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El espejo tiene dos caras (1958)

El espejo tiene dos caras
96 min.
6.6
34
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Sinopsis
Enamorada de su jefe que prefiere a su hermana más guapa, Marie-José se casa con Pierre, un caradura. Este piensa que el rostro poco agraciado de su mujer lo protege de cualquier infidelidad. Un día, Marie-José conoce a un famoso cirujano estético que le propone cambiarse la cara. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Le miroir à deux faces
Duración
96 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Italia;
7
Un drama psicológico que convence
Con diálogos muy pulidos y algunas observaciones no exentas de humor, esta interesante película del francés André Cayatte es un buen exponente del género denominado drama psicológico.

En efecto, la cinta ilustra con acierto los dilemas que puede suscitar la cirujía plástica en un paciente y en las personas de su entorno familiar y social, en una época situada a finales de los años 50, en la que dicha práctica estaba aún en sus inicios.

Mientras el actor Bourvil encarna a la perfección la figura del marido conservador y empecinado, inflexible en sus valores personales caducos, la conocida protagonista Michèle Morgan refleja convincentemente los problemas de adaptación y aceptación a los que se ve sometida la mujer poco agraciada que decide cambiar de cara, y de vida.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
NO IMPORTA FÍSICO
La presencia de Bourvil parecía presagiar una comedia y la de Michelle Morgan una hora y media de éxtasis ante uno de los pares de ojos más electrizantes de cuantos jalonan el mundo de las candilejas. Pues no, ni es una comedia ni el éxtasis, que lo hubo, duró noventa minutos. Sorpresas te da la vida. La primera, este excelente film de André Cayatte del año 1958 al que oscurece un tanto su "remake" del 96 con la presencia de Barbra Streisand, Jeff Bridges y, hablando de ojos electrizantes, una Lauren Bacall acaparando nominaciones y premios a la mejor actriz secundaria, la segunda la calidad artística e interpretativa de un Bourvil en un papel psicológicamente muy duro y, por último, el sobresaliente trabajo de maquillaje que, exigencias del guión, nos priva de la madura belleza de Michelle Morgan durante gran parte de la película.

Un apunte más antes de continuar: No se si resulta adecuado conceptuar como remake el partir de una idea original anterior para después de unos cuantos giros, vueltas y revueltas, supuestamente para adaptarla a una diferente realidad especio-temporal, dejarla absolutamente irreconocible. En absoluto cuestiono la calidad del supuesto remake, simplemente considero que sería más honesto bautizarlo como "inspirado en..." Por ello he preferido entrecomillar la palabra en el párrafo anterior.

Bourvil interpreta a Pierre Tardivet, un profesor de escuela soltero, poco agraciado y bastante simple que un día decide poner un anuncio en el periódico buscando una mujer para entablar relaciones formales. Es muy significativo el momento en que, sobrepasando el número de caracteres que, económicamente, se puede permitir le dice al empleado que recorte el anuncio poniendo simplemente "No importa físico". 3 palabras mágicas que marcarán dramáticamente el destino de una pareja. Porque, realmente ¿Importa o no importa? Para Tardivet, contrariamente a lo publicado, sí importa y mucho. Él no se ve a si mismo junto a una mujer hermosa y necesita la mediocridad física (y no únicamente física) de su esposa para esconder la suya propia. Marie-José sufre su poco agraciado rostro mientras busca la belleza en la mùsica (Beethoven) o en el arte (Venecia). Un día, así de repente, como siempre ocurren las cosas, la cirugía estética y la posibilidad de modelar su rostro se cruzan en su camino. Y a la pregunta ¿Importa o no importa? responde sí con contundencia. Y el patito feo se torna cisne, bello y majestuoso al tiempo que aquella pareja, marido y mujer, mediocres y frustrados, queda solo como un extraño recuerdo en la enmarcada foto de bodas. Sin embargo al levantarse la plástica mascarilla facial ambos se encuentran ante un precipicio personal de insondables proporciones.

Hasta aquí el planteamiento y el nudo. ¿El desenlace? Pueden imaginarlo, suponerlo o mejor verlo deslumbrados por los ya sí ojos más bellos del cine francés, un cine siempre seductor, comprometido e inteligente donde Bourvil parece recordarnos que el genio no puede encasillarse en género alguno y donde los ojos de Michelle brillantes por los sueños cumplidos nos hacen a su vez soñar.
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