L'affaire Maurizius (1954)

Buena película de Julien Duvivier, con trabajado guión de él mismo, adaptando la novela de Jakob Wassermann.
Y lo hace de forma clara, precisa que, aún lleno de flash backs, estos resultan clarificadores y dosificadores de información que poco a poco, con un poco de atención, pero sin esfuerzo, va asimilando el espectador para hacerle partícipe de los acontecimientos que van apareciendo en pantalla.
Una historia de amores, traiciones, sentido del honor, sentido de la justicia, donde quedan perfectamente reflejados los recovecos de un juicio, donde el todo puede fallar hasta ser legal, sí, pero tremendamente injusto.
Excelentes interpretaciones (con especial mención a Daniel Gelin y al siempre maravilloso Charles Vanel), brillante fotografía en blanco y negro que dotan de realismo a la historia, y un final de los que te dejan pegado a la butaca, completamente acorde con el resto del metraje.
Un film hoy en día creo que olvidado, que yo sepa incluso no se estrenó en España en las salas comerciales, pero tremendamente interesante, muy ameno y que no se olvida con facilidad.
Merece la pena por tanto.

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“L'Affaire Maurizius” es la adaptación de una novela de gran éxito del autor judío alemán Jakob Wassermann, publicada en 1928 y reeditada constantemente en Alemania, Austria y también en Francia, es una novela larguísima, muy densa, muy del estilo de las narraciones que se hacían en el periodo de entreguerras en Austria o Alemania, Duvivier la trasladó a la Suiza de la posguerra, pero sin conservar las largas alusiones al antisemitismo que existían en la novela. Llega justo después de un nuevo triunfo de Duvivier en Francia e Italia con la fantástica “El regreso de Don Camilo”, probablemente necesitase una película más cercana a su personalidad, más íntima, menos limitada por las exigencias de un enorme presupuesto, filmada mediante diversos flashbacks, la narración está impregnada del estilo negro y sin concesiones de su director, con algunos momentos oníricos de suspense y una soterrada crítica a cierto convencionalismo social que no sabe aplicar realmente justicia.

Como antes ya hemos comentado, sabemos que “L'Affaire Maurizius” fue originalmente un libro del novelista Jakob Wassermann, uno de los objetivos fundamentales de Julien Duvivier fue trasladar a la pantalla no sólo lo contenido en la obra escrita, sino también su textura secreta, su profundidad y, por así decirlo, su peso psicológico, para lograr su objetivo Duvivier rompió deliberadamente con una construcción de carácter lineal, que seguía siendo la regla en la mayoría de sus películas, sentía que podía contarnos una historia rompiendo el rígido marco del tiempo, al hacerlo, evidentemente no innovó en ningún sentido, desde “Ciudadano Kane” de Orson Welles, el "flashback" se ha convertido en un método común entre los cineastas, pero en “L'Affaire Maurizius” se utiliza sistemáticamente y, a menudo, en segundo o incluso tercer grado, pasamos continuamente del presente al pasado, de la historia de uno de los tres personajes a la historia de otro, de la mentira a la verdad, esta extraordinaria combinación de escenas tiene el efecto de romper el orden cronológico en favor de un orden digamos que intelectual, el drama conserva así su unidad, es un paquete sólido el que se nos presenta. Es una película para ver con un mínimo de atención, de esa forma la obra aparecerá perfectamente clara, siguiéndola ensamblamos sin esfuerzo este rompecabezas de hechos dispersos en el tiempo, y nos damos cuenta, como quería Duvivier, de la densidad romántica de la historia.

Es una de las películas más estilizadas de Duvivier que capta los escenarios más allá de su simple realidad para sacar a relucir otra verdad, se suele decir de Duvivier que era un excelente técnico, pero es mucho más que eso, tiene una gramática cinematográfica completamente personal, en una secuencia nunca hay dos veces el mismo ángulo de cámara, y siempre se justifica por el deseo de hacer avanzar la historia, así en la escena del asesinato de la mujer de Maurizius va aún más lejos porque, al filmarla desde varios ángulos diferentes, resalta la subjetividad de los personajes y su relativa verdad, así como sus mentiras. Aunque la mayor parte de la película está rodada en estudio, Duvivier no olvida para nada que el uso de decorados exteriores, filma la ciudad de Berna como una especie de pueblo dormido que esconde pasiones turbulentas, Berna refleja el carácter del fiscal Andergast, utiliza sus pequeñas colinas para mostrarnos cómo el padre de Maurizius y el hijo del fiscal, se ven dolorosamente obligados a escalarlas en busca de la verdad, como una especie subida al Gólgota. A veces hay primeros planos demasiado numerosos y que sobrecargan los diálogos, pero esto es lo que también encontramos en Orson Welles, este deseo de captar la emoción lo más fielmente posible, sin filtro, para sustentar la idea.

Tras su estreno la película obtuvo un éxito comercial bastante apreciable, sin embargo las buenas críticas no terminaron de llegar, pero como sucede con los buenos vinos, con el tiempo la hemos sabido apreciar en su justa medida y hoy en día a pasado a ser una de las grandes obras de Duvivier