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Ver 3 más- Sinopsis
- Ettore Scola recorre la historia de Europa de los últimos cincuenta años, mas concretamente la de Francia, a través de la música y del baile. Lo que pretende es reflejar los cambios políticos y sociales, y las tendencias en la moda, desde 1936 hasta la actualidad. Toda la acción se desarrolla en un salón de baile y sin necesidad de diálogos. (FILMAFFINITY)
- Género
- Musical Baile
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1983 / Francia
- Título original:
- Le bal
- Duración
- 112 min.
- Guion
- Música
-
- Fotografía
- Compañías
- Coproducción Francia-Italia-Argelia;
- Links
Premios
1983: Oscar: Nominada a Mejor película de habla no inglesa (Argelia)
1983: Premios Cesar: Mejor película, director y música. 4 nominaciones
1983: Premios David di Donatello: 4 premios, incluyendo Mejor película
1984: Festival de Berlín: Oso de Plata - Mejor director
1983: 4 Premios David di Donatello: incluyendo mejor película (ex aequo). 10 nom.
La historia más bailada jamás contada.
8 de junio de 2005
Estamos ante una película audaz, una de esas ideas “originales” que en el formato de un corto soportan el arrojo de la propuesta, pero que en el de un largometraje hay que realizar auténticas pericias para que no se desmorone pasados diez minutos. Store Scola pasa ese “más difícil todavía” con nota alta, sin acudir a estridencias ni a juegos malabares, rodando con sobriedad y sabiduría, sabiendo llevar al espectador, con paso tan grácil como el del baile, a lo largo de los 110’ que dura esta película inclasificable.
“Le Bal” es profundamente teatral y profundamente cinematográfica. La Historia (y pongo ésta con mayúsculas porque literalmente barre toda la película) pasa por una sala de baile concurrida por unos personajes que marcan, junto con una maravillosa banda sonara que adapta los éxitos de la época, el tiempo que relatan. Ni una sola línea de diálogo (que no echas en falta pues la expresividad y contención de los actores lo dice todo) sale de los labios de este magnífico plantel de actores que, a lo largo de la película irán cambiando sus roles (excepto dos que permanecerán interpretando los mismos papeles, pero igual de azotados por el tiempo que los demás protagonistas) nadando a favor de la Historia. La maestría de Scola es que con tan pocos elementos consiga la máxima expresión: sutiles cambios en el decorado (del que sólo sale en una ocasión brevemente para “airear” innecesariamente la película); un vestuario que sin ser paródico retrata perfectamente a la época y al personaje; una planificación soberbia que hace que en cada secuencia se entrecrucen 3 o 4 historias que puedes reconocer sin confusión de esa colectividad a la que te sientes cercano, aún relatándote la historia francesa.
Es una sensación curiosa, pues siendo una película de hace más de dos décadas contemplas la “Historia” como un gran paraguas que nos acoge a todos: todos pasamos una guerra (o escuchamos su silencio); todos pasamos hambre (y trataron de engordarnos contra la escasez); todos bailamos rock and roll, disfrutamos de la Coca-Cola y llegamos a este siglo XXI buscando fronteras en el nacionalismo que la cultura popular ya no tenía.
“Le Bal” adapta una propuesta teatral de la compañía de Campagnol. Esta compañía copa el reparto, situación que favorece enormemente a la película pues todos ellos son una maquinaria perfectamente conjuntada y engrasada. Seguramente, la labor de Scola en este sentido fue limitar el histrionismo que esta propuesta tiene en su formato original, pues sus actuaciones, acudiendo solamente a la mímica, son tercamente cinematográficas, retrotrayéndonos a la época del cine mundo donde el actor lo era todo.
En todo caso, “Le Bal” es un viaje intemporal y memorable, lleno de ironía, pero como toda mirada que se hace hacia el pasado, también de ternura y de sentidos homenajes, con una banda sonora excepcional que acompaña, como el aroma a nuestros recuerdos, las Historias de toda una vida.
“Le Bal” es profundamente teatral y profundamente cinematográfica. La Historia (y pongo ésta con mayúsculas porque literalmente barre toda la película) pasa por una sala de baile concurrida por unos personajes que marcan, junto con una maravillosa banda sonara que adapta los éxitos de la época, el tiempo que relatan. Ni una sola línea de diálogo (que no echas en falta pues la expresividad y contención de los actores lo dice todo) sale de los labios de este magnífico plantel de actores que, a lo largo de la película irán cambiando sus roles (excepto dos que permanecerán interpretando los mismos papeles, pero igual de azotados por el tiempo que los demás protagonistas) nadando a favor de la Historia. La maestría de Scola es que con tan pocos elementos consiga la máxima expresión: sutiles cambios en el decorado (del que sólo sale en una ocasión brevemente para “airear” innecesariamente la película); un vestuario que sin ser paródico retrata perfectamente a la época y al personaje; una planificación soberbia que hace que en cada secuencia se entrecrucen 3 o 4 historias que puedes reconocer sin confusión de esa colectividad a la que te sientes cercano, aún relatándote la historia francesa.
Es una sensación curiosa, pues siendo una película de hace más de dos décadas contemplas la “Historia” como un gran paraguas que nos acoge a todos: todos pasamos una guerra (o escuchamos su silencio); todos pasamos hambre (y trataron de engordarnos contra la escasez); todos bailamos rock and roll, disfrutamos de la Coca-Cola y llegamos a este siglo XXI buscando fronteras en el nacionalismo que la cultura popular ya no tenía.
“Le Bal” adapta una propuesta teatral de la compañía de Campagnol. Esta compañía copa el reparto, situación que favorece enormemente a la película pues todos ellos son una maquinaria perfectamente conjuntada y engrasada. Seguramente, la labor de Scola en este sentido fue limitar el histrionismo que esta propuesta tiene en su formato original, pues sus actuaciones, acudiendo solamente a la mímica, son tercamente cinematográficas, retrotrayéndonos a la época del cine mundo donde el actor lo era todo.
En todo caso, “Le Bal” es un viaje intemporal y memorable, lleno de ironía, pero como toda mirada que se hace hacia el pasado, también de ternura y de sentidos homenajes, con una banda sonora excepcional que acompaña, como el aroma a nuestros recuerdos, las Historias de toda una vida.
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30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
qué hermoso es el cine!
18 de octubre de 2007
El ritmo de la película, sus números de baile, la música cambiante que va dando lugar a diferentes escenas... los cambios de decorados, las mismas personas, los mismos anhelos... a través de los años, la vida vista a través de los ojos gigantes de las ventanas de una pista de baile francesa. La guerra, los amores, la crueldad de la soledad, el desasosiego de la pasión... Cuánto se puede decir sin decir una sola palabra.
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10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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