Endeavour (TV) (2012)

Escribo esta crítica tras ver el tercer episodio de la primera temporada. Como su título original sugiere -empeño,esfuerzo-, la serie va mejorando hasta llevarnos a finales antológicos. Se debe degustar como un buen vino, saboreándola hasta el último sorbo. Escenografía admirable; música antológica; actuaciones sobresalientes y un guión extraordinario. La BBC demostrándonos, una vez más, todo el talento que pueden llegar a derrochar. Si saben inglés, por favor, véanla en versión original. Gramática cuidada, expresiones que ya han caído en desuso, y todo el placer que la lengua de Shakespeare puede llegar a dar. No es para todo el mundo; es necesario tener una cultura general razonable y saber degustar la buena música, la buena literatura y todo aquello que perdura. Por favor, no me consideren vanidoso, tan sólo quiero dejar constancia de lo que la estoy disfrutando. Ojalá hagan ustedes lo mismo y se la recomienden a familiares y amigos. Desgraciadamente, ni las series norteamericanas ni las nuestras se le acercan remótamente. Ahí queda

Nos encontramos ante una funcional, efectiva e incisiva definición y prólogo del personaje de Colin Dexter. Los británicos tienen claro que sin elegancia y un buen personaje no se puede llegar ni a la primera esquina. No es que “Endeavour” aporte algo más a un atractivo caso en una cuidada ambientación del Oxford de los 60 que muestra, sino que el protagonismo se cierne sobre las inquietudes de su personaje principal. Tal vez se haya buscado sorprender creando una antítesis del conocido detective como era recordado y que alcanzó la gloria en más de 200 países durante la década de los 90.

El caso de una colegiala desparecida abre numerosos frentes y otorga a un novato, que planea abandonar la policía, enfrentarse a su pasado. Realmente el telefilme gira en torno a los conflictos internos del personaje que quedaron instauradnos tiempo atrás: el amor perdido, el abandono de la universidad, la soledad, la música de ópera, el alcohol… Si el detective fuera perfecto o no se asustara y desmayara con los cadáveres que tiene delante la historia carecería de interés. El detective no va a resolver el caso ni por la fuerza ni por lanzar frases letales como si fuera una metralleta, tampoco seduciendo a la femme fatale o intimidando con un arma de fuego. Aquí la cultura y la inteligencia juegan un papel principal.

Aunque se ciñe a los códigos del cine negro -numerosos callejones sin salida, anticlímax, el poder y su corrupción como mayores antagonistas…-, prefiere una resolución emocional y guiño al futuro. Por eso la recta final sencillamente despeja dudas: el reflejo y el reflejo al futuro que ya para nosotros fue el pasado. “Endeavour” realmente habla de fantasmas… a los márgenes de la ficción y la sombra de sus personajes. De eternas dudas y la sensación de no encontrar un lugar en el mundo. Tal vez la abstracción marque la causa del protagonista los mejores momentos de esta interesante tv-movie. Como una ópera, los ecos finales son trágicos y emocionales. Queda la soledad y la dificultad de seguir adelante. Y sabemos, tal y como nos mostró la serie dedicada a Endeavour Morse, que será así.