Una ventana al mar (2019)

A María le diagnostican una grave enfermedad. A pesar de ello, decide hacer un viaje a Grecia con sus dos mejores amigas, donde descubrirá la isla de Nisyros, un pequeño remanso de paz y calma donde vuelve a sentir las ganas de vivir. Allí conoce a Stefanos e, inesperadamente, se enamora.

Miguel Ángel Jiménez (‘Ori‘, ‘Chaika‘) dirige una historia valiente por su tema, pero sencilla en su desarrollo. Tan sencilla que parece una guía de viaje de Grecia, llegando a tener partes muy aburridas. El director arriesga con unos enfoques de cámara bastante peculiares, unos planos muy raros, pero no logro entender qué quiere transmitir.

Emma Suárez interpreta a María, siendo lo más destacable de la cinta, tanto su actuación como el personaje. El resto de actores no llegan al aprobado, y sus personajes son bastante planos, exceptuando a Stefanos (Akilas Karafisis). Hay que señalar que la película gira en torno a María y Stefanos, y el resto de personajes no necesitan aportar demasiado. Básicamente es una historia de cómo aceptar las malas noticias y aprovechar el tiempo con lo que realmente eres feliz.

La ambientación de la película es increíble. Pasa de un Bilbao bastante gris a unos paisajes paradisíacos en las islas griegas. Creo que todo el mundo querrá viajar a Nisyros tras acabar la película. La banda sonora es muy escasa, dejando que las olas del mar sean el sonido imperante durante casi todo el metraje.

En resumen, nos encontramos con una película sencilla pero emotiva, recomendable para amantes de los viajes por el mediterráneo.

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Estrenada en San Sebastián Una ventana al mar es una poderosa y esperanzadora historia sobre la última determinación de encarar el fin de la existencia terrenal. Con ella, entramos en el universo de la esperanza del ser humano (en este caso de una mujer) para disponer, eventualmente, de su tiempo vital tras una problemática insuperable.

En la mayor parte de su metraje, el film nos brinda las resoluciones de la protagonista (conocedora de su destino) frente a un tiempo incontrolable. Con un fondo ambiental apropiado al tema en sí, la película ofrece la ocasión para analizar la sensibilidad de un ser humano y sus necesidades, ante un pasaje crucial de su existencia.

Con esta trama, Miguel Ángel Jiménez deslinda una decisión en la que la comunicación con seres próximos puede paliar ciertos momentos estructurales de sus congéneres. Una supervivencia en el justo trance en que todas las barreras pueden, de alguna forma, desmoronarse y solo queda la esperanza en otros objetivos, en los que el espíritu adquiere importancia anímica.

Una vez más, Emma Suárez, con auténtico dramatismo, recrea en su interpretación a un personaje rayando entre lo divino y lo humano. Pese al problema, la actriz desprende una credibilidad interpretativa de gran fuerza; todo un lenitivo para seres terrenales dubitativos, al vencer la cruda realidad con un hálito de esperanza donde el auténtico amor enternece dramáticos finales.

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