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Labyrinth of Cinema (2019)

Labyrinth of Cinema
179 min.
6.7
68
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Disponible en:
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Tráiler (japonés con subtítulos en inglés)
Sinopsis
Un grupo de jóvenes viajan atrás en el tiempo cuando están en una sala de cine y reviven algunos momentos bélicos de la historia de Japón. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Bélico Ciencia ficción Histórico Viajes en el tiempo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Labyrinth of Cinema
Duración
179 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
9
Obayashi's Cinema Paradiso: Cine, guerra y paz
¿Qué es la Historia sin cine? ¿Qué es el cine sin Historia? El arte, catarsis de la exposición de los sueños. Sueños infinitos. Ilusión de crear. Creación, no destrucción. La guerra destruye, el arte crea. En la Historia ambas se unen y crean una simbiosis extraña. Fuera y dentro del proyector, ante la pantalla, ¿quién observa?, ¿quién crea? Es el laberinto del cine.

En la 32.ª edición del Festival Internacional de Tokyo, donde se presentaba "Kinema no Tamatebako", una periodista se acercó a Nobuhiko Obayashi, que en ese momento tenía 81 años y estaba devorado por el cáncer, y le preguntó cuál fue la inspiración para tal odisea de tres horas por el universo del cine. Y él, en inglés, respondió a duras penas "El amor a las películas". No dijo nada más ni hacía falta. 5 meses después falleció y el cine japonés, en los albores de la pandemia del coronavirus, perdió a uno de sus mayores genios. Aquella ingenua periodista se vio obligada a descubrir una intención o un motivo lógico, cuando en realidad no lo había.
Esta película nace del amor al cine, es el final de una larga senda, su última declaración, y la más escandalosa de todas; curioso, la última debería haber sido "Hanagatami", ya que en mitad de la producción le diagnosticaron cáncer de pulmón y unos pocos meses de vida...pero la voluntad de Obayashi estaba blindada a prueba de enfermedades, y no sólo vivió lo suficiente para terminarla, sino para preparar otro proyecto más. Un octogenario demacrado físicamente con una imaginación tan volátil como la de un joven, y con la misma energía con la que filmaba sus pequeñas películas en 8 mm. en su Onomichi natal cincuenta años antes.

El tema, porque hay un tema, es la Historia de Japón, y más concretamente la guerra, con lo que "Tamatebako" podría considerarse la 4.ª parte y clímax de su saga anti-bélica, iniciada con "Casting Blossoms to the Sky"; pero es difícil discutir de temáticas e ideas viendo el inicio de este viaje. El recuadro se abre, se lee "A Movie", como lleva utilizando desde siempre, todo son dedicatorias acompañadas de un homenaje al legendario Chuya Nakahara, cuyos poemas irán marcando un ritmo en la película y la impregnarán de su espíritu melancólico y combativo.
El músico Yukihiro Takahashi se disfraza de un doble más joven del cineasta, incluso adopta su habla. Nos recibe a bordo de una nave espacial, nada menos, reflexionando sobre la creación de la Humanidad, cómo los desastres forman parte de nuestra evolución, y sobre la realidad de su propia presencia en la pantalla. Una gamberra ocurrencia metafílmica mientras afuera, en el Espacio mal creado adrede a base de pantallas verdes, flotan bellas muchachas. Delirio próximo al imaginario del manga con ese estilo tan desenfadado e infantil de Obayashi. La historia como tal empieza en Onomichi, paraíso atemporal, al que éste regresa tras más de una década sin rodar allí.

Si recordamos que antaño sus grandes heroínas fueron Hiroko Yakushimaru, Tomoyo Harada o Yasuko Tomita, ahora, como no podía ser menos, se introduce una nueva, la última, Rei Yoshida, con el nombre, a su vez, de la heroína del cine de Yasujiro Ozu: Noriko. ¿Pero qué es ella? ¿Existe realmente, o al igual que la "Shabishinbo" encarnada por Tomita es sólo producto de una ilusión, o una proyección de los recuerdos de alguien, o un anhelo imposible? Lo iremos descubriendo durante la sesión tan especial que se nos ha preparado, en un cine que cerrará sus puertas para siempre, y lo va a hacer por todo lo alto.
Es la última sesión, y no se le ocurre otra mejor a la propietaria que una dedicada al cine bélico. Esto es el "Cinema Paradiso" de Obayashi, ¿o su "8½"? ¿Tendrá la tormenta exterior algo que ver con los acontecimientos que llevan a los tres jóvenes que están entre el público a materializarse dentro de la pantalla y formar parte del espectáculo? El caso es que Mario, Shigeru y Tori (llamados así en tributo a tres ídolos del director: Bava, Siegel y Truffaut), cual Cecilia en "La Rosa Púrpura del Cairo", se convierten en los héroes de las películas proyectadas. Ficción y realidad unidos. Y aunque hay que esperar una alegre introducción musical pronto entramos en materia...

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

El homenaje y autohomenaje del director es absoluto y abarca toda su carrera, todo su conocimiento. La expresión visual es abrumadora, grotescamente alucinógena, estamos atrapados en este laberinto de emociones sin parangón. No es de extrañar que el productor Kazuyoshi Okuyama, quien al principio había exigido una película de menos de dos horas, se contagiara de la energía, la libertad creativa, la imaginación y la hermosa postura pacifista del proyecto y permitiera a Obayashi seguir hasta donde sus fuerzas e ingenio le llevaran.
Como vemos le llevan hasta las estrellas. Allí sabía que se iría, hasta allí nos arrastra, ¿y por qué no vamos a dejarle? El último de los cineastas rebeldes clásicos nos deja físicamente, pero su espíritu perdura y perdurará, y así sus enseñanzas. Por desgracia, igual que Maruyama y otros lucharon contra la censura en la era Showa, el coronavirus, otro desastre reciente, impidió la exhibición de "Tamatebako" como es debido; pero el amor por el arte que difunde fue más fuerte.

No se sale indiferente de esta proyección: 179 intachables minutos de sentimientos y complejas ideas.
179 gramos más que pesa nuestra alma cinéfila.
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