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Se acabó la gasolina (1942)

Se acabó la gasolina
91 min.
6.5
48
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Sinopsis
Cuando, tras una larga temporada lejos de Tahití, Chester Tuttle regresa a la isla, comprueba que todo sigue igual: su numerosa familia sigue viviendo despreocupadamente sin asumir ninguna responsabilidad. Cuando Jonas apuesta y pierde la plantación familiar en una pelea de gallos, Chester logra superar la situación reclamando el cargamento de un barco abandonado. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Tuttles of Tahiti
Duración
91 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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9
Qué grande Charles Laughton
Ya de por si, cualquier película en la que aparezca este actor que considero de los más grandes de la historia con interpretaciones sublimes en películas como Esmeralda la zíngara, Espartaco y Esta tierra es mía.
En esta ocasión interpreta a un patriarca de una familia llamado Jonas que se dedican a la pesca pero sobre todo a vivir con lo justo y a pasarlo, bien, cantar, bailar.,etc..,( buenísimos son los bailes de las chicas moviendo las caderas con una música muy contagiosa). La familia cuando pesca cobra el dinero y luego se lo gastan rápidamente y el pobre Jonas debe ir a un médico muy amigo suyo a pedirle dinero para gasolina para el barco, por ello lo del título.
La película es una delicia contagia las ganas de vivir de todos ellos, Laughton esta soberbio y es una película muy desconocida (apenas tiene votos, yo la ví en la tele pero no la encontrado ni en DVD ni en ningún otro sitio) rodada en plena segunda guerra mundial, la gente por espacio de hora y media se olvidaba de la guerra ya que la película esta ambientada en una isla paradisiaca. Tiene una bonita fotografía en blanco y negro y un guión muy simple pero que da para mucho. En definitiva una película "menor" pero con el encanto que tiene el buen cine de aquellos años,
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¡Claro que se puede vivir en paz!
Mientras se hallaba de vacaciones en Inglaterra durante el verano de 1914, al estadounidense James Norman Hall (1887-1951), lo sorprendió el comienzo de la I Guerra Mundial, y entonces, haciéndose pasar por ciudadano canadiense, se enlistó en el ejército británico… pero pronto fue descubierto y expulsado del ejército. En 1916, como periodista del semanario Atlantic Monthly, viajó a Francia con el encargo de escribir varias historias sobre los pilotos voluntarios de la Escuadrilla Lafayette… y atraído por las aventuras que los oficiales le contaban, él mismo se enlistó en el servicio aéreo francés donde recibiría la cruz de guerra y la medalla militar. Fue en estos años, que Hall conoció a Charles Nordhoff (1887-1947), un piloto de padres americanos pero nacido en Inglaterra, quien también se complacía escribiendo cuanta cosa le interesaba.

Terminada la guerra, Hall y Nordhoff se fueron a vivir a la isla Tahiti, donde por encargo escribieron su primer libro juntos, “The Lafayette flying corps” (1920), y desde entonces seguirían trabajando unidos en una serie de novelas que incluye la célebre trilogía Bounty (“Moutiny on the Bounty”, “Men against the sea” y “Pitcairn’s island”), “El huracán” y “No more gas” (Se acabó la gasolina, 1940) entre otras.

Esta última, esperanzada y divertida novela, sobre una familia Tahitiana que entiende a la perfección que la vida es por sobre todo divertirse, fue primero adaptada por el renombrado escritor James Hilton, y con nuevos retoques encargados a Lewis Meltzer y Robert Carson, de este guión surgiría la película que, el director Charles Vidor (“Gilda”), realizara en 1942, el cual tuvo la ingeniosa idea de conseguir como protagonista precisamente a Charles Laughton, el mismo actor que representara al temible y bárbaro capitán Bligh en “Rebelión a bordo”, historia que también transcurre, en buena parte, en la isla Tahiti de los mares del sur. Solo que aquí, Laughton es Jonas Tuttle, un hombre de avanzada edad que, con su madre, hijos y parientes de todos lados, ha convertido a Bahía Popor -el lugar donde residen-, en un cuasi-paraíso donde todos los días son fiesta… y los únicos pesares son prestar dinero para solventar las necesidades de primer orden… y conseguir gasolina para mover el auto y la barca con la que los chicos pescan.

La historia se atiene, esencialmente, a una frase que encontré hace poco, mientras releía la inolvidable “Utopía” de Thomas More: “Llevemos una vida lo menos afligida y lo más alegre posible, y a quienes nos rodean prestemos nuestra ayuda para que podamos estar en comunión con la naturaleza”.

Así se vive en Bahía Popor y los Tuttle serán ejemplo de que, con afecto, comprensión y positiva compañía, se logra más que con dinero y con un montón de cosas materiales, si de aquello se carece.

Es curioso, pero la gente experta en hacer dinero, en adquirir propiedades y en obtener toda suerte de lujos materiales, comúnmente se siente solitaria aún entre multitudes, es hostil y temerosa, y del amor… apenas conoce las frases de agradecimiento cuando, muy ocasionalmente, regala algo que otro necesita. En cambio, hay gente que no tiene idea alguna de cómo hacer dinero, ni siente el menor interés por un auto o un palacio, pero casi siempre luce alegre, relajada, abierto su corazón a todo el mundo… y los demás les valoran profundamente, porque sin pensarlo dos veces, esta suerte de personas se desprende de cualquier cosa si sabe que con eso ayuda a otro ser humano. Que al fin y al cabo la vida es sabia, y mucho se nos ha dejado en claro que, el secreto de la felicidad no es retener sino fluir.

Título para Latinoamérica: “PARAÍSO EN EL TRÓPICO”
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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