Nunca te diré adiós (1947)

Después de hacer 4 de los más recordados clásicos del cine nacional, todas películas con temáticas históricas o de época, épicas sobre la identidad nacional, Demare y los guionistas de 3 de ellos, Homero Manzi y Ulises Petit de Murat, hacen un melodrama que no tiene nada que ver con el estilo de sus historias anteriores, o quiero lanzar una hipótesis sin tener bases para hacerlo, así que me la guardaré para mí, aunque me sigue sorprendiendo que con todo el éxito de público y crítica que tuvieron sus películas épicas, se decidieran por una totalmente diferente.
En cuanto a la película en sí, que a diferencia de las anteriores, nadie recuerda, lo mejor que tiene es el inicio, ese hombre misterioso que hace algo totalmente inesperado y como reacciona todo el pueblo, la descripción que hace Demare en pocos minutos de la vida de 6 o 7 personajes, como esas vidas grises y monótonas se emocionan y trastornan un acontecimiento que rompe sus aburridas rutinas, y como van lanzando conjeturas sobre el recién llegado y sus circunstancias.
Ya después cuando empiezan a contar la historia de amor del hombre, que os enteramos que se llama Marcelo con Beatriz, pues meh, es un romance bastante insulso, los impedimentos y conflictos que tienen han envejecido muy mal, y las razones de Beatriz-Mónica, peor.
A la pareja la verdad que no le vi nada de química, y los exteriores de Medanos hechos en estudios son pésimos, encima innecesarios, nada les hubiera costado ir a grabar a alguna ciudad costera cerca de Buenos Aires, la que si muestran exteriores y sirve para ver como era esa parte de la ciudad, no son muchas pero se agradecen.
No vi química entre Magaña y Moreno, a él se lo ve amanerado, aunque supongo que era lo buscado por el director para retratar un poco la inmadurez infantil de su personaje. Zully Moreno está hermosa, pero bastante acartonada.
Los diálogos están llenos de frases grandilocuentes y en algunos casos moralistas.
Diría que la película tiene todos los defectos del cine de la época de oro, pero sin ninguna de sus virtudes, y a pesar de eso su clasicismo es lo único que la salva de ser un bodrio.