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Entierro a los vivos (1958)

Entierro a los vivos
76 min.
5.9
72
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Sinopsis
El cuidador del cementerio descubre que puede dominar la vida y la muerte a través de su mapa de tumbas y sus alfileres. (FILMAFFINITY)
Género
Terror Drama Vudú Sobrenatural Drama psicológico Serie B Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
I Bury the Living
Duración
76 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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6
Una habitación y un mapa
Con qué poco se puede dar tanto. I Bury the Living pasa el 90 % de su película mostrando un mapa con un perturbador símbolo mientras que un hombre se dedica a colocar chinchetas en él. La propuesta casi claustrofóbica de Albert Band en ningún momento aburre y mantiene el interés hasta el final, y eso sin meterse en trucos y artificios, lo cual la convierte en un buen clásico indispensable del terror.

Una película atípica que como digo coquetea con lo sobrenatural pero no lo muestra como tal. No es sencillo encontrarse con una película tan peculiar en esa época tan visual donde los efectos especiales empezaban a pasearse por las pantallas. Quizá por falta de medios Albert Band hace una película diferente pero igualmente emocionante.

Es cierto que, a pesar de su escasa duración, da la sensación de que dura demasiado. Es una película que, a pesar de gozar de buen ritmo, se pausa argumentalmente demasiadas veces y no da la sensación de avanzar hacia ninguna parte. Quizá hubiera sido conveniente extender algo más su final en detrimento de todo lo anterior y recrearse en esa fantástica resolución.

Diferente en todo. Para aquellos que han visto un montón de películas de terror clásico es una gran opción ya sólo por eso.
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Gestión de la culpa y vudú moderno
Con poco dinero y pocos medios, Albert Band dirigió una historia muy original, y realmente desasosegante, en la que el presidente de unos grandes almacenes, Bob Kraft (Richard Boone), que por una serie de compromisos se ve obligado a gestionar un cementerio que parece ser de propiedad privada, empieza a pensar que tiene el poder de dar la vida o la muerte a los propietarios de las parcelas de dicho camposanto, a raíz de una serie de macabras coincidencias.

¿Cómo llega a pensar eso el atribulado protagonista? Cuando clava por accidente en el plano del cementerio un alfiler de cabeza negra sobre el nombre de un propietario, éste muere poco después. Se crea así una especie de (aparente) vudú moderno: la película tiene mucho de juego mental en el que Richard Boone cumple en cierto modo con el rol de intermediario entre una trama muy inquietante y el espectador.

Este filme elabora una gran estudio de un sentimiento tan angustioso como la culpa, y Boone realiza una acertada interpretación. Además, sorprende ver a este actor en un papel protagonista. Se hace un uso ingenioso de las sobreimpresiones y otros efectos, y, en fin, pese a sus limitaciones, se trata de un largometraje sencillamente excepcional, por desgracia muy poco conocido.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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