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Black Mirror: Arkangel (TV) (2017)

Black Mirror: Arkangel (TV)
52 min.
6.5
16,544
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Sinopsis
La preocupada Marie (Rosemarie Dewitt) haría cualquier cosa para proteger a su hija pequeña, de 4 años. Cuando una sofisticada clínica crea un dispositivo que, al implantarse en el cerebro, garantiza esa protección, Marie no duda en acceder a ese servicio. Gracias a una app, la madre podrá monitorizar a su hija en cualquier momento... Episodio de la cuarta temporada de Black Mirror. (FILMAFFINITY)
Género
Ciencia ficción Thriller Internet / Informática Familia Episodio de TV
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Black Mirror: Arkangel
Duración
52 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Black Mirror [Serie] Black Mirror T4
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7
El Ciclo de la Pérdida
Aunque no lo parezca, nuestra experiencia ya se torna indivisible y personal desde que nacemos.
Nada más salir de nuestra madre, ya somos nuestro propio ser, nuestras propias emociones y percepciones, listas para ser moldeadas por todo lo que nos espera allá afuera.
Es un error pensar que existe algo intrínsecamente "malo" en el proceso, que hay que evitar a toda costa: el dolor, el miedo y la incomprensión siguen siendo herramientas útiles para dibujar el mundo, por mucho que queramos evitárselas a nuestros seres queridos.

'Arkangel' narra precisamente eso: una madre destrozada en la sala de parto, que ha sudado sangre y desesperación hasta sacar a su hija, y por eso mismo siente que el silencio hasta el primer llanto es insoportable.
En ese momento sabe que nunca va a separarse de ella si puede evitarlo.
Y, gracias a la tecnología, tampoco tiene que hacerlo: la empresa Arkangel propone una suerte de aparato localizador y dispositivo de control parental, que es la perfecta herramienta para tutores solitarios e inseguros.
Nadie le pregunta a la niña si lo quiere o si lo autoriza, porque para qué, es "sólo" una niña.

Ese mismo "sólo" se va quedando limitado y extraño a medida que pasan los años, sin que Sarah vea una gota de sangre, una muerte accidental o provocada, o incluso el perro del vecindario que le asustaba.
El mal trago que Marie le ha ahorrado a su hija pronto se vuelve demasiado horrible, condenada a vagar por un mundo de formas borrosas y sonidos interferidos, cada vez más comunes cuanto más malhablados y agresivos se vuelven sus compañeros (siii, esa gran mentira de... todos pensamos que no es nuestro hijo el que dice palabrotas, el que pega u ofende).
Pero parece que no pasa nada, porque es una tecnología avalada por una empresa puntera, y en teoría le hará crecer sana mentalmente (porque seguro que nadie tiene ganas de experimentar lo que siempre se le ha prohibido).

Empatizas completamente con los deseos de Sarah, pero de algún modo los motivos de Marie tampoco parecen injustificados: sólo son dos mujeres atrapadas en un círculo vicioso de desconfianza, agravado por esa diferencia de edad que dice que no se debe contar todo a los padres, ni estos deben pedir demasiadas explicaciones de lo que no les interesa saber.
Y para salvar esa brecha, Marie se apoya todo lo que puede en su pantalla parental, porque no quiere perder de vista a su niña, aún a pesar de que la tiene delante para preguntarle lo que quiera.
Qué tiempos aquellos en los que sólo tenías que abrir una puerta para enterarte de la vida de otros, dice el abuelo, cuando ahora lo máximo que tenemos que hacer es encender el espejo negro que todos llevamos en el bolsillo.

No deja de ser triste que Marie y Sarah se pierdan continuamente, pues no han sabido relacionarse de verdad.
Pero también es lógico que lo hagan, porque nunca han tenido nada que perder en primer lugar.
La confianza sólo se puede recuperar si ha existido en primer lugar: de otra manera, "confianza" es sólo un concepto extraño cuando cada pantalla sirve de espionaje encubierto de quien queramos.

Pero lo más triste, terrorífico casi, es plantearse si, una vez que existiera la posibilidad de cegar nuestros seres queridos a lo malo, no podríamos resistirnos a hacerlo.
En todo caso, se podrían resistir todos aquellos que nunca hayan querido de verdad.
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80 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Se salva por el final.
Sabemos que estamos viendo un capítulo de Black Mirror porque nos dicen que es Black Mirror y sale algún que otro pinito tecnológico. Perfectamente podría ser un thriller-drama alemán, de esos telefilms de Antena 3 del domingo a la hora de la siesta. Haced la prueba: cambiad el sistema Arkangel por un detective privado y no cambia absolutamente nada de la trama y el tratamiento.

Se supone que el capítulo debería tirar por los derroteros la educación en la era de la información, de los peligros potenciales de los chips humanos, y derivado de ello y articulando elementos, de la sobreprotección parental. De estos temas, y alguno más, solo toca y trata (además de una manera bastante corriente) el último. Al igual que en USS Callister, el capítulo en sí no está mal, se salva, podría ser una cinta evasiva más, pero teniendo en cuenta que se supone que esto es Black Mirror, no puedo hacer otra cosa que cabrearme y no perdonar.

Me cabreo porque la serie tiene capítulos maravillosos donde no solo se tratan temas relacionados con la tecnología (como White Bear) y tira para problemas más éticos. Aquí más o menos se puede agarrar con pinzas ese argumento, pero (otra vez) el tratamiento no es nada novedoso, nada del otro mundo, nada Black Mirror. Y en comparación con el recorrido de la serie, este capítulo es mucho más criticable y ofensivo de lo que sería si fuese una obra independiente o si se tratase de un capítulo de una serie mediocre.

No pido que no traten la sobreprotección, pido que lo traten de otra manera no tan cliché, y que ya que añaden todo el tema de la tecnología, de la biotecnología, exploten el filón que tienen en cuanto al retrato psicológico (nada congruente en toda la cinta, por cierto) de alguien que no solo se ha criado sobreprotegida, sino que literalmente ha sufrido flagrante censura de la vida real, cosas que deberían tener un potente impacto psíquico al "descorrerse el velo", pero que en ningún se muestra que pase. Es más, no es que se muestre, es que ni si quiera parece que haya pasado en ningún (no hay shocks, no hay traumas, por ejemplo; excepto los exigidos por el guión). No sé, veo todo este aspecto muy caricaturizado, plano, forzado y falso.

Lo único que me ha sorprendido, a parte de algunos detalles menores y aislados, es el final, que al menos se puede explicar a partir de la sobreprotección, la censura y todo el aspecto psicológico que conlleva (el goce, el exceso de goce, las coordenadas simbólicas, lo Imaginario, lo Real, y otras movidas chungas).
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73 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
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