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Lazos humanos (1945)

Lazos humanos
128 min.
7.3
882
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Sinopsis
Nueva York, principios del XX. Crónica de la vida de una humilde familia de inmigrantes irlandeses que reside en el barrio de Brooklyn. El padre es un hombre amable, pero con problemas de alcoholismo; la madre una mujer luchadora, y la hija pequeña es una chica brillante que sueña con salir del barrio para emprender una nueva vida. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Pobreza Drama social Años 1900 (circa) Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
A Tree Grows in Brooklyn
Duración
128 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1945: Oscar: Mejor actor secundario (James Dunn). Nominada a Mejor Guión
1945: Asociación de Críticos Norteamericanos (NBR): Nominada a Mejores películas del año (por orden alfabético).
8
UN ARBOL CRECE EN BROOKLYN Y TAMBIÉN EN NOSOTROS...
Un árbol. Brooklyn. Elementos aparentemente contrapuestos, pero enlazados. Lazos ¿humanos? Tal vez. Pero sobre todo, vitales. La vida por encima de la adversidad, Las raíces que volverán a romper el cemento. Esa es la conclusión, el corolario de la opera prima de Kazan basada en una novela “ejemplar” de Betty Smith.

Estos son los poderes sobre los que se asienta la película de Kazan, la inmigración, la pobreza, la frustración y sus gotas de alcoholismo, la madre, la abnegación, el sacrificio, el futuro... Todo ello, mezclado (no agitado) y siempre con las dosis oportunas, que los excesos suelen retraer a los espectadores, ya bastante cargados de problemas.

Y Kazan consigue el equilibrio justo, casi en la cuerda floja, entre alegrías y dramatismos, sin que se pierda un ápice del carácter de los personajes, la madre, el padre, la tía Sissy, la abuela y por supuesto los hijos, especialmente Francie, espectacular Peggy Ann Garner, de quien he oído decir que es la mejor interpretación infantil de la historia. ¡Que fuerte! Yo, mas comedido, afirmo que está entre las mejores. Como magnífico es el trabajo de James Dunn padre ejemplar y hombre entrañable, cuya mejor definición es aquella de que “uno se siente bien yendo a su lado”.

En definitiva, buena película de las que se reponían anualmente en las TVs navideñas estadounidenses y donde aquel árbol talado que impedía tender la ropa, renace de los cementos para crecer en Brooklyn y también en nosotros...
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34 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Lower East Side.
Típica película del sistema de estudios, sin apenas exteriores, donde destaca por ejemplo ese patio con escalera de incendios –acceso al mundo de los protagonistas al modo de la escalera de “Un tranvía llamado deseo”- que a Kazan no le parecía de efecto realista o verosímil por su artificiosidad, pero que visto hoy conserva el encanto de aquel sistema de producción clásico de decorados y sets de rodaje. Y un poco lo mismo puede decirse de todo el metraje.

Radica la aportación fundamental de la película en un tono melancólico de recapitulación e infancia navideña, y en una dirección de actores que reclama nuestra atención por encima de soluciones de imagen o de desarrollo dramático. El distintivo visual de Kazan aún quedaba lejano, y en esta película casi ni se apunta siquiera. Completamente vencido estuvo el realizador, advenedizo él, a las soluciones del director de fotografía y a un montaje final en el que no tuvo mucha participación. La fotografía, de hecho, es muy funcional, sin elementos líricos en su empleo, siendo utilizada de forma práctica para subrayados narrativos de fácil digestión -rostros sombreados en alguna escena intensa y tal-.

La cinta incorpora, además, algunas de las preocupaciones de cine social que conforman una constante en parte de la obra de Kazan, perspectiva a la que recurrió también en teatro.

Las interpretaciones no tienen todavía dimensión “Strasberg”, claro, pero Kazan trabajó con los actores empleando atajos, quedando especialmente satisfecho con los resultados ofrecidos por Jimmy Dunn y Peggy Ann Garner, como comenta en sus diálogos con Jeff Young, que al parecer tenían en sus vidas personales puntos tangenciales de contacto con sus papeles -él por su condición de alcohólico y ella por la relación con su padre en la vida real-. Todos esos elementos fueron resquicios empleados por Kazan para obtener dentro del formato de cine de estudio clásico –que observamos en decorados, planificación de escenas, guión y peso en las decisiones del productor- algunas muestras de interpretaciones de intensidad “método” sin que siguieran, evidentemente, método alguno.

Este último comentario puede parecer anecdótico, sin más peso que la acumulación improcedente de información, pero se me ocurre que ofrece conclusiones si realizamos el ejercicio de contraponer el melodrama convencional hollywoodiense de la época, por un lado, y el mayor hincapié de esta película en la configuración de personajes y no tanto de situaciones. Y es que creo que ese dato, de alguna manera, avanza el tipo de director que, por primera vez, se ponía detrás de las cámaras en esta “Lazos humanos”.
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22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
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