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Voto decisivo (1962)

Voto decisivo
90 min.
7.1
105
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Sinopsis
En un momento de locura, Grégoire Duval, un farmacéutico respetable, mata a una joven que está tomando el sol junto a un lago. Incapaz de asimilar lo que ha hecho, Duval huye de la escena del crimen y se comporta como si nada hubiera sucedido. El asesinato es atribuido al amante de la joven, Sautral, que ha sido arrestado y que pronto será juzgado ante un tribunal de justicia. Al enterarse de que ha sido nombrado miembro del jurado en el juicio de Sautral, Duval es impulsado por su conciencia para salvar al hombre inocente. Por desgracia, la ciudad ya ha tomado una decisión acerca de la identidad del asesino y parece que nada podrá hacer Duval para cambiar el veredicto... (FILMAFFINITY)
Género
Drama Intriga Crimen Drama judicial / Abogados/as Vida rural Drama psicológico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Le septième juré
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
7
Un buen film dentro de la mejor tradición francesa.
Entre 1958 y 1960 aparece en Francia un grupo de directores que se denominaría "La Nouvelle vague". muchos de ellos amgios y críticos de cine que arremeten contra el cine frances anterior y que llaman peyorativamente "de calidad". Entre estos directores emerge Claude Chabrol con "Le beau serge" que despues de unos años de titubeos y films de dudosa calidad y novedad, a finales de los sesenta comienza a realizar un cine enraizado en esa tradición que había denostado dando obras de una gran calidad y que serán su sello de lo mejor que haga en el futuro: Obras como "Al anochecer", "La mujer infiel" o "Accidente sin huella".
Sirva este prólogo para reivindicar, un film de un director no de los mejores de esa tradición: Georges Lautener. Tradición que incluye nombres como Carné, Duvivier, Autant Lara y con guionistas como Prevost, asociado para siempre a Carné.
"Le septième juré" (1962) es un film que se entronca dentro de esa tradición con un buen guión respaldado por una buena novela típica de la literatura francesa. Con estos mimbres Lautner realiza un film "cuasi brillante", donde se nota el disfrute del director al rodar la historia, permitiéndose ejercicios de estilo con la cámara. Tiene todos los elementos del cine que luego realizará Chabrol en sus mejores obras: Un cierto aroma de thriller, un retrato de la burguesía de provincias con sus miserias, sus secretos y su hipocresía y un crimen de naturaleza sexual.
Seguro que Chabrol vió en su momento este film que podemos intuir que influenciaría la decisión de profundizar esos temas, por otra parte tan dentro de esa tradición que en la literatura representará en grado de excelencia, Georges Simenon.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sociedad Culpable!
105/18(18/04/23) Sugestivo drama criminal, todo un dardo envenenado contra la impostura de nuestra hipócrita sociedad. Lo he visto con motivo del 61 aniversario de su estreno (21/04/2023) y me he encontrado con una película apasionante, film francés dirigido por Georges Lautner, con guión de Jacques Robert (“Piel de espía”), y Pierre Laroche (“Los visitantes de la noche”), basada en la novela homónima de Francis Didelot, recordando mucho en su desarrollo a otro film destroyer como el italiano de Elio Petri “Investigación de un Ciudadano Sobre Toda Sospecha” (1970), con un jefe de brigada criminal que ha asesinado a su amante y es encargado de investigar el crimen, y que juega a inculparse para comprobar que nadie le cree sospechoso. Obra con la que hacemos una introspección en un alma atormentada, a través sobre todo de sus diatribas voz en off, un tipo ordinario, ajado, macilento, frustrado sexualmente, que diserta sobre el libre albedrio, sobre el sentido de la culpa, sobre los prejuicios sociales, sobre lo tóxico de los chismorreos. Un juicio que no es al sospechoso, la historia la hace a nuestra sociedad y el veredicto es culpable de intolerancia y fariseísmo hipócrita (hay otro). Un lienzo desesperanzador de la burguesía acomodada en sus ideas preconcebidas, con sus secretos y miserias. Relato muy oscuro con efluvios a relatos del belga Georges Simenon y del cineasta galo Claude Chabrol, con mucho de clima enrarecido y enfermizo.

Todo ello atomizado por la sensacional actuación del protagonista Barnard Blier, maravilloso como un tipo pusilánime cambiado al convertirse en asesino, parece que su vida de perdedor ha acabado, y torna en un tipo con carácter, tipo que encuentra en su transgresión de su vil acto la liberación personal, encontrando en su diálogo interior exculpación a su crimen en la legitima defensa de combatir la núbil belleza que solo refleja su fealdad. Pero su transformación lo deriva en un anti héroe mitad salvador de inocentes-mitad criminal y viceversa, y todo el actor lo ahce con una expresividad parca, mostrando su vida rutinaria como el germen de su represión (sexual) interna que hacen víctima de sí mismo y a la vez rebelde entre los borregos de la sociedad.

Tiene un turbador inicio, donde la fenomenal cinematografía en glorioso b/n de Maurice Fellous (“Los Barbudos”) se erige en co protagonista, aparte durante el metraje juega con los subjetivos, con el expresionismo de las sombras, con los picados y contrapicados dramáticos, etc. Estamos en una tarde idílica junto a un bucólico lago, con rayos de sol colándose por entre los árboles, el farmacéutico de mediana edad Grégoire Duval (Bernard Blier) mientras pasea por la orilla observa a una hermosa joven Catherine Nortier (Françoise Giret), exponente de la fruta prohibida de este Edén, ella toma el sol en topless sin percatarse de la lasciva mirada, él se abalanza sobre ella para besarla, ella grita, Grégoire la coge por el cuello y de modo que para él es cercano al orgasmo, primero con intención de callarla pero termina por estrangularla hasta la muerte, todo ello sexteado por su narración en off. Después del asesinato, regresa silenciosamente a casa y una vez más se convierte en el respetable padre y esposo que ha sido durante años. Una escena narrada visualmente cuasi como una ensoñación, adornado todo por la música clásica de Vivaldi y “Las 4 estaciones” ominosa música de violín. Este criminal hecho sirve para transformar a Grégoire.

Para entrar en la fase en que el farmacéutico se siente libre, un Dios capaz de matar y a la vez del que nadie sospecha, aquí los monólogos interiores derrochan existencialismo pesimista, exponiendo una vida gris, un matrimonio sin pasión y unas amistades indolentes. También tenemos una mirada atávica contra la libertad femenina misógina que parte precisamente de las mujeres que arremeten contra la víctima por vivir su sexualidad con libertad.

Luego nos centramos en el juicio, cuando las pesquisas han llevado al bad-ass de la pareja de la muerta, Sylvain Sautral (buen Jacques Riberolles), un ex convicto fotógrafo, fácil depositar las miradas inquisitivas en él. Y el juego de azar hace que Grégoire sea uno de los jurados (el Nº 7, como reza el título original), entonces el protagonista siente el peso de la responsabilidad de que nadie cargue con su crimen, se erige en un giro original muy singular en el abogado defensor, esto adornado con humor mordaz en como se lo toman el juez y leguleyos, en lo que es una subversión del sistema judicial, con duelos sustanciosos entre el jurado Nº7 y el fiscal (encarnado por un notable Francis Blanche). Ello en un tramo de cine judicial muy ágil dinámico en su edición, con ingeniosas elipsis, donde Grégoire juega a saber más que nadie, pero sin que se le escape nada crucial para ir despejando lagunas en la acusación, con perspicacia detectivesca genial. Siendo el clímax en la recreación del crimen junto al lago, con un toque de humor negro por parte de la anciana testigo.

Entramos en la última parte, donde la sociedad, a pesar de haber declarado inocente a Sylvain, lo cree culpable por su carácter y pasado y punto. Y entonces el protagonista decide dar el paso definitivo, y ahí es donde la esta sociedad se desnuda con su hipocresía de las falsas apariencias, donde prima da igual lo que hagas si aparentas ser una persona de bien acomodada, eres inocente y punto. Grégoire intentará expiar sus penas y culpas, pero lucha contra molinos de viento kafkianos (¿?). Este llega a parecer un tramo surrealista por la cerrazón general, donde el humor incómodo nos llega por lo bizarra de la situación. Para llegar a un final tan retorcido y punzante como todo el film, conclusión perversa que da sentido patológico al relato.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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