El falsario (1944)

Última de las cinco producciones de Duvivier en EEUU –si excluimos “Jack, el Negro” esa rareza fruto de una coproducción hispano-franco-estadounidense con José Antonio Nieves Conde como codirector-, cuyo guion y producción son del propio Duvivier.

Se inicia un 14 de julio de 1940 cuando el protagonista Clement, interpretado por Jean Gabin, a punto de ser ejecutado por asesinato, consigue escapar tras el inicio de la invasión alemana de Francia durante la segunda guerra mundial y tomará la identidad de un sargento del ejército francés muerto en el bombardeo. En San Juan de Luz contemplará la humillación del armisticio y la reacción de De Gaulle desde Inglaterra y buscará salvarse a su destino, en medio de la catástrofe, para acabar uniéndose a las tropas francesas libres en el África ecuatorial.

Película a un tiempo de aventuras y de propaganda -a ratos exacerbadamente nacionalista- resulta atractiva por el retrato de estos soldados aislados en la selva en espera de órdenes, su camaradería, la galería de curiosos personajes entre los que destacan maravillosos secundarios como el eterno John Quale. Historia de la redención de un delincuente al que la guerra convertirá en un héroe, la película cuenta con el excelente trabajo, uno más, del mítico Jean Gabin. Resulta cuanto menos curioso que ese mismo año Raoul Walsh rodara una película de tema sospechosamente semejante, “Uncertain glory” (Tres días de gloria), protagonizada por Errol Flynn.

Si hay un actor que no me dice nada es el Sr. Gabin, un tío sin carisma, sin fachada y sin nada de nada que ha vivido del cine cuentista francés. Decir que El falsario tiene una temática prácticamente igual que Tres días de gloria ya me daba en la nariz cuando he visto la sinopsis, el paisano de mi madre se ha tenido que leer Google de pe a pa para sacar dicho dato. La del truño francés según IMDB se estrenó en Washington D.C. el 27 de junio de 1944, la del genio Walsh se estrenó el 7 de Abril de 1944, según dicho dato la ocupa es la del gabacho. Amén de que la peliculita del truño Duvivier es lenta, sin ritmo, mediocre y aderezado con un actor del segunda. Qué más se puede pedir a la vida.