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Lunes por la mañana (2002)

Lunes por la mañana
120 min.
6.2
455
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Sinopsis
Todos los lunes por la mañana Vincent empieza la misma monótona rutina. Una hora y media de viaje sin fumar a un trabajo nada estimulante en una fábrica. De vuelta a casa, las obligaciones familiares interrumpen siempre su pasión por la pintura. ¡Vincent ya no puede con otros lunes por la mañana! Está harto de la fábrica, de la mujer y de los hijos, de las incomprensibles contradicciones y de un pueblo con inesperadas excentricidades... El viejo Albert hace el mismo camino cada día. El cartero lee el correo de todo el mundo. El cura no aparta los ojos de las mujeres del pueblo. Un avaro granjero instala un sistema de alarma más. Los jóvenes andan de acá para allá en bici, charlando de lo primero que les viene a la cabeza, simplemente para que la vida sea más interesante... Un día Vincent decide ver un poco de mundo y viaja a Venecia. Quizás encuentre exactamente lo que falta en su vida... (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Lundi matin
Duración
120 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2002: Festival de Berlín: Oso de Plata al Mejor director, Premio FIPRESCI
"Otra fascinante película del director georgiano (...) en la que late la emotividad absoluta: la que brota de la sencillez."
[Diario El País]
6
Me dormí
No una sino tres veces, en sendos intentos de ver esta película del tirón. No suelo ser de los que se duermen viendo películas, a lo sumo las quito si no me gustan o me aburren. Sin embargo Lundi matin ni me estaba aburriendo, ni me estaba disgustando a la hora incierta de mi pérdida de conciencia. Películas del mismo corte - intimista, narradoras de la existencia “pequeña” de realidades cotidianas – he visto en otras ocasiones tras el fatigoso cumplimiento de las obligaciones laborales y más tarde, domésticas, sin ceder al embrujo del sofá. ¿Qué me ha ocurrido, pues con esta obra de Otar Iosseliani?
Se trata de una historia que narra la peripecia a la que es llevado el protagonista, Vincent, un personaje frustrado, yo diría que hastiado de su existencia, que Iosseliani describe mediante “postales”. Así vamos conociendo su casa, su familia, su pueblo, sus vecinos, su trabajo, a través del visionado de pequeños retazos de realidad, con frecuencia inconexos, aunque de una ingenua frescura. Es posible que lo que me haya ocurrido con esta película es que tanto los personajes como los hechos quedan algo desvaídos. Con frecuencia, lo que se va mostrando es irrelevante, no suscita suficiente interés para merecer la categoría de anécdota y no trasciende en el hilo narrativo. Así esa sucesión de “postales” a duras penas logran urdir un relato. La argamasa no fragua, queda líquida.
Eso sí. Las postales son tiernas, relajantes y muchas. Quizás por eso me dormí.

pabpab mayo 09
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Y que te gusten los lunes.
Suena el despertador, son la seis de la mañana; como cada lunes te levantas con sueño atrasado y de mala gana, con un cansancio casi existencial, pues el fin de semana ha sido corto y fugaz; pero duro, muy duro, no en vano después de una semana de tedioso y rutinario trabajo, lo que menos te apetece es dejar tu cuerpo en el sofá varado, así que desganado, te acicalas, aunque como casi siempre en vano, pues esa cara no la arreglaría ni un inesperado milagro; pero a pesar de ello persistes y sales un rato, y como cada sábado sólo consigues llegar a casa muy tarde y muy borracho.
Son las seis de la mañana, es invierno y todavía no ha amanecido, en la habitación hace un frío polar que te deja aterido, y te cuesta un mundo despegar las mantas de la cama, pero, ¡que remedio!, acabas realizando ese supremo esfuerzo, y cabizbajo sales de tu cuarto, y tan es así que en ese momento sólo te reconforta pensar en la siesta que casi nunca tienes tiempo a disfrutar.
Y como no te apetece aguantar esa inmensa marea humana arremolinada alrededor de un vagón de metro, decides coger el coche en dirección hacia el centro, pero el atasco es eterno y tardas más de una hora en llegar a la puerta de tu particular matadero, donde te espera tu jefe con gesto serio, y con el rostro congestionado y amargado, y sin decir ni una palabra adviertes que a la próxima serás un número más en la lista de la cola del paro.
Y de pronto tu mente se evade y viajas hacia lejanos lugares que sabes que nunca llegarás a visitar, y eso te jode, sobre todo porque el trepa de tu compañero, que no tiene ni el bachillerato pero hace la pelota a tu jefe casi sin recato, acaba de llegar con su nueva novia de un viaje desde el continente americano; y tu estás tan sólo, y lo peor, te sientes tan, tan, tan abandonado....
Después de un largo día por fin llegas a tu casa, pero no tienes ánimo ni ganas ni de hacerte una insípida ensalada, así que te preparas únicamente un pequeño bocata, y te apoltronas en la cama, para así poder mirar un poco esa tonta caja cuadrada.
Y mañana será otro día, habrá que poner el despertador y levantarse temprano, para llegar a ese pesado y estúpido trabajo, que te no motiva ni te gusta ni un carajo, pero recuerdas que no tienes otra cosa que poder agarrar y también a tu madre cuando profetizó que sin ese trabajo a su casa, aun con treinta años, tendrías que regresar.
Y en ese momento piensas que desearías que todo fuese diferente, que venderías tu alma al diablo, como fausto, porque te ofreciesen un trabajo que te resultase por lo menos algo grato, y, como no, tener una chica a la que querer toda la vida, y poder admirar su presencia y, abrazarla con fuerza, cuando le frío llenase los huecos de tu angustiosa existencia.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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