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Ooe-yama Shuten-dôji (1960)

Película completa (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
Historia que narra los acontecimientos de la leyenda del poderoso demonio Shuten-dôji y su estancia en las montañas Oe de la provincia de Tanba en el Japón feudal de la era Shoryaku, aunque esta vez la heroica gesta de Raiko Minamoto y sus guerreros, conocidos como Los Cuatro Invencibles, se transforma en un desgarrador drama donde el demonio es en realidad el noble Bizen-no-Suke, quien busca venganza tras ser su esposa Nagisa arrancada de sus brazos por el déspota y cobarde señor Kanpaku.
Género
Fantástico Terror Acción Aventuras Samuráis Japón feudal Monstruos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Ooe-yama Shuten-dôji
Duración
114 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
9
El secreto del monte Oe y sus demonios
Toda región o territorio guarda arraigada en su tradición y su cultura leyendas cuyo origen se pierde en el tiempo y, como es propio del folklore, un espíritu o espectro al que conferir a dicha región un aura de misterio y fantasía que mantenga viva la imaginación de las gentes a través de los siglos que las habita.

Una de las más conocidas en Japón emerge de las montañas Oe, situadas en la provincia de Tanba, al sur de Kyoto (aunque la localización cambia mucho con el transcurso del tiempo), y es la del demonio Shuten-doji, del cual se habla como uno de los yokai más poderosos y temidos de los tiempos feudales. La versión más antigua se sitúa a finales de la era Shoryaku y a principios de la era Chotoku, durante el reinado del emperador Ichijo, y cuenta cómo Raiko Minamoto, junto a su grupo de guerreros, a quienes apodaban Los Cuatro Invencibles, se infiltraron en la guarida del demonio y acabaron con él.
Leyenda que iba a ser trasladada a la gran pantalla a comienzos de una década en la que el género de terror con escenario histórico iba a llegar a su máximo apogeo; Fuji Yahiro adaptaría la obra del laureado autor y guionista Matsutaro Kawaguchi, asiduo colaborador de Kenji Mizoguchi así como de la Daiei, que prepararía una superproducción poniendo al frente de ésta al hábil asistente de Akira Kurosawa y el mencionado Mizoguchi, y casi recién estrenado como cineasta, Tokuzo Tanaka. El film se inicia sin introducciones, transportándonos directamente al corazón de la aventura y el terror, y tal y como rezan las escrituras: con el asalto de Raiko y sus guerreros al Shuten-doji.

Pero este inicio bien podría ser considerado una engañosa estratagema por parte de Yahiro y Tanaka, quienes cortan la acción y nos llevan atrás en el tiempo para relatarnos los orígenes de todo, pero esta no será la única vez que caigamos en las enrevesadas artimañas de la trama.
En ella asistimos a los extraños fenómenos con los que el demonio de Oe atemoriza al déspota señor Kanpaku y a Raiko y sus guerreros, quienes han de luchar contra su fuerza maligna; por otro lado nos adentraremos en el infierno personal de la princesa Nagisa, pilar central de la historia alrededor de la cual pivotarán los demás personajes.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Mientras nos hace partícipes de una encarnizada lucha por el territorio en nombre de la justicia y del pueblo, desatando la acción de forma épica en el campo de batalla aprovechando todos los recursos naturales del entorno, cual Kurosawa, y captando la esencia más bruta y áspera de los combates entre caballos, lanzas, flechas, espadas y fuego, Tanaka nos sumerge en los mágicos pliegues de una atmósfera dominada por la ilógica de la fantasía y el terror de corte más aventuresco en cuyas aristas se preservan los misterios de una dimensión, estilizada y sombría, donde cohabitan demonios, espíritus, hechiceros y criaturas indescriptibles...donde básicamente todo es posible.
El director se sirve del abultado presupuesto de Daiei, la gran labor en el diseño artístico y la fotografía de Hiroshi Imai para abordarnos con un delicioso y atolondrante espectáculo donde juega con las formas, las luces, los efectos especiales y los colores intensos, quizás influenciado por la técnica que Mizoguchi imprimió a sus dos obras en color ("El Héroe Sacrílego" y "La Emperatriz Yang Kwei-Fei") o Teinosuke Kinugasa a "Jigokumon"; el film incluso goza de increíbles momentos "kaiju eiga" a lo Ishiro Honda (inolvidable la secuencia de la araña gigante).

El respaldo de Daiei también permitió a Tanaka contar con algunos de los actores más célebres de la época, como los geniales Kazuo Hasegawa, Ganjiro Nakamura y Shintaro Katsu y un Raizo Ichikawa algo sobre actuado (éstos dos últimos, con los que el cineasta colaborará regularmente, en competencia directa como de costumbre) mientras su Fujiko Yamamoto enfrenta su delicada presencia a la de la salvaje y enigmática Sachiko Hidari.
Los orígenes del mito del monte Oe y su demonio se tergiversan en un fresco épico en la tradición del más sólido cine de samuráis por un lado, en un denso y oscuro drama de trazos "mizoguchianos" por otro (así lo atestigua el personaje de Nagisa), todo ello aderezado con los elementos propios de un ancestral cuento de aventuras, horror y fantasía (que sirven de subterfugio para los dramáticos acontecimientos) y rematado con un desenlace apocalíptico y absolutamente desgarrador.

Joya por desgracia desconocida del género y la época; extraña, dura, absorbente y fascinante por igual. Es además la obra maestra de Tokuzo Tanaka, su consagración como cineasta de pleno derecho.
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