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El león duerme esta noche (2017)

El león duerme esta noche
103 min.
6.5
715
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Tráiler HD (FRANCÉS con subtítulos en español)
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Sinopsis
Sur de Francia. En la actualidad. Jean, un actor veterano atrapado por el pasado, se instala en secreto en una casa abandonada donde hace tiempo vivió Juliette, el gran amor de su vida. Un grupo de amigos descubre la misma casa, la localización perfecta para rodar su siguiente película de terror. Jean y los niños terminarán encontrándose cara a cara finalmente. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Cine dentro del cine
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Le lion est mort ce soir
Duración
103 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Japón;
Premios
2017: Festival de San Sebastián: Sección oficial
8
La sombra de la vida
En una hermosa secuencia de la película, Jean le implora a Juliette que no le cuente cómo termina su historia, a lo que ella responde que no le sería posible porque ni siquiera ella misma lo sabe. Atrapados en el huracán autorreferencial que nada disimuladamente desata y alimenta el autor con la figura de Jean-Pierre Leaud como señuelo, es sencillo desviar la atención del hecho de que la naturalidad no es aquí tanto una virtud como una consecuencia y que la vitalidad que desprende la obra es más una característica que un triunfo del cineasta.

Si bien la respuesta de Juliette puede interpretarse literalmente como la imposibilidad de conocer nuestro futuro, está claro que, en una cinta en la que el emblemático actor Jean-Pierre Leaud, que viene de filmar «La Mort de Louis XIV», interpreta a un anciano intérprete que no sabe cómo representar su muerte, uno no puede evitar, aunque sea meramente por motivos lúdicos, jugar a leer cada elemento –en especial aquellos que parecen sentenciar las secuencias– como una referencia a la propia obra, algo que tendría mucho sentido en una película como «Le lion est mort ce soir», nacida de la improvisación y en la que nadie puede conocer el final de nada porque en ningún lugar está escrito.

Es en este punto descrito donde confluyen por primera vez dos particularidades del planteamiento conceptual de la cinta, insustanciales por sí mismas, que hacen funcionar la película gracias a la interacción mutua entre ellas, alimentándose de forma constante a lo largo de todo el metraje. En otras palabras, la fuerza del protagonista autorreferencial –por escoger el ejemplo más básico– solo tiene sentido porque la película se crea en tiempo real a la vez que se filma y la fuerza de la filmación improvisada solo tiene sentido –al menos en este caso, claro– porque es una película que habla sobre sí misma.

Es así como, sin aparecer escrito en ninguna parte, asistimos al encariñamiento de unos niños con un anciano actor, un hecho que es al mismo tiempo ficción –porque ocurre en la obra– y al mismo tiempo real –porque ocurrió de verdad– pero que no ocurrió en un pasado más o menos lejano del que se está realizando una recreación sino que tuvo lugar en el mismo instante en que se inventó la ficción, de forma que, con mayor o menor voluntad, Suwa captura con su cámara un hecho vital de manera no documental. Es decir, hace ficción de lo real interviniendo en la realidad, escribiendo en el aire, esculpiendo en lugar del mármol la propia vida.

«Le lion est mort ce soir» procede entonces más que ninguna otra obra de una particular ordenación y explotación de los elementos de nuestra propia realidad. Es ficción sobre la realidad al tiempo que realidad sobre la ficción y no es de extrañar que en su seno trate el asunto de las visiones y la duda entre lo experimentado y lo imaginado pues, en cierta forma, hay momentos en ella más auténticos que la propia realidad, un tratamiento sincero y verídico de la manipulada realidad filmada que claro está es, a la vez, en la mayoría de los casos, más verdadera que la ficción.

Todo esto da sentido a una secuencia final en la que conviven todas las dualidades posibles: la muerte y la vida, lo real y lo imaginado, lo vivido y lo soñado, lo experimentado y lo interpretado. Ante tantas preguntas, Suwa escoge de entre todos los posibles el discurso más elocuente: unos delicados movimientos de cámara que culminan en un maravilloso y milimetrado fundido en negro. Literal o referencialmente, Jean-Pierre Leaud tenía razón:

Todas las historias terminan igual.
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12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Awimbawe, awimbawe
Es una película acerca de la muerte y del cine. Una reflexión de cómo representar la muerte en el cine y de cómo mantener el cine presente en la muerte. Jean, interpretado por Léaud, es un actor que se encuentra en pleno rodaje cuándo una duda le asalta ¿Cómo interpretar la muerte? Cuando el director le propone pensar en el cansancio y en el sueño, Jean responde enfurecido. La muerte ha de ser un encuentro para el que un hombre, de los setenta a los ochenta años, ha de estar preparado en todo momento.

El rodaje se suspende por unos días y Jean aprovecha para reencontrarse con su pasado. Vuelve a la casa en la que vivía con su amada, muerta ahogada hace muchos años, y se encuentra con su espíritu. Cuando parece que Suwa nos va a enseñar la enésima historia del hombre perdido entre sus recuerdos, un giro del guión introduce en escena a un grupo de niños que allanan la casa cámara en mano.

La última escena de la filmografía de Truffaut, el final de Vivamente domingo, es un fotógrafo al que se le cae al suelo el objetivo de su cámara. Al rebotar, un grupo de niños se lo pasan a patadas como si fuese una pelota. El director que descubrió a Jean-Pierre Léaud para interpretar a Antoine Doinel en Los 400 golpes se despedió así, sin saberlo, del mundo del cine: enseñándonos que al fin y al cabo el cine puede ser un juego de niños.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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