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La selva petrificada (1936)

La selva petrificada
78 min.
6.9
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Sinopsis
Un grupo de gángsters llega a un bar de carretera en el famoso Bosque Petrificado de Arizona, con el propósito de tomar a los ocupantes como rehenes. (FILMAFFINITY)
Género
Cine negro Drama Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Petrified Forest
Duración
78 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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10
Ratas en el desierto
Un grupo de gángsteres llega a un bar de carretera en el desierto de Arizona, con el propósito de tomar a los ocupantes como rehenes. Entre los cautivos se encuentra un escritor que acuerda un extraño pacto con ellos.

El argumento del bosque petrificado adapta una famosa obra teatral, estrenada a principios de 1936 en Broadway. La trama que nos presenta la película nos traslada al sórdido desierto de Arizona, un emplazamiento inmejorable para narrar una peculiar historia acaecida a unos personajes totalmente opuestos entre si. Quizás sea el magnífico trabajo realizado a la hora de esbozar a los personajes el mayor acierto del film. En este aspecto el espectador se va a encontrar con Squier, un trotamundos que no fija un rumbo claro al que dirigirse, Mantee, un criminal frío, acorralado en un remoto lugar de la América más profunda, Gabriela, una joven soñadora que ha pasado la mayor parte de su vida en una gasolinera alejada de la civilización, el abuelo, un viejo que encuentra en el secuestro posiblemente la última aventura que pueda vivir… este amplio elenco de personajes se va a ver incrementado por unos sobrios diálogos y por unos duelos realmente magníficos destacando el que mantiene Squier con el propio Mantee, dos personalidades opuestas, pero no muy alejadas en el destino que les espera. Como detalle cabe decir que el film apela a una cierta crítica hacia las condiciones laborales del momento y a la impotencia de acabar con el gangsterismo por parte del Gobierno, crítica tachada como antiamericanismo.

La estética de este título resulta bastante teatral, enfocada sobre todo al guión por encima de cualquier valor visual. A pesar de ello Archie L.Mayo cuaja una estupenda dirección, destacando sobre todo la excelente presentación de la banda de Mantee; una ágil combinación de planos detalle acabando con una perspectiva general de todo el grupo. La fotografía también es un factor muy importante a la hora de crear una cálida atmósfera a pesar de la situación, Sol Polito trabaja con una gran profundidad de campo enfocada dentro de un espacio ideal para desarrollar un conflicto dramático. Dentro del reparto encontramos a Humphrey Bogart, que aunque no contaba con el apoyo de la productora para el papel, consiguió lanzar su carrera en el cine gracias a una perfecta encarnación de Mantee. Entre el resto de actores/actrices hayamos a Leisle Howard, quien logra una buena interpretación y a Bette Davis nueva estrella de la Warner por aquellos tiempos. La banda sonora que solo hace acto de presencia en marcados momentos de la trama, presenta partituras orquestales con predominio de viento/metal que crean un clima de tensión.

El bosque petrificado es un largometraje conocido por suponer el primer papel de importancia del mítico Bogart; pero apartándose de este hecho el espectador se va a encontrar con una maravillosa cinta, acreedora de una interesantísima historia con un final tan desesperanzador, que no dejará indiferente a nadie.
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31 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Cita con el destino
¡Qué placidez! ¡Qué encanto! ¡Qué delicada manera de removernos la conciencia y acariciarnos el alma! ¡Qué avanzada visión y cuánta sabiduría en un filme realizado en 1936!

Francois Villon (uno de los llamados “poetas malditos”), Robert Sherwood (autor de la obra teatral), Charles Kenyon y Delmer Daves (guionistas) y el director, Archie L. Mayo (quien había triunfado con “Bordertown”), suman un instante de honda inspiración para crear una obra de enorme sencillez, pero colmada de tanta profundidad que, por mérito propio, posee lacrado el sello de la perennidad.

Cine como éste nos confirma, una vez más, que la parafernalia y la ostentación, los derroches técnicos y los excesos efectistas, apenas sirven para camuflar la incapacidad y la superficialidad, porque casi todo lo amoroso, hermoso y verdadero, es profundamente sencillo. <<EL BOSQUE PETRIFICADO>> lo ratifica plenamente.

Alan Squier (Leslie Howard con su especial encanto inglés), es un escritor que, en busca de su propio destino, llega hasta un lugar llamado Black Mesa, en el que hay una gasolinera con una tienda que es atendida principalmente por Gabrielle Maple (una muy joven y preciosa, Bette Davis). Ambos empatizan enseguida y ella cae rendida ante la lucidez, la transparencia y la sutil percepción de la existencia que emana del visitante... un cierto grado de ligereza que también posee, apenas sirve para verlo más humano.

Gabrielle, quien lee con pasión y se sabe de memoria los poemas de Francois Villon, encuentra en Alan lo que no ha podido ver en Bob, el musculoso futbolista encargado de la gasolinera: trascendencia y entendimiento.

De Alan surgirán frases de esta suerte: “La naturaleza se las cobra y nos prueba su poderío, quitándoles el mundo a los intelectuales y devolviéndoselo a los monos”. “Nos hemos creído dueños de la naturaleza, pero los hombres a ella, nunca la conquistaremos”.

Cuando ellos, y otros especiales visitantes, se convierten en momentáneos cautivos de la pandilla de Duke Mantee (Humphrey Bogart en sus tiempos de malote), lo que sucede entre ellos quizás nos aproxime a la objetividad del destino y al reconocimiento del poder que ejercen sobre nosotros las mujeres. También veremos que, en la vida nada es casual porque todo es causal, y cómo, los que se juntan, siempre tienen algo que enseñarse los unos a los otros.

En un desértico, pero mágico paisaje que convida a la introspección, y en un modesto refugio más iluminado con luz interior que con lámparas o candelabros, la historia se desplaza por un sendero tal de autodescubrimiento, de dádivas y revelaciones que, cuando se nos da la última noticia, el único que puede alegrarse es el guardián, padre de la chica, quien estuvo ausente de las grandes confesiones.

Cabe terminar con las bellas palabras de Francois Villon:

“Yo he sembrado semillas en terreno árido / pero tú les darás fertilidad / y crecerán dando fruto”.
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22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
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