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La espada del mal (1966)

La espada del mal
119 min.
7.3
946
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Trailer (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
El samurái Ryonosuke siente una insana fascinación por el poder mortal de su katana y va por la vida acumulando cadáveres, con o sin motivo. Eventualmente lo contratan como mercenario, pero incluso cuando está sin trabajo, no tiene inconveniente alguno en matar por puro placer. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Drama Japón feudal Siglo XIX Samuráis
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Dai-bosatsu tôge (Sword of Doom)
Duración
119 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
La espada nihilista
O el espadachín con cara infinita. Es decir, el Nakadai con cara de fumador de porros.

Tengo que reconocer que no soy nada objetivo en el cine de samuráis. Ni en el de vaqueros. Ni en ninguno, vaya. Pero sobre todo en esos dos géneros que para mí siempre van cogidos de la mano. Cuando termino de ver un western siempre pienso:
<Me hubiera gustado nacer en ese momento y ese lugar> Aunque posiblemente, en el primer duelo me hubieran liquidado. Igualmente, cuando termino de ver una película de samuráis pienso lo mismo: <Me hubiera gustado nacer en ese momento y en ese lugar. Con la katana al cinto y un kimono de la hostia. Aunque las pelucas que se gastaban son feas de cojones.> Aunque posiblemente, en el primer duelo me hubieran liquidado.

Ejercicio de violencia desmedida, casi absurda, pero estilizada hasta convertirla en algo asombroso, realmente bello, poderosamente sensual, visualmente imperecedero. La imagen penetra, nunca oscila, siempre castiga, como la espada de Ryunosuke (Nakadai). Por eso perdono las burdas metáforas sexuales en el molino, y una narrativa muy deslavazada. Porque a la postre, quedan los milimétricos primeros planos, los sonidos de los pies, los planos generales con los cuerpos caídos entre hojas o copos de nieve, la maravillosa iluminación y el final. Si la técnica del samurái es tan importante en la historia, más aún deben ser los ángulos que la cámara de Okamoto usa para ello. ¡Cuan diferentes son tratados Nakadai y Mifune (Toranosuke) tras las lentes del director! La mirada de Nakadai, mientras observa a Mifune repartir estopa, es en sí, la mirada del espectador. El plano es limpio, los movimientos son gráciles. A pensar de la violencia, todo es sereno. Nada que ver cuando Nakadai coge el relevo. Aquí de sereno no hay ni los posos de las hojas del té.

Ahora, como película desligada al esbozo original, “La espada del mal” tiene muchísima más fuerza, y su riesgo es infinitamente superior. Aunque no fuera el planteamiento inicial del proyecto. Porque la espera que el espectador adquiere durante la trama, no se ve recompensada (dirán algunos), y nos queja la imagen congelada de Ryunosuke dispuesto a retomarla en una continuación que nunca llegó a producirse. Como película aislada, ese “no duelo” es una de las mayores alegrías que podemos encontrar. Porque es una tocada de cojones, porque Nakadai se carga a 75 samuráis el solito -sí, los he contado- y porque justo antes del fundido en negro, Nakadai hace una cosa maravillosa con sus ojos -lo que no haga este actor con la mirada es que no se puede hacer- me transmite el humo que lo rodea todo.

Setenta y cinco, he dicho. ¡La rehostia!
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55 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un hombre desquiciado y una katana muy afilada
La mirada de nuestro protagonista dice mucho de su tormento interior, siempre puesta en un rincón impreciso, es una de esas "miradas perdidas" que no pueden pasar inadvertida para el espectador. Incluso cuando tiene entre sus manos su temible katana, cuando está en pleno combate, esa mirada que algunos no sin razón opinan que está puesta en el infinito, denota que este hombre está condenadamente poseído por el mal.

Me ha encantado la presencia del desdichado samurái protagonizado por Tatsuya Nakadai, un hombre definido por la mala sombra que arrastra y por el reguero de cadáveres que deja tras de sí. Se trata de un personaje abrumado por su propio carácter, consciente de su propia condición, nacido para meterle katanazos a cuantos se le antoje. No es de extrañar que la palabra nihilista aparezca en las sabias opiniones de quienes han dicho la suya respecto a "La espada del mal", yo haré lo mismo, porque este hombre a través de su katana pone punto y final a la vida, la niega y la pisotea.

Sin embargo, no todo es bueno en "La espada del mal". Personalmente he echado de menos más minutos de Toshiro Mifune, aunque interviene en una de las escenas más desatadas de la película, con una acción navajera a la altura. Pero sobre todo lo que más lamento es el problema que he tenido para seguir en ciertos momentos una trama de puro cine negro, entre nombres propios japoneses y sus parecidos físicos ha sido inevitable resbalarme en más de una ocasión. Aunque no ha sido grave, perderse nunca es agradable. Ello se deberá a que la he visto en VOSE, de otra manera seguramente sea más fácil disfrutarla. Pese a ello, en cuanto se desenvainan las espadas y los movimientos de unos y otros ocupan la pantalla, no hay duda de que se trata de una película excepcional en el género. Es fácil disfrutar de ella si se valoran sus aspectos estéticos que para mí, además de la acción, es algo indiscutible: aquí las katanas suponen un ingrediente precioso.
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
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