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El bar (2017)

El bar
102 min.
5.7
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Tráiler HD (ESPAÑOL)
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Sinopsis
9:00 horas. Un grupo de personas absolutamente heterogéneo desayuna en un bar en el centro de Madrid. Uno de ellos tiene prisa; al salir por la puerta recibe un disparo en la cabeza. Nadie se atreve a socorrerle. Están atrapados.
Género
Thriller Intriga Comedia Comedia negra Escenario único
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
El bar
Duración
102 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción España-Argentina;
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Premios
2017: Premios Goya: Nominada a Mejor sonido
2017: Festival de Málaga: Sección oficial largometrajes (Fuera de concurso)
2017: Premios Sur: Nominada a mejor dirección artística, vestuario y maquillaje
2017: Premios Feroz: 4 nominaciones, incluyendo Mejor actor sec. (Ordóñez)
2018: Premios Platino: Nominada a mejor sonido
3
Otro remate fallido
Alex de la Iglesia ha rematado mal otra película. Y ya van... demasiadas. Son demasiadas decepciones con planteamientos brillantes, con una dirección impecable, con un gran sentido visual, con buena dirección de actores, buena producción, buena fotografía... pero mal rematadas. Y la verdad es que empiezo ya a cansarme; hasta ahora consideraba a este director uno de los más interesantes del panorama nacional, capaz de recrear unos mundos muy particulares con una visión del cine-espectáculo que pocos realizadores en España tienen; incluso casi le perdonaba los fallos garrafales de (casi) todas sus películas. Pero esto es que ya pasa de castaño oscuro: bueno está caer en el desmadre, en el desfase, en el delirio... pero por mucho que se tuerzan las cosas, hay que mantener una cierta coherencia. Porque no todo vale, no todos los recursos se pueden (ni se deben) utilizar sencillamente porque "queda bonito". Pensaba que la vuelta de Guerricaechevarría -su guionista habitual- iba a ser más fructífera, pero al final, ha servido de poco, porque Alex de la Iglesia ha seguido haciéndolo: ha rematado muy mal su última película, haciendo que vaya paulatinamente degenerándose hasta llegar a un completo sinsentido.

Sobre el papel, el planteamiento es quizás de los mejores en toda la filmografía de este director vasco: un bar a las nueve de la mañana, con un público variopinto, alguien que entra desesperadamente en el cuarto de baño... y a partir de entonces al primero que sale le pegan un tiro que le vuelan los sesos. Y al segundo igual, de manera que nadie, absolutamente nadie, puede salir de allí... ¿qué ha pasado? Esta premisa que parece sacada entre una reflexión social kafkiana y la innegable referencia Buñuelista a "El Ángel Exterminador" podría haber sido muchísimo mejor aprovechada, pero al final se dedica a incluir una serie de referencias tan particulares (y que tantas veces ha repetido) que llegan a cansar. Las referencias bíblicas, los personajes extremos, sucios, gritones, esperpénticos, la desaforada crítica social... son elementos demasiado vistos en su filmografía, que en particular en esta historia no tendrían por qué tener tanta presencia, sobre todo por el grasiento, sucio y desagradable "tour de force" que realiza el personaje de Jaime Ordóñez, tan en el extremo -un sin techo iluminado que ametralla con frases bíblicas sin venir a cuento cualquier secuencia, o que suelta una carcajada grotesca sin venir a cuento en los momentos de mayor tensión- que llega a cansar.

Otro elemento argumental que también es llevado al extremo y que termina por cansar es la grandilocuencia de determinadas frases con un formato visual que las hace supuestamente trascendentales en el guión: momentos en los que parece que se dice algo importantísimo en el que la cámara se acerca, atrona la banda sonora y en contrapicado (engrandeciendo al personaje) alguien suelta un diálogo lapidario. Vale, una vez está bien. Con un personaje, o incluso con dos (ahí tenemos referencias acertadas en "El Día de la Bestia" o en "La Comunidad"...) pero aquí es algo que pasa cada cinco minutos. Y claro, a la tercera o cuarta vez que sucede, ya no solo es que no tenga gracia, sino que sencillamente no vale para nada. Perdón, si que sirve para algo: para darnos cuenta que el recurso está mal utilizado.

El feísmo con el que a Alex de la Iglesia le gusta impregnar -literalmente- sus películas, a base de embadurnar a sus personajes de grasa, suciedad, sangre, y todo tipo de porquerías a sus personajes, está más presente que nunca y tenemos tiempo sobrado de ver a los protagonistas de la historia embarrarse hasta las trancas. El problema es que enmerdar tan profundamente a los personajes -aparte de argumentalmente...- tampoco es que sirva para mucho, resulta innecesario salvo por mostrar la "naturaleza sucia" de la sociedad. Aunque eso ya queda lo suficientemente claro desde el principio así que ¿por qué insistir de manera tan gruesa sobre lo mismo? Eso por no citar muchas incoherencias argumentales (esto es, sentar las bases de lo que van a hacer los personajes con total probabilidad, y luego saltarse a la torera todos esos "pactos con el espectador") que hacen restarle mucha credibilidad a la historia.

Desde luego, no era un fácil envite meter en un sitio cerrado a diez personajes y observar en plan laboratorio cuál es su evolución ante un acontecimiento por menos que preocupante. Y aún más difícil si se quiere mezclar (como se hace en toda su filmografía) terror, humor, crítica social, y suspense. Está claro que aunque "El Bar" está ejemplarmente dirigida, dominando un lenguaje visual que ya lo quisieran muchos realizadores no ya españoles, sino de cualquier punto del mundo, dista mucho de ser una buena película y a partir de los primeros treinta minutos en los que vemos el planteamiento de la historia (y que por cierto, también vemos en el tráiler) el interés va decayendo paulatinamente, quedándose siempre a medias, aburriendo y lo que es peor, fallando en un desenlace que parece estar puesto sencillamente porque tocaba acabar la película. Otro remate fallido.
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270 de 345 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Los odiosos ocho
Mucho me temo que esta crítica ya la hice. Si Álex se repite con recurrente contumacia, yo solo le imito, por qué no. A mismas películas, parecidos comentarios. Uno tiene un par de ideas, y mucho exagero, que medio trata de disimular y más bien no. Se acaba notando la falta de variedad, la insistencia, el recochineo, la pesadez y escasez de ingenio, para qué hablar más, la total falta de originalidad. Y yo lo confieso. Ahora espero el perdón y la penitencia. Ya me contaréis.
Mientras tanto, a todo aquel que me haya leído en otras ocasiones (esa inmensa mayoría silenciosa, como zombis a punto de arrancar, a echar a correr) con suma atención y que ahora note tal vez el fallo, le pido disculpas, no volverá a pasar, nunca jamás.
Vamos... Lo hemos dicho siempre y a las pruebas no remitimos, Álex, nuestro querido y tan prolífico director de cine ya no tan joven, es un autor, cojonudo, pistonudo, un verdadero hacedor.
¿Por qué? Por dos razones fundamentales: por su innegociable y machacona visión del mundo, la tiene y no la cambia por nada, me quedo contigo; y por su estilo engolfado, libre, desmañado, ese humor negro y ese carnaval esperpéntico contado con la ingenuidad de un adolescente granujiento y el ímpetu de un joven sin cansar ni desasnar.
Y "El bar" lo vuelve a confirmar. Desde todo punto de vista.
- Tesis. "Somos unas ratas. El resto es mentira", dice el profeta tan fibroso, justiciero y charlatán. En esas estamos. Peores que las ratas. Más retorcidos, miserables y ruines. Igual de sucios y mugrientos. Solo hace falta quitarnos la primera capa del barniz de la civilización y las buenas maneras para encontrar, de sopetón, a bocajarro, nuestra verdadera esencia o dícese de un egoísmo pulverizador, una estupidez atorrante y una pequeñez galopante. Tratamos de vivir cara al sol (que diría, por ejemplo, el ínclito en su día y ahora más olvidado Sánchez Mazas, a pesar de "Soldados de Salamina") y respirando aire puro, pero nuestro verdadero lugar está en el subsuelo, entre la mierda y las cucarachas.
- Estilo. Confirma la máxima de su cine. Su caducidad supersónica, antes siquiera de empezar ya se está desintegrando, cayéndose a malos cachos de incoherencia y falta de sentido. Suelen comenzar bien estos experimentos del Profesor Bacterio, avanzan con garbo y buenas hechuras, pero casi siempre hay un momento, un clic, un chisporroteo o pequeña explosión que provoca la caída estrepitosa e irremisible, con todo el equipo, del edificio o tinglado cinematográfico, la voladura destruye la historia y ya de paso también a nosotros que nos quedamos como unos gilipollas, pidiendo sopitas, entre las cenizas y las ruinas. Si aquí, en este bar madrileño, había un prólogo, tres actos (bar, sótano y alcantarilla como los pasos rituales del inevitable y desolador descenso a los infiernos) y un epílogo, yo diría que llega más o menos bien hasta el segundo tramo y es a partir de ese instante difuso cuando se empiezan a acumular las inconsistencias, insensateces y suma de delirios chapuceros y ya, pobre espectador, ay de ti, te da todo un poco igual. Hasta llegar al final.
- Resumen: vivimos en un mundo en el que los poderes públicos (los medios, el estado, las fuerzas de seguridad, los que mandan o dirigen) son el horror. Rodeados, además, de un azar caprichoso y cruel (el virus del demonio en este caso, el que sea) y entre seres humanos abyectos y ridículos. ¿Qué se puede hacer, por tanto? Luchar, perseverar, mantener cierta pureza, honradez o bondad. Y ya tú verás.
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