Mayrig (1991)

Durante el siglo XIX, el otrora poderoso y temible Imperio Otomano, comenzó a conocer su decadencia cuando diversos territorios, sobre todo de Europa, consiguieron obtener su independencia derrotándolos en las guerras con el más férreo nacionalismo. Su participación en la I Guerra Mundial y el surgimiento de grupos revolucionarios dentro de la propia Turquía, le dieron el golpe letal al imperio, siendo abolido el 1° de noviembre de 1922 y, el 23 de octubre de 1923, los movimientos revolucionarios fundaron, por fin, la república de Turquía.

Pocos años antes de su definitiva e indispensable caída, las autoridades otomanas detuvieron a 236 ciudadanos armenios en la ciudad de Estambul. Era el 24 de abril de 1915, y en los días que siguieron a esta fecha, los detenidos ascendieron a 600… y pronto se determinó que se debía expulsar a la totalidad de los armenios que habitaban en Turquía sin suficientes recursos de subsistencia. Se les obligó, entonces, a una marcha forzada por cientos de kilómetros, donde muchos murieron de hambre, sed y/o insolación… o asesinados ante el menor gesto de reclamo o de rebeldía; y las mujeres, fueron víctimas de violaciones y de los más atroces actos de violencia en lo que se conocería como El Genocidio Armenio, que, al final, costó la vida a cerca de un millón quinientas mil personas.

Detalles de lo ocurrido durante esta infame deportación, el juicio por el ajusticiamiento del ministro del interior Talaat Pachá, y lo que se avendría después con la familia Zakarian desde su llegada a Marsella, Francia, es lo que nos cuenta Henri Verneuil en su novela “Mayrig” (Madre, en armenio) publicada en el año 1985, la cual es, en lo esencial, una recreación de la vida del escritor-director en el seno de una familia de la que se siente profundamente orgulloso.

En pro de la parcial ficción que la novela contiene, los nombres fueron cambiados y Achod Malakian (Աշոտ Մալաքյան), como se llamaría Verneuil hasta su nacionalización en Francia, pasa a ser Azad Zakarian, al cual verán crecer, su padre Hagop, su madre Araxi y las tías-‘madres’, Anna y Gayané, las cuales le ofrecen tanto afecto como el que le proporcionó su progenitora.

La lucha por adaptarse a un medio parcialmente hostil con los inmigrantes… la inventiva para cubrir las propias necesidades y las del niño que ya aspira a la escuela… los sacrificios para conservarse unidos… y las muchas cosas de gran valor que suceden hasta que Azad se convierte en un universitario sobresaliente, es lo que vemos muy sobriamente recreado en esta primera parte que, por sobre todo, es una historia de amor filial imposible de olvidar.

Con impactantes y desgarradoras escenas de la deportación, que se irán rememorando a lo largo de la historia, y con una serie de cálidas y aleccionadoras anécdotas que suavizarán el drama para dar paso a un futuro promisorio, Verneuil va forjando un filme de impactante reconstrucción histórica que, de principio a fin, nos cala muy hondo.

A sus 71 años de edad, “MAYRIG” viene a ser su testamento literario y cinematográfico repleto de vívidos recuerdos que dan cuenta de la gran satisfacción que siente con su existencia donde las cosas oscuras también permitieron que entrara la luz y “sin llorar por lo que dejamos atrás” (como dijera su gran amigo Apkar), al final, le permitió dejar un legado de enorme valía para el arte y para la vida.

Una preciosa y altamente emotiva banda sonora de Jean-Claude Petit, incluida la canción “Delé Yaman” (Canción de Amor) en la voz de Sonia Nigoghossian, y una eficaz recreación de la Francia de principios del siglo XX, terminan por consolidar una película altamente calificada que tiene su continuación en “588 Rue Paradis”, rodada conjuntamente con “MAYRIG”.