Tocados por un ángel (Serie de TV) (1994)

Hoy, más que nunca, urge que en las instituciones educativas se matricule por igual a los hijos que a los padres, en un curso intensivo y bien calificado de relaciones interpersonales. Hay quienes alegan que todo tiempo pasado fue mejor y propenden para que volvamos a los viejos métodos cuando la educación era rígida, los padres se limitaban a cumplir el papel de proveedores y/o castigadores, las madres obedecían sin intervenir en nada, y los hijos hacían lo que sus padres dijeran, aunque lo propuesto fuese en contra de sus gustos o ideales. Hasta los profesores se daban “el placer” de pegarles a los alumnos... y tocaba a los jóvenes hacer con su vida no aquello que soñaran sino lo que los adultos impusieran.

¡Bien idos los tiempos de nuestros padres y abuelos! Pero se llegó entonces a una generación (la nacida entre los años 50 y 70 del siglo XX) formada en el desafecto, en la carencia formativa por entrega a la sobrevivencia, con baja autoestima y poquedad de carácter… y a esta le tocó asumir el cambio que, con sabiduría, propusieron los nuevos aires y el nuevo conocimiento. La psicología siente que ya es hora de privilegiar al Ser, asegurar el libre desarrollo de la personalidad, y fortalecer el carácter de las nuevas generaciones para que puedan elegir en libertad y con capacidad autocrítica.

Se busca romper con el maltrato, el irrespeto, la dominación y el abuso. Pero a los nuevos padres les quedó grande la tarea de educar a sus hijos porque, con su limitada formación y su escaso temple, entendieron que dar libertad era ser permisivo, que dar amor era sobreproteger y que la personalidad se desarrolla concediéndoles a los chicos todo lo que pretendan sin que haya límite alguno. Y el resultado lo vemos ya con profunda tristeza: Hijos (a veces de escasísimas edades) que ya mandan en su casa y que ya pegan a sus padres; proliferación de débiles de carácter o de muchachos muy rudos; vicio, degradación, incompetencia… y abundantes suicidios.

Por cosas como éstas, es que una serie como “TOCADOS POR UN ÁNGEL” (al igual que “La casa de la pradera” AKA “La familia Ingalls”) me resulta de enorme importancia para que se vea en familia, se analice en los colegios, y de ser posible, se introyecte individualmente. En su favor, esta serie cuenta con unos guiones escritos por gente de sólida formación psicológica y espiritual, y eso asegura planteamiento de problemas con suma cordura y proposición de salidas pertinentes, y en ocasiones, verdaderamente sabias.

Sus protagonistas -tres ángeles venidos a la tierra para intervenir, con la mayor discreción, en las vidas de algunas personas sin interferir con su libre albedrío-, tienen harto carisma, y quienes siguen la serie, pronto se encariñan con ellos y aplauden sus intervenciones.

Monica (Roma Downey) es el ángel que pone la cara a la mayoría, y a las más difíciles, situaciones; y aunque es bastante llorona para ser un ángel, desborda tanto encanto, ternura y compromiso, que resulta imposible no encariñarse con ella. Tess (Della Reese) es el “ángel jefe”, una mujer simpatiquísima y un tanto terrenal (le gustan los autos, se permite sus saliditas de malgenio…), quien siempre está muy cerca de la chica para echarle una manita cuando sea necesario. Y Andrew (John Dye), sereno y cálido, es el encargado de conducir a las personas a la dimensión astral, para demostrarles que morir es solamente renacer.

Cerca de mil episodios y varias nominaciones a los premios Emmy, Globo de Oro y otros, avalan esta serie cuyos valores formativos resultan dignos del mayor acogimiento. Si en tu familia hay dificultades o desavenencias… “TOCADOS POR UN ÁNGEL” podría tener la solución.

Título para Latinoamérica: “EL TOQUE DE UN ÁNGEL”