigido por Alvin Ganzer, donde una mujer también era presa de un microuniverso cerrado en el que no entendía lo que le sucedía. En su debe un cierto humor extraño en el personaje al que da vida de modo histriónico James Millhollin como Armbruster que parece metido con calzador, venido de una comedia bufa, al que el episodio le da el honor de tener el último plano que cuasi-rompe la cuarta pared.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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