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Days of Being Wild (1990)

Days of Being Wild
95 min.
7.0
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Trailer (V.O. con subtítulos en INGLÉS)
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Sinopsis
Hong Kong, años 60. Yuddy, un joven atractivo y seductor, descubre que la ex-prostituta alcohólica que le ha criado no es su verdadera madre y que además se niega a revelar la identidad de ésta. Esto provoca en Yuddy serios conflictos emocionales que le llevan a forzar a dos mujeres a luchar por su amor... (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Drama romántico Prostitución Años 60
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Hong Kong Hong Kong
Título original:
Ah fei zing zyun (Days of Being Wild)
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Wong Kar-Wai's Love Trilogy
Links
"Kar-wai inunda la pantalla de belleza y llena la banda sonora de ritmos hipnóticos, forjando un estilo de dirección de incomparable erotismo."
[The New York Times]
7
La invención de Wong.
Sostengo una teoría que, cada vez que vuelvo sobre ella, no deja de resultarme sino descabellada: todo el cine de Wong Kar-Wai nace de un momento ínfimo y cotidiano de la biografía de este cineasta. En mi imaginación este momento se postula como algo apenas significativo, ni tan siquiera una mera anécdota, un instante trivial y común cuyo carácter realmente fundador pasaría completamente desapercibido para cualquiera. Me lo represento como la contemplación distraída de los zapatos de tacón de una de sus amantes o del reflejo de ésta en un espejo mientras sorbe un vaso de whisky, ensimismada y dejándose llevar por la música; o tal vez acicalándose cuidadosamente el pelo en una buhardilla cochambrosa, cigarrillo entre los labios, anticipando una noche de juerga y mujeres.

Porque, en realidad, ¿cuánto dura un momento, un instante? Eso es lo que Yuddy le muestra a So Lai-Chun, la taquillera del estadio: el minuto que pasa desde las 15:00 a las 15:01 del 16 de abril de 1960 todavía dura para ella a pesar de que lo desmientan las hojas del calendario, la sucesiva conmemoración anual del Día del Presidente, o todos los nuevos rostros que conozca en su vida. Ante todos ellos descubre la insospechada fuerza que residía -reside, porque para ella es su verdadero presente- en ese minuto, atrapándola alrededor de su centro de gravedad, en lo que sin duda constituye la verdadera relatividad del tiempo.

Al igual que la de Morel en la novelita de Bioy Casares, la invención de Wong, todas y cada una de sus películas con sus bellísimas mujeres orientales de vestidos ceñidos y estampados, sus donjuanes displicentes y su Hong-Kong occidentalizado de ritmos latinos, sería también una tentativa en busca de la eternidad, ya que un instante que no se acaba, que se demora y que funda todas esas presencias bien puede trascender el fluir de los acontecimientos.
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86 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La leyenda del pájaro sin patas
El cine de Wong Kar Wai sabe a aislamiento y a tristeza.
Hong Kong con sus calles empapadas de lluvia incesante. Viviendas envueltas en las soledades de las sombras que las habitan. Personas perseguidas por fantasmas que las condenan a una búsqueda constante e inútil. El amor siempre fuera de alcance, perseguido y jamás hallado.
Un drama de Wong Kar Wai que habla de almas que palpitan en soledad. De momentos robados a la compañía ilusoria de otras almas de paso, tratando de engañar la falta de verdaderos sentimientos.
A estas almas infelices, el amor no les ha concedido ninguna oportunidad. Todas despreciadas, no correspondidas, buscando un calor que no llegará. Bien sea el calor ausente de una madre que nunca estuvo; o bien sea el calor de una pasión condenada antes de empezar...
Su corazón está muerto. O tal vez él está aguardando. Aguardando por algo que sabe perdido. Los días se deslizan en la indiferencia y él es incapaz de sentir nada más que desidia. Porque Ella lo abandonó. Porque él descubrió que Ella, la que más debía amarle en este mundo, se llevó su corazón, y cuando él se percató de que se lo había llevado, ya era tarde e inevitable. Ya estaba vacío para cualquier otro amor.
Sus días son como puñaladas invisibles que le hieren tanto a él como a las mujeres que tienen la desgracia de quererle.
Todos son extraños para todos. Casi nada se sabe de su paso por el mundo. Ambientes cerrados, aposentos pequeños y revueltos, luces tristonas, la atmósfera cálida y húmeda de Hong Kong que no es suficiente para encubrir el frío que envuelve a los personajes. Y siempre la lluvia, pieles y cabellos mojados en calles oscuras, una sensualidad que brota a borbotones en cada resquicio de penumbra para perderse en el despropósito. También Filipinas, con su vegetación desbordante, con sus palmeras que hablan de un clima fértil y exuberante que trata, sin lograrlo, de desmentir tanta melancolía.
La cadencia perezosa de unos boleros que impregnan el aire de voluptuosidad y de olvido. Él, tratando de olvidar, sin nada que esperar. Ellas, abocadas a amarle sin esperanzas, atravesadas por el desengaño. ¿Por qué a menudo se ama lo que no se puede poseer? ¿Por qué esa tendencia a aferrarse a lo que jamás habrá de pertenecernos? Y otro hombre, fascinado por el aura trágica del protagonista, por su desgraciado tránsito por la vida, envidiando tal vez su irresistible atractivo para las mujeres, que emana de ese aire fatal que desprende... Deseando, como un perro desvalido, recoger las sobras que el otro va dejando, los fragmentos de corazones partidos que van tapizando el suelo tras su paso.
Todos persiguen quimeras que les esquivan.
La oportunidad ya hace mucho tiempo que se escurrió, y no regresará. Sólo queda caminar sobre el vacío. O volar, volar sin parar, sin posarse sobre el suelo, como el pájaro de la leyenda. Que sólo toca el suelo cuando muere.
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58 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
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