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Vigilantes de las calles (1988)

Vigilantes de las calles
119 min.
6.0
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Bob Hodges es un policía experimentado que trata de enseñar a su joven pupilo Danny McGavin a sobrevivir patrullando en la zona este de L.A., donde impera la ley de las bandas callejeras. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Drama Policíaco Crimen Basado en hechos reales Buddy Film Racismo Bandas/pandillas callejeras
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Colors
Duración
119 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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4
Los colores de la calle
El actor Dennis Hopper decidió ponerse detrás de las cámaras para dirigir este mediocre drama sobre dos policías, uno veterano y sabio (Robert Duvall) y el otro joven e impulsivo (el entonces marido de Madonna, Sean Penn), que deben patrullar los peligrosos guetos de Los Ángeles para controlar las luchas entre bandas que allí se fraguan. El guión de la película está realizado por Richard Di Lello que, para realizarlo, acompañó a una patrulla del Departamento de Policía de Los Ángeles durante varios meses, lo que confiere una creíble aura de realismo al film; a ello también ayudan las impecables interpretaciones de sus dos protagonistas, los siempre efectivos Duvall y Penn, y de un interminable elenco de actores no profesionales que hacen de mafiosos, gangsters y pandilleros (muchos de ellos interpretándose a sí mismos, seguramente).

A pesar de todo, la película falla en muchos aspectos, como su carente sentido del ritmo, el alargamiento innecesario de muchas escenas, los ortopédicos diálogos entre los distintos personajes (atención al chiste que el agente veterano le cuenta al joven, que encierra, patéticamente, la moraleja del filme) o historias paralelas mal llevadas (como es el caso de la relación de amor entre los personajes de Penn y Alonso); además, la película es excesivamente larga.

En lo referente a su relación con el rap, la película, al tratar el tema de las bandas callejeras, tiene mucho que ver con este movimiento. Ya desde los primeros títulos de crédito podemos ver cantidad de graffitis en las paredes de los barrios, escenas aisladas en las que aparece algún breaker, multitud de pandilleros ataviados con las prendas típicas de los primeros gangstas de la Costa Oeste (en aquellos tiempos de los míticos N.W.A) y una buena sucesión de temas añejos de Big Daddie Kane o Ice-T (que realizó el tema principal de la película) entre muchos otros, todo ello impregnado de un exquisito sabor old school que gustará a los más nostálgicos.

En el apartado de las anécdotas, se pueden resaltar las primeras y cortísimas actuaciones de Don Cheadle (Ocean’s Eleven, Hotel Rwanda) o Damon Wayans (El último boy scout, Scary Movie) y un cameo casi imperceptible de B-Real de Cypress Hill, que os reto a que encontréis. Ojo, también, al retrato que se trata de hacer de las conocidas bandas Crips y Bloods enfrentadas a muerte desde sus inicios y tristemente conocidas por su extrema violencia y su profunda relación con el hip hop (como bien sabía 2Pac y como bien sabe The Game, por poner dos ejemplos). Además de la excelente banda sonora original con la que cuenta el film, otro interesante reclamo es la colaboración de la por entonces todavía sex-symbol latino María Conchita Alonso, que aparece aquí enormemente favorecida.
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27 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Así eran los ochenta...
Los ochenta se han empezado a revalorizar estéticamente. Una revalorización es simplemente “retro” y otra, quizá a partir de la primera, busca ciertas claves para comprender el período histórico. Dentro de esa compleja trama de cosas que nos permiten valorar una época, el cine brinda su aporte sustancial.
En ese marco “Colors” resulta un muy buen ejemplo de cine representativo y dirige la mirada al contexto en que se inscribe dentro en la Historia del Arte. Así, la música, el lenguaje y la fotografía son típicamente de su época, en la que el cine de Hollywood vivió una apertura a veces difícil de sopesar.
El lenguaje cinematográfico se volvió, bastante a menudo, hacia temas no tan tratados por el gran cine (más allá de los ejemplos que seguramente a cada uno se le pueden ocurrir, lo digo como movimiento) y en busca de un tratamiento más frontal, que se acompaña desde la fotografía, claramente más “lavada” que antes y que después, pero sin renunciar a la ficción. Esto último a veces atenta contra la verosimilitud y representa, en el nivel cinematográfico, eso que en los comerciales se usa para reírse de “los ochenta” y se simboliza en un cerquillo algo ondeado y “parado” del corte de las mujeres.
“Colors” acompaña el movimiento y su importancia se da en el marco general, casi desde una perspectiva “arqueológica”. Creo que el interés del film está casi restringido a este encuadre (donde resulta muy interesante) y dificulta su valoración atemporal. Allí tendríamos que decir que a veces es poco hilvanado o se detiene mucho en detalles que no aportan ni a su mirada social ni a la trama. Las actuaciones son correctas pero a veces sufren de excesos histriónicos, que parecen venir del propio Hopper, en busca de un toque de extrañamiento no siempre a tono con lo que venimos viendo (en este sentido, el personaje de Mª Conchita Alonso es paradigmático). Todas estas cosas, a mi entender, en los ochenta están más permitidas, pues el tono general del cine hollywoodense vivió un cierto vuelco experimental (naturalmente que dentro de los parámetros que la producción comercial está dispuesta a soportar).
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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