Escipión el africano (1971)

La República Romana fue mucho mejor que el Imperio Romano. Pero no se trata de un debate de libertades y todas esas mandangas. Se trata simplemente de autocrítica, en la República no valía lo que hubieras hecho ayer, sino lo que hacías hoy. Eso explica lo bien que les fue a los romanos. Luego avanzado el Imperio todo se convirtió en complacencia, ombliguismo, onanismo y pelotas haciendo la corte.

Escipión el Africano es una figura esencial de la historia de Roma. Su éxito en la Segunda Guerra Púnica y su victoria decisiva en Zama frente a los cartagineses dio el salto definitivo para que Roma fuera la gran potencia del Mediterráneo y no una más. Sin embargo fueron a por él, en especial Catón, y se lo cargaron de la vida pública. En España en cambio tenemos presidentillos de comunidades autónomas o ministros que no han empatado con nadie y que se les defiende a capa y espada de las pruebas evidentes de corrupción. Lo que cambian las cosas.

La película de Luigi Magni es demasiado irregular, intentar extrapolar a la Italia de hoy creo que es innecesario y poco oportuno, ojalá fuera el país transalpino un tercio de lo que fue entonces cultural y administrativamente. Ahora está incluso peor que España.

Con un guión más pulido –no todo son los diálogos-, un mayor cuidado en el vestuario (las pelucas del todo a cien chinas no valen) y algo más de seriedad en el planteamiento (si quieres comedia en realidad tampoco hace gracia) hubiera sido una película mucho más apreciable.

Bastante fallida para lo que podía haber sido.

Nota: 5,1.

Ocurrente e inesperado planteamiento de vigencia intemporal, lleno de chascarrillos ingeniosos que sitúa la acción en tiempos de la república Romana, cuando Catón era censor.
El argumento posee gracia, fuerza interior, un enorme interés y discurre por el camino de una magistral interpretación en la que no sólo los protagonistas demuestran su potencia actoral.
Película divertida y profunda, distendida pero cargada de reflexiones, de ritmo dinámico y diálogos chispeantes que encandilan por su naturalidad, por su condición jocosa pero también porque su sentido del humor siempre encierra un poso transido de sentido histórico y de significado social.
Senadores, padres conscriptos y pueblo romano se dan cita en un largometraje espontáneo y cautivador al que L. Magni imprime una irreprochable factura cinematográfica.