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Umberto D. (1952)

Umberto D.
84 min.
8.1
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Documental (ITALIANO con subtítulos en ESPAÑOL)
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Sinopsis
Umberto Domenico Ferrari es un jubilado que intenta sobrevivir con su miserable pensión. Sumido en la pobreza, vive en una pensión, cuya dueña lo maltrata porque no consigue reunir el dinero necesario para pagar el alquiler de su habitación. Los únicos amigos que tiene en este mundo son una joven criada y sobre todo su perro Flike. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Neorrealismo Vejez / Madurez Perros/Lobos Pobreza
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Umberto D.
Duración
84 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1956: Nominada al Oscar: Mejor guión
1952: Cannes: Nominada al Gran Premio del Festival
1955: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera
9
Señor y perro
Umberto D. es un retrato inolvidable de la dignidad. Captura el flujo de las horas. Nos muestra que existir consiste en una serie de sucesos no dramáticos. Encuentra poesía en cada escena. Elude las elipsis. Emociona fragmentando lo sencillo: rutinas, quehaceres cotidianos. No es perfecta (alguna línea de diálogo parece recitada en exclusiva para el espectador, algún encuentro se percibe muy medido). Como la vida vista desde el fin, cada pieza encaja/desafina en su lugar, formando un cuadro de amargura.

Umberto D. se apoya en cierto patetismo: la sociedad humilla al pobre a base de pequeñas y frecuentes dentelladas. Miríadas de insectos diminutos se afanan tristemente en construir el nido de la soledad. El hombre aquí no es ni siquiera un lobo para el hombre.

La cámara, en un contrapicado suave, sigue a Umberto. Una bombilla cuelga en medio de la habitación. El cable es fino y tenue como un hilo. Oímos el trajín y vemos los reflejos.

Umberto mira afuera. Se pasa de la luz de una existencia en ruinas a la oscuridad que reina al otro lado.

Cruza el tranvía iluminado por una farola.

Umberto abre la ventana.

La cámara, con un temblor ligero y expresivo, encuadra el rostro del anciano.

Un zoom severo, aterrador, dibuja un pensamiento.
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91 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El pensionista
Tercer título de la trilogía neorrealista (junto con “Ladrón de bicicletas” y “Milagro en Milán”) del actor, productor y realizador italiano Vittorio De Sica (1902-1974) y del guionista Cesare Zavattini. El guión, original de Zavattini y De Sica, se inspira en la figura del padre de éste, al que se dedica el film. Se rueda en las calles del centro de Roma (el Panteón y alrededores) y en los platós de Cinecittà Studios (Roma) a finales de 1951. Obtiene una nominación a los Oscar (guión original). Producido por Giuseppe Amato para Rizzoli Film, Produzione Films Vittorio De Sica y Amato Film, se estrena el 21-I-1952 (Italia).

La acción dramática tiene lugar en Roma a lo largo del otoño de 1951, cuando el país todavía no se ha recuperado plenamente de las secuelas de la IIGM. Humberto Domenico Ferrari (Battisti) es un funcionario del Estado jubilado, de 70 años, sin familia y sin amigos, al que la pensión no le alcanza para cubrir las necesidades básicas propias y las de su mascota, el perro Flag o Flakie, la única compañía que tiene. Umberto es un anciano saludable, lúcido, autónomo, comprensivo, tolerante y detallista, que se enfrenta a las estrecheces de su condición de pensionista con resignación y sin protestas. Dispone de una habitación (con hormigas, humedades, rotos y manchas) que desde hace más de 20 años tiene alquilada en la vivienda particular de la presuntuosa y egoísta Antonia Belloni (Gennari). Sus antiguos amigos y compañeros le rehuyen y la casera le trata con dureza y desconsideración. La sirvienta María (Casilio), soltera y embarazada, espera que la despidan cuando la Sra. Belloni, aficionada al “bel canto” y a alquilar por horas habitaciones a parejas furtivas, se entere del embarazo.

El film compone un entrañable y conmovedor retrato de los problemas con los que se enfrenta un jubilado a causa de la insuficiencia de la pensión, las desatenciones que recibe de sus antiguos compañeros y amigos y la desconsideración con la que es tratado por parte de las personas de las que depende (la casera). La historia es sencilla, simple, pequeña y profundamente triste. Pone de manifiesto la trágica realidad de las condiciones de vida a las que se ve abocado un servidor público tras 50 años de trabajo.

La jubilación supone para el pensionista una importantísima reducción de los ingresos, la pérdida del prestigio social, el enfriamiento de las relaciones de amistad y camaradería, la soledad, la reducción de la capacidad de gestión de los asuntos propios dependientes de terceras personas (venta del reloj, venta de libros…) y el olvido, como expresivamente indica el título del film. Nadie le echa una mano, nadie le facilita la ayuda que necesita, nadie le dedica tiempo, afecto y consideración. Muchos no le recuerdan y solo cuenta con la cortesía fría, hueca, hiriente y convencional de algunos. El personaje se ve inmerso en una situación angustiosa de soledad y desamparo que hiela el alma.

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56 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
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