Teresa (1951)

Estudiante universitario, Philip Cass está enrolado en el ejército que lucha contra los alemanes en la Italia de 1944. Es un chico gentil que se hace apreciar de sus superiores; también es sensible al dolor ajeno y generoso cuando lo ve necesario… pero, Philip teme matar, no desea pelear y repugna de aquel mundo hostil al que le está tocando enfrentarse. Pronto, habrá razones para descubrir porqué este muchacho rehúsa enfrentarse a la vida, porqué es tan inseguro y porqué no consigue asumir sus responsabilidades.

Nuestro principal rol como padres es enseñar a los hijos a que no nos necesiten, y para lograr esto, debemos prepararlos para que sean autónomos, enseñándoles a valerse por sí mismos en circunstancias adversas, e ilustrándolos para que comprendan el valor trascendental de ser dueños de su propia vida.

Los hijos necesitan estímulo e impulso, confianza en sí mismos y habilitación para ser. La sobreprotección, es desconfianza en sus capacidades, y por nuestros propios temores como padres, es más daño que bien el que solemos hacer.

¿Será que Philip aprende un día a tomar las riendas de su vida... o seguirá toda la vida siendo dependiente y pusilánime ante un mundo que lo reclama activo? Cuando a su vida entre Teresa, una linda y menuda jovencita italiana que lo acoge en su casa y en su corazón, quizás sea ella la prueba definitiva que definirá su carácter.

Con un guion de Stewart Stern y Alfred Hayes, basados en una historia del primero, el director Fred Zinnemann, cierra con “TERESA”, la que podríamos llamar Trilogía de la Posguerra, la cual empezara con “The search”, donde se ocupó de los niños huérfanos, y luego continuó con “The men”, donde el tema central fueron los discapacitados tras el conflicto bélico. En “TERESA”, el tema sería el amor después de la guerra, pues aquí emerge otro interesante discurso, cuando las chicas no se cuidan de los romances apresurados y a veces terminan formalizando relaciones sin alcanzar el debido conocimiento del soldadito con el que se entusiasman. Lo que se avendrá después, queda en la total incertidumbre… y es entonces cuando, al igual que Teresa, se ven abocadas a ver muy grises los días venideros.

Zinnemann no hace un filme para divertirnos. El personaje que recrea, John Ericson, casi llega a molestarnos con su incompetencia, y Teresa (Pier Angeli), luce como otra víctima de su propia ligereza que puede no llegar a dolernos demasiado. Pero, cuando se logra ver que, tanto él como ella son víctimas de una sociedad, de unas familias y de un momento histórico, que no les han asegurado unos firmes cimientos para aprender a vivir… y que, además él, no ha contado con unos padres que lo estimulen positivamente, entonces se comprende que, lo que estamos viendo, es una suerte de estudio freudiano, donde los sucesos no divierten ni distensionan, pero si ilustran y nos forman para la vida.

Es en este sentido que, “TERESA”, resulta siendo una película muy valiosa, y es una gran lástima que, al igual que “Fear strikes out” de Robert Mulligan o “The member of the wedding” también de Zinnemann, entre otras, resulten tan evitadas hasta por los críticos más renombrados.

El cine no es un simple opio o entretenimiento, su trascendencia la logra cuando se convierte en espejo.