La pizarra (2000)

Sirva esta crítica como homenaje a la familia Makhmalbaf (da igual, el padre, la madre, los hijos: se ve que forman una familia compenetrada). Hay quien sigue creyendo que el cine es un mero pasatiempo. Estos héroes iraníes no lo creen así. Te introducen, con una dignidad y un realismo impresionante (y, al mismo tiempo, con una gran carga simbólica), en la durísima realidad de Irán, de Irak, de Afganistán. Sus protagonistas, la mayoría de las veces, son almas que luchan denodadamente por transmitir lo único que puede sacar aun país del círculo vicioso de la pobreza y de la ignorancia: la educación. Buena muestra es esta película de "La Pizarra". Después de haberla visto, el espectador no quedará indiferente. La aconsejo vivamente. Cine del grande, aunque no para el gran público. De todas formas, se agradecería que estuvieran dobladas.

Esto es Tercer Cine iraní. No es entretenimiento, es lucha, no nos dirige de una determinada manera a través de la trama, nos hace pensar (a cada uno algo diferente), quizá no hoy ni mañana, es una semilla para que crezca y se desarrolle en nuestras conciencias. Te agita por dentro y te golpea de lleno. ¿Nos puede ser indiferente el dolor del prójimo? La distancia geográfica ¿es la que nos anestesia y nos insensibiliza? ¿Por qué pensar que esto es el reducto occidental, donde “eso”, aquí, no pasa? Cerrar los ojos a los otros mundos, es dormirse y no querer pensar.
Me gusta pensar en Irán con obras cinéfilas como las de Samira y no en mujeres lapidadas. Irán es algo más y gracias a su cine lo he descubierto. Hay una gran belleza en la forma de narrar, una gran tradición detrás de poesía persa.
(M.B. espectadora que cree que el cine no termina en Hollywood y su influencia).