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Los asesinos de Snowtown (2011)

Los asesinos de Snowtown
116 min.
6.5
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Jamie (Lucas Pittaway), un joven de 16 años que vive con su madre y sus dos hermanos en un barrio pobre de Adelaida, acaba siendo arrastrado por su padrastro a un mundo de fanatismo y violencia. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Drama Crimen Asesinos en serie Basado en hechos reales Años 90
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Australia Australia
Título original:
Snowtown
Duración
116 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2012: BAFICI: Selección oficial largometrajes a concurso
8
Al otro lado
Hace algún tiempo escuché que para que una película funcionara, el guionista tenía que escribir sobre aquello que conocía bien, aquello que el mismo había vivido. Si esta premisa hubiera sido completamente respetada, nos habríamos perdido la mayoría de las mejores películas que se conocen hoy día. Por otro lado, viendo el trabajo del australiano Justin Kurzel puedo llegar a comprender esa afirmación. El ritmo cadente, los saltos temporales y la omisión consciente de parte del argumento, nos hacen testigos de la brutal historia que el mismo director presenció en los telediarios de los años 90 durante casi toda una década. Como resultado se obtiene una obra brillantemente interpretada por los dos actores principales, escalofriante en cada fotograma, consiguiendo captar la atención del espectador por completo. Como si de un documental se tratase, vemos las escenas sin cortes, con una cámara pasiva a la que le cuesta mantener el enfoque frente a la brutalidad de algunas largas tomas.
Snowtown es una ciudad del sur de Australia, en ella vive Jaime, un joven atormentado por un entorno marginal lleno de violencia y abusos. Cuando el carismático John entra en su vida, ésta empieza a mostrar una estabilidad y seguridad reconfortante, no es necesario mucho tiempo para que el cabeza de familia se vaya ganando la confianza y el respeto de todos los que le rodean en su nuevo hogar. Todo parece cambiar a mejor, las tardes se amenizan dando paseos en moto, comprando unos helados y compartiendo bromas, incluso John sigue pareciendo un tipo genial mientras descuartiza animales en el patio para arrojar los restos ensangrentados en la casa del vecino. Pero el bonito envoltorio del principio, va dejando ver el oscuro interior poco a poco, una oscuridad que atrapará de una forma u otra a todas las personas que lo rodean.
Con una atmosfera asfixiante, demoledora y aberrante el director presenta un nuevo y muy personal enfoque de los Psycho-Killers, lejos quedó la estética detallista y minuciosa con la que se ataviaba a estos monstruos, cuya personalidad solía estar relacionada con personas solitarias de extraordinaria inteligencia. El perfil mostrado por Kurzel del asesino real John Bunting, autor de los más atroces asesinatos cometidos en Australia, conocidos como los crímenes de los barriles, es el de un sociópata con aires de liderazgo, obsesionado con castigar de forma bestial, los delitos, en muchas ocasiones inventados, de aquellos que selecciona aleatoriamente entre pedófilos, obesos toxicómanos y homosexuales. Su intento de ayudar a los desfavorecidos, no es más que una mera excusa de buscar una justificación a sus actos.
Fantástica ópera prima del director, en un ejercicio ejemplar de estilo en las forma, presentando una sociedad enferma en un mundo decadente.
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23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Notable
Los psicópatas en el cine son como los monstruos de los cuentos infantiles: anidan en lo más profundo de nuestros miedos para atraparnos sin que nos demos cuenta, cercándonos, acechándonos y extendiendo sus garras cuando ya es demasiado tarde para gritar pidiendo auxilio. Y como la criatura que se esconde en el armario, al fondo de un pasillo oscuro o debajo de la cama, a veces el cine (lamentablemente no muy a menudo) se empeña en enseñarnos que los demonios de verdad, esos que se alejan del cliché hollywoodiense, no habitan en lugares desconocidos a los que jamás tendremos acceso, sino que forman parte de nuestra realidad cotidiana: viven con nosotros, duermen en la habitación de al lado, comen en nuestra mesa y charlan animadamente sobre el tiempo, los estudios o sobre cómo nos ha ido el día. Pero lo más aterrador de los monstruos reales, lo que los define, más allá de su apariencia pueril, su imagen vulgar y sus ademanes toscos y chabacanos, casi ridículos, es creer que tienen sobradas razones para hacer lo que hacen. Necesitan creerlo. Se nutren de ello para empuñar el cuchillo, la soga o los alicates. Eso es lo que los distingue de las alimañas que habitan las pesadillas de la ficción: el mundo real los empapa de su propia crueldad y les cede falsas justificaciones morales que ellos asumen como guías inamovibles para poder dar rienda suelta a su oscuridad interior, a una violencia malsana que, antes o después, desembocará en la destrucción o el contagio. Y una vez que se da el primer paso, una vez que se cruza la delgada línea roja entre la perversidad y la demencia, ya nada importa lo suficiente como para echar la vista atrás: el único alimento es el odio, el principal objetivo la brutalidad y la última y definitiva satisfacción, la muerte.

Estremecedora película. Siniestra, seca, lacerante y perturbadora. El estar basada en hechos reales sobredimensiona su propia monstruosidad.

Lo mejor: la atmósfera, la dirección, los actores y el alejamiento consciente y deliberado del trillado género de los psycokillers pese a ser una de las mejores radiografías recientes sobre el enfermizo mundo de los asesinos en serie.

Lo peor: al final pierde algo de fuelle.

Magnífica ópera prima.
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18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
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