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Lola Montes (1955)

Lola Montes
110 min.
7.4
2,120
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Sinopsis
Narra la historia de Lola Montes (1821-1861), cortesana y bailarina famosa en toda Europa. Nacida en Irlanda, Lola (Martine Carol) fue la amante de grandes hombres como el músico húngaro Franz Liszt o Luis I de Baviera. Ya en el ocaso de su carrera, trabajó en un circo de Nueva Orleáns, Luisiana, donde realizaba un número acrobático mientras un maestro de ceremonias (Peter Ustinov) narraba al público su escandalosa vida. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Circo Siglo XIX Basado en hechos reales Biográfico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Lola Montès
Duración
110 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Alemania;
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6
El circo de los famosos
Esta película le sienta como un guante avant la lettre a nuestra sociedad de mundos rosáceos, bazofia mediática y personajillos detestables a granel. El planteamiento es cristalino: desde el primer fotograma se nos invita a presenciar un espectáculo circense. En él, se exhibe a la famosa de turno, que vende su dignidad a cambio de treinta denarios de plata.

Lola Montes no baila, no canta, no se ha doctorado en astrofísica por la universidad de Harvard, pero es hermosa y atractiva y no le hace ascos a airear sus intimidades por un plato de caviar –ay, si al menos fuera de lentejas. Su hábitat es el escándalo escabroso. Sus armas, el encanto, la capacidad de seducción y ese aura de femme fatal, tan cotizado en el mercado de la carne y los pastiches del corazón, ¡puaj! A pesar de todo, Ophüls y Martine Carol consiguen hábilmente que sintamos compasión por el personaje retratado (salud precaria, peligrosas adicciones, infancia desgraciada y ojos tristes). Y es que Lola destila una infelicidad auténtica y profunda.

Peter Ustinov encarna al jefe de pista; un típico presentador de late night que sabe cómo darle carnaza a la audiencia. Es éste un actor al que se tiende a ensalzar con desmesura; el papel que representa es aseado, no genial –tampoco el personaje daba para mucho lucimiento. Se trata, sin más, de un hombre del show business que conoce su trabajo.

En lo puramente cinematográfico, la cinta es algo insulsa; uno tiende a fijarse en los detalles técnicos (movimientos de cámara, colorido, puesta en escena) para distraerse de una historia que resulta, seamos sinceros, un tanto plomiza. La factura es notable; la idea, espléndida. Pero… ¡no sólo de culebrones vive el hombre!

Una última consideración: si Lola es un producto de consumo, tan vistoso como digno de lástima, ¿a quién deberíamos despreciar? A su público, evidentemente. Ruin y soberano.
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52 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Fin de una época
Lola Montes narra una jornada de circo en la que una condesa escenifica su propia vida. La película tiene innumerables niveles de lectura:

1. Lola Montes ha vivido en su infancia y adolescencia hechos traumáticos ( muerte de su padre y traición por su madre, concertación de un matrimonio con un viejo aristócrata, matrimonio fallido con el oficial inglés ) que han condicionado su desarrollo posterior. Hechos que han supuesto para ella la pérdida de la inocencia y el envejecimiento prematuro físico y espiritual.
2. Desde otro punto de vista este filme expresa el final de una época: la pérdida de la inocencia, el acceso de la masa a la cultura ( totalmente necesario y democrático, pero empobrecedor ) y los pocos escrupulos de los comerciantes del espectáculo ( Peter Ustinov expresa: " No me importa como bailas, lo que me importa es el escándalo ", terribles palabras que anticipan el empobrecimiento de la cultura colectiva, de la que tenemos muestra en la actualidad con determinados espacios televisivos ) suponen un influjo banalizador. Fin de la inocencia y de la decencia que también puede extrapolarse a un mundo cinematográfico en el que Ophüls no encuentra ya su espacio.
3. Es también una singular reflexión sobre el cine: durante todo el metraje se van entremezclando sombras, personajes y situaciones de tal manera que el mundo del circo, de la ficción se confunde con la realidad distorsionándola, moldeándola a las necesidades del espectáculo, lo mismo que ocurre en el cine. El cine concebido como una escenificación de la realidad que a veces debe moldearse o limitarse teniendo en cuenta razones comerciales ( en el circo el público sediento de morbo y escándalo, el el cine el público sediento de emociones inmediatas, poco propenso a la reflexión ).

Al margen de las posibles lecturas cabe destacar el apartado técnico: la fotografía consigue una plasticidad insuperable dándole a veces una tonalidad onírica muy adecuada y los movimientos de cámara son magistrales.
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45 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
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