La No Muerta (1957)

En la primera escena aparece Satán presentándonos lo que va a suceder.

Y luego nos cuentan una historia con estos ingredientes: científicos, putas, regresión hipnótica, mazmorras, carceleros obscenos, brujas, caballeros andantes, viajes en el tiempo, gatos negros, enterradores chiflados, sortilegios, tumbas, buhos, duendes maliciosos, ventas de almas, danzarinas góticas, decapitaciones, amores pasionales, reencarnaciones, muertes... y no muertes.

Si todo este despropósito lo has de mezclar con cuatro duros, actores de tres al cuarto, un guión sobre la marcha y poco tiempo... seguramente saldrá un pestiño.

Pero ay, amigo. Es Corman, Roger Corman.

En fin, caballeros, que estaba yo disfrutando de unos días de merecido descanso y drogas blandas en la ciudad de las guarris y los canales cuando me dispuse a visionar esta tremenda película que el amigo Gilbert tenía puntuada con un 7. Me arrepentí a los quince minutos y si aguanté el resto del bodrio fue por lo güenorra que estaba la tal Alison Hayes porque si no, hubiera enviado a esta mierda infame al lugar al que le correspondía, es decir, al limbo de la papelera de reciclaje, ese urinario virtual que nos proporciona el señor Bill Gates para que hagamos limpieza de todo aquello que nos sobra en el ordenador... como ésto!

Un sinsentido de hipnosis, fantasía pedorra y brujas de todo a cien hecho con el puto culo que transpira cutredad extrema y falta de ideas por todos sus poros cinematográficos y que me hizo pasar un rato entre flipando por lo mala que era y felicitándome por ser tan machote de aguantarla entera sin pestañear.

B-A-Z-O-F-I-A.