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Naturaleza muerta (2006)

Naturaleza muerta
108 min.
6.8
2,374
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Trailer (V.O. con subtitulos en ESPAÑOL)
Sinopsis
Tras la construcción de la presa de las Tres Gargantas (China) la aldea de Fengjie fue inundada y sus habitantes realojados en un nuevo emplazamiento. El minero Han Sanming regresa a Fengjie, después de 16 años de ausencia, a buscar a su mujer. También la enfermera Shen Hong busca en la aldea a su marido. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ China China
Título original:
Sanxia haoren (Still Life)
Duración
108 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2006: Festival de Venecia: León de Oro (mejor película)
2008: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor pel. extranjera y Fotografía
"Misteriosamente, lo pequeño y lo grande no sólo conviven solidariamente, sino que forman un cuadro de una belleza espeluznante. (...) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)."
[Diario ABC]
4
3
Positiva
1
Neutra
0
Negativa
8
La miopía, el talento, el arte y La Naturaleza Muerta
Tal vez sea el menos indicado para escribir sobre la miopía lacerante de los reputados ‘críticos’ enviados por sus respectivos periódicos, los más importantes de nuestro país, como corresponsales-cronistas a los festivales internaciones más significativos (Cannes, Venecia y Berlín). Me explico: Apichatpong Weerasethakul o Tsai Ming-liang me aburren por normal general salvo cuando se ponen bizarros, musicales y más inclasificables que de costumbre (“The Adventures of Iron Pussy”, “El sabor de la sandía”, “Good Bye, Dragon Inn” o “The Hole”) y pese admirar la valentía de las novedades cinematográficas que suelen verse en los mencionados festivales, las propuestas me suelen resultar fallidas y/o tediosas.

Se debe respetar sus opiniones, como debe existir la libertad (y últimamente desaparecida variedad en estos medios) de prensa, pero otro punto y aparte debe ser la labor informativa y sus obligaciones remuneradas, ya que independientemente de su sarcasmo, mala leche y agradecida ironía sus funciones se limitan a cubrir un festival. Y aquí aparece el kit de la cuestión: tanto Oti Rodríguez Marchante, Carlos Boyero o Enric González, aparte de fusilar los trabajos de Weerasethakul, Ming-liang, Lynch o Johnnie To, no acudieron a visionar la película que sería el León de Oro del Festival de Venecia 2006, “Still Life”, del más que confirmado maestro Jia Zhangke.

Lo que es extraño que un cineasta como Zhangke, el más imprescindible de los realizadores de la Sexta generación del cine chino, no haya creado una expectación previa en nuestros cronistas como al resto de prensa especializada (internacional o no) y numerosos cinéfilos. Algo desolador y prácticamente impensable teniendo en cuenta que Zhangke es un director totalmente consolidado en el panorama actual: para algunos ya en su debut, “Xiao Wu” (1997), para otros en “Platform” (2000) y para el que escribe en “Unknown Pleasures” y su posterior y magnífica “The World” (2004).

Y “Still Life” supone una nueva confirmación de un cineasta, cada vez más estilizado, que busca el retrato vivo de los cambios contundentes de un gigante, abierto al capitalismo y cerrado a la democracia, llamado China. Un país que realiza equilibrismos sin red y cuyas transformaciones pasan por ‘engullir’ a los habitantes de una región para construir una mastodóntica presa que impulse su crecimiento.

En ese retrato de cambios, Zhangke, sigue casi de manera documental, con añadidos originales más propicios del cine fantástico, las historias paralelas de dos búsquedas sobre un inestable e incierto futuro.
La naturaleza inerte, muerta. El amor y el pasado han fallecido en ese nuevo mundo virtual sin cimientos.
Todo se desmorona, los edificios vuelan, caen en pedazos, se desploman junto a las vidas y el pasado de sus protagonistas dejando la sensación, por un instante en el espectador, que está presenciando un cine que no parece hecho en este mundo.
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86 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El lugar más triste de la tierra
Un hombre menudo y apocado camina sin ser visto, con las palmas desnudas sobre los escombros. La lluvia le golpea. La suciedad del río le induce a contemplar el esplendor de la naturaleza derrotada. Es todo dignidad.

Una mujer dibuja su perfil entre las calles. El aire es gris y deslucido. En la penumbra de un ruidoso mediodía, la máscara del rostro no descansa. Su paso es elegante. Quiso entregar la vida junto al mar, rescindir un contrato, contemplar sin trabas el Yangtsé.

Ciento setenta y cinco metros de profundidad. Un éxodo de un millón doscientas mil personas. Mil ochocientos veinte kilovatios/hora de tristeza.
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46 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
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