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Gonza el lancero (1986)

Gonza el lancero
126 min.
7.0
22
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Sinopsis
La película se centra en la trágica historia de Gonza, un guapo mujeriego que vive en el período de Tokagawa, momento histórico en el que las apariencias son muy importantes. Gonza compite con Bannojo por el honor de realizar la ceremonia del té con motivo de la celebración del nacimiento del heredero del jefe de su clan. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Yari no gonza (Gonza the Spearman)
Duración
126 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1986: Festival de Berlín: Oso de Plata - Contribución artística sobresaliente
1987: Japan Academy Awards: 6 nominaciones
9
Tragedia casi perfecta
Una película inmensa de la que nunca había oído hablar, que descubrí buscando películas basadas en obras de Chikamatsu Monzaemon. En Filmaffinity ni siquiera tiene suficientes votaciones como para sacar media. La empecé sin esperar nada, dado que el día anterior había visto “Himiko”, del mismo director, que me pareció muy caótica y errática, sumado a que la nota media en IMDB y The Letterboxd (donde suelen estar bastante infladas) era de apenas un 7 sobre 10. Sin embargo, desde el primer minuto, ya tenía claro que esta no era una obra menor y quedé totalmente absorbido.

En cuanto al aspecto formal, los elementos que podríamos englobar dentro del apartado "espectáculo" de la obra, esta cuenta con profesionales del más alto nivel. El encargado de la banda sonora es el siempre extraordinario Toru Takemitsu. Al mando de la fotografía, se encuentra el legendario Kazuo Miyagawa, director de fotografía en algunos de los mejores films de Kurosawa, Mizoguchi, Ozu o Ichikawa. Todo el plantel (quizá con la excepción del protagonista, que es el típico guaperas sin excepcionales capacidades actorales), incluidos los niños, nos obsequian con actuaciones contenidas, pero ligeramente dramatizadas. Shinoda combina estos tres elementos (fotografía, música, actores) a la manera de los cineastas clásicos japoneses de los años 50 o 60. En lo referente al guion, este se basa en una obra menor (no traducida, si no me equivoco, a lenguas occidentales) de Chikamatsu Monzaemon, "el dios de los dramaturgos".

Es precisamente en este último apartado donde la película flaquea ligeramente para mi gusto, y es por eso que no la puedo llegar a considerar una obra maestra. No es de extrañar que la obra original no sea una de las más afamadas de Chikamatsu. Aunque la crítica de la segunda mitad al estricto sistema de valores basado en el honor y la vergüenza de la sociedad feudal japonesa es de una profundidad insondable, el desencadenamiento de la tragedia se apoya en excesivas casualidades y, de alguna manera, hace peligrar la efectividad de la crítica, puesto que puede dar la sensación de que si no se hubiesen producido tantos hechos fortuitos, los personajes principales no habrían sido triturados por el sistema.

Es cierto que las casualidades y lo improbable existen en la vida real. Lo experimentamos en nuestro día a día. Yo mismo, en un viaje a a Roma, me encontré en un restaurante al locutor deportivo Manolo Lama, y en otro viaje a Grecia con una fallera mayor, me encontré, en un pueblecillo de camino a Delfos, con unos falleros de una ciudad vecina que reconocieron a la susodicha y la engalanaron de halagos. Ahora mismo, en la televisión española, los programas de chismes se ocupan de un caso de intento de asesinato a un productor televisivo que si fuese el argumento de una ficción nos parecería totalmente inverosímil. Y ahí está la cuestión: a la realidad le permitimos sucesos que no permitiríamos en una producción artística. El siglo XX llenó el mundo de monstruos políticos que nunca toleraríamos en una narración, digamos, de nivel, sino, más bien, en romances como “El Señor de los Anillos”, “Los Vengadores” o “One Piece”. También en la ficción tomamos por buenos hechos fantásticos y maravillosos que nunca aceptaríamos por reales (al menos aquellos que no profesamos ningún credo), siempre y cuando no interfieran en el desarrollo normal de la acción.

En la ficción, lo que satisface al espectador competente (así lo formula Aristóteles en su insuperable análisis de la tragedia ática, “La Poética”), es, por un lado, que la trama se desarrolle de manera causal, esto es, que los cambios en el entorno, sumados a la personalidad, la ideología y la inteligencia de los personajes, produzcan un resultado lógico e inevitable. Por el otro lado, la obra debe tener una unidad no solo causal, sino también lógico-significativa (el término es del sociólogo ruso Pitirim Sorokin, no del Estagirita), es decir, que los hechos que se van sucediendo, una vez reordenados por un intelecto humano, sugieran una idea superior (unitaria) a las que contienen las partes separadas (compárese la Odisea con Los Trabajos de Heracles, por ejemplo).

Es en esa unidad causal, como ya digo, donde la obra exige mayores concesiones. Y para acabar, el otro defecto que, a mi juicio, desmerece (aunque mínimamente) a “Gonza el lancero” es el abuso del diálogo y la sobreexplicación al que recurre Shinoda en ciertas escenas. Los personajes, en ocasiones, son demasiado conscientes de su situación y de lo injusto del sistema, y verbalizan opiniones que podrían haberse mostrado con una mirada a los campos de arroz o a los niños arreglados para asistir a algún festival. Nunca hay que olvidar que el cine es un arte eminentemente visual.

Aunque el grueso de mi crítica se ha centrado en los aspectos negativos, estos son pigmeos en comparación a los positivos. Todo amante del cine y del género trágico debería ver “Gonza el lancero”, un trabajo extraordinariamente emotivo y crítico con la sociedad anterior a la Revolución Meiji. Si fuese un trabajo de Kurosawa (o de los otros grandes cineastas nipones, pero Kurosawa es la alternativa más adecuada), no me cabe duda de que sería alabado por la cinefilia y la crítica cinematográfica mundiales.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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